En solo dos meses el presidente argentino Mauricio Macri ha logrado destrozar los grandes avances económicos y sociales que alcanzaron con denodados esfuerzos los sucesivos gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007 y Cristina Fernández d Kirchner 2007-2015).
En 2002, Argentina se encontraba envuelta en una profunda crisis económica-social-política motivada por las medidas neoliberales llevadas a cabo por los regímenes de Raúl Alfonsín, Carlos Saúl Menem y Fernando de La Rua.
En esos años que se extendieron básicamente desde 1983 al 2002, la nación se convirtió en un gran experimento neoliberal que tomaron impulso durante el mandato de Menem (1989-1999)cuando se implantaron las directrices del Consenso de Washington a instancias del FMI y de la Organización Mundial del Comercio (OMC), referentes a priorizar el libre mercado y las privatizaciones.
En esa década y por orientaciones directas desde Estados Unidos, se abrieron los servicios y la industria al capital extranjero y se permitió la importación indiscriminada de mercancías lo cual llevó al país a la debacle económica, pues la moneda argentina tenía el mismo valor del dólar, las mercancías importadas eran más baratas que las nacionales lo cual afectaba las exportaciones nacionales.
De esa forma, Argentina sufrió un profundo déficit comercial, que se remediaba con la venta de las entidades de producción y de servicios públicos. La entrada de capitales disminuyó al no existir empresas que privatizar y el país cayó en un endeudamiento comercial y público que paralizó todo y produjo en 2001 masivas manifestaciones populares.
Los bancos dejaron de funcionar, congelaron el dinero de los acreedores, la deuda externa se elevó a 95 000 millones, el desempleo a más de 30 % de la población y el hambre y la miseria alcanzó a la mitad de sus 40 millones de habitantes. Datos oficiales evidenciaron que en 2003, el 54 % eran pobres y el 27,7 % se hallaban en estado de indigencia, cifras que en 2012 bajaron a solo 6,5 % y 1,7 % respectivamente.
Los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández desarrollaron una política económica y social que revertió completamente la profunda crisis.
Entre 2003 y 2013 Argentina creó un promedio de 580 000 puestos de trabajo anuales pese a la crisis económica mundial. Con un Producto Interno Bruto de 776 000 millones de dólares, el país se ubica en el lugar 21 a nivel mundial con una exitosa economía a nivel regional y del orbe.
Pero ahora Macri desea invertir toda esa estabilidad económica-social y llevar nuