Buenos Aires, 17 de noviembre de 2015
Debate 1. Apoyar a un candidato ajustador, patronal y patriarcal, ¿en qué izquierda cabe?
Quedan pocos días para el balotaje y ya pasó el anunciado debate, donde entre generalidades y ataques cruzados Macri y Scioli intentaron ocultar lo que realmente piensan y harían si ganaran el domingo 22. Ni una sola propuesta concreta referida a los derechos sociales de los trabajadores, las mujeres y la juventud se escucharon en el debate. Estos dos candidatos amigos y socios del poder económico y financiero nada tienen para ofrecer, más que falsas promesas. El país se encamina así a quedar en manos de una de las dos caras del ajuste.
Frente a esta situación, el debate sobre el balotaje continúa entre las fuerzas de izquierda. Hay un sector que equivocadamente decidió posicionarse en defensa de Scioli, lo cual significa en los hechos y más allá de los discursos, apoyar a un candidato socio y garante de las grandes corporaciones y referente de lo peor del aparato del PJ tradicional y de la burocracia sindical. Nada de positivo hay en esa equivocada decisión de apoyar a un Scioli que hoy mismo recorre canales de TV convocando a liberar las calles de movilizaciones y defiende que Chevron tenga acuerdos secretos que le garantizan una concesión por 35 años y beneficios tributarios del peor colonialismo, hechos que liquidan el verso de que YPF sea en los hechos estatal. Un Scioli machista y patriarcal, que al igual que Macri, está contra el derecho al aborto y nada hace contra la violencia de género que crece.
El sector de izquierda que milita por Scioli, sobre todo Patria Grande que proviene de sectores de la juventud y se autodefine independiente, ha quedado absolutamente dependiente de uno de los dos candidatos de la gran burguesía y las transnacionales. Perdiendo de vista que por ejemplo Gustavo Grobocopatel, el "rey de la soja", muestra tranquilidad sobre el futuro de sus enormes negocios gane quien gane y por eso declaró: "Hay que pensar que la relación de Scioli con el campo a nivel provincial no ha sido mala y ha tenido un acercamiento a las entidades distinto al del gobierno nacional".
La lucha contra Macri y el nefasto proyecto que representa el PRO es lógicamente muy necesaria y precisa la más amplia unidad de las organizaciones populares y de izquierda. Nosotros, como tantos trabajadores y jóvenes, queremos un país opuesto al de Macri y por eso compartimos el sano sentimiento antimacrista de miles y miles. Pero creemos que esta lucha nunca puede darse ni ganarse abrazando al otro candidato conservador, que gobernando nada menos que la provincia de Buenos Aires cotidianamente actúa contra el pueblo trabajador, mientras el FPV tanto en Capital como en provincia de Buenos Aires vota junto al PRO muchas leyes claves, incluyendo el voto en común por la ley antiterrorista en el Congreso nacional.
Un gobierno de Macri estaría claramente al servicio de las grandes corporaciones, de intento de normalización burguesa y represión, de ajuste y de un reacercamiento con EE.UU.; un gobierno de Scioli también iría hacia esos objetivos. Ese será el accionar de Scioli, mal que le pese a Atilio Borón, quien insólitamente escribió que votar en blanco es "apoyar al imperialismo", en un artículo de un bajo nivel notable y un objetivo impresentable. Solo basta recordarle a Borón que Scioli, su candidato, es un hombre tan amigo de la embajada yanqui como Macri. Solo un ciego -o quien por algún interés no quiere ver- pierde de vista esta realidad, que ni el propio Scioli niega. Por eso se paseó semanas atrás entre fotos y sonrisas junto al embajador yanqui Noah Mamet. Esas son las relaciones reales del "antiimperialista" Scioli.
Cuando las organizaciones que apoyan a Scioli desde la izquierda dicen "mi límite es Macri" confirman que tienen su límite mal ubicado. Visto desde las necesidades populares, el límite debería estar en Macri y en muchos más. Porque el verdadero límite no es individual, sino de proyectos. Nuestro límite está en nuestros derechos; queremos terminar con la megaminería contaminante; queremos el derecho al aborto legal y gratuito; queremos un país sin represión a las luchas sociales; queremos una YPF de verdad estatal, con control social y sin Chevron; queremos salarios y jubilaciones dignas; queremos priorizar la salud y la educación públicas; queremos independencia de las grandes corporaciones y el capitalismo financiero; queremos terminar con la vieja política y todos sus privilegios. Nada de esto quieren Macri y Scioli. Por eso nuestro límite es no apoyarlos ni fortalecerlos con el voto. Compartiendo, además, lo que en el mismo sentido expresó el economista de izquierda Claudio Katz: "La izquierda se construye junto a los militantes de todas las corrientes y se destruye haciendo buena letra con los popes del justicialismo".
Debate 2. Altamira y PO debilitan el voto en blanco.
Ante este balotaje, una gran cantidad de organizaciones y referentes políticos, sociales e intelectuales de izquierda estamos convocando a votar en blanco. De nuestra parte, hemos enviado a todas las organizaciones una carta convocando a hacer una campaña en común para hacer sentir bien fuerte una tercera posición. En varios programas de TV, nuestro diputado Alejandro Bodart explicó estas propuestas.
Lamentablemente, el FIT se negó a hacer una campaña unitaria y no es por casualidad sino por una decisión consciente. Jorge Altamira, líder de PO; escribió en su prensa: "Una coalición frenteamplista por el voto en blanco sería oportunista, no solamente con referencia a sectores del massismo o del centroizquierdismo, sino incluso a la izquierda ajena al Frente de Izquierda. La ocasión para esa coalición fue en la etapa de las Paso, cuando, en el caso del Partido Obrero, discutimos y delimitamos posiciones con varias corrientes de izquierda para apoyar la campaña electoral del FIT. Una coalición entre corrientes con principios y estrategias opuestos, que se manifestaron en listas rivales en la campaña electoral, sería utilizar el voto en blanco para parir otro frente político con corrientes que reivindican la colaboración de clases bajo la forma del 'pluralismo' estratégico y no tienen por objetivo elevar a la clase obrera a una plena independencia política".
En tan penoso artículo, Altamira muestra un sectarismo incurable. Con todas las letras dice que no se puede hacer nada con otras organizaciones de izquierda que no estén en el FIT. Por este tipo de pedanterías no resulta raro que un sector de votantes del propio FIT le haya aplicado a Altamira un "voto castigo" en la interna de las PASO, haciéndolo perder, evidentemente cansado de este tipo de actitudes que solo sirven para dividir y muestra cuán profundas son las raíces del pensamiento sectario. En todo su artículo lo que Altamira omite decir es que la única manera de hacer un masivo voto en blanco es a través de la más amplia unidad de todas las fuerzas populares y de izquierda. Algo tan sencillo, a Altamira le es completamente ajeno. Y así la independencia de clase que dice defender queda debilitada bajo los escombros del pensamiento único y la cerrazón funcional a los partidos y candidatos del balotaje.
A diferencia de lo que aconseja Altamira, en la provincia de Entre Ríos, donde el MST es la principal fuerza de izquierda, convocamos a una reunión para coordinar una campaña común por el voto en blanco. De esa iniciativa surgió una declaración muy positiva que logró buena difusión en la prensa local, firmada por el MST, PTS y PO. Correctamente, los compañeros de esa provincia no se han guiado por el artículo de Altamira, sino por la realidad. Invitamos a hacer lo mismo en todas las provincias y ciudades en donde aún sea posible.
Una reflexión final: comenzar a construir algo nuevo
Va a pasar el balotaje, surgirá un nuevo gobierno y sea Macri o Scioli presidente estaremos ante la necesidad de enfrentar en las calles un duro ajuste y de tratar de una vez por todas de construir una verdadera alternativa unitaria y de izquierda. Para las luchas concretas reafirmamos nuestra disposición unitaria. A su vez en el terreno político, del balance de este año surge que el FIT no está a la altura de lo que hace falta. Lo cual conlleva la necesidad de que otras fuerzas de izquierda y populares abramos algún camino de diálogo alternativo y de trabajo común. Es una tarea cada vez más ineludible, que no se contrapone a seguir abiertos a dialogar con el FIT si cambia su negativa permanente a la unidad amplia de toda la izquierda política y social. Artículos como el de Altamira y la autoproclamación constante del PTS vienen mostrando que esa necesaria apertura está muy lejos de la realidad. Por eso el 2016 será un año de desafíos e iniciativas, a la búsqueda de construir lo nuevo y de izquierda que tenemos que poner en pie.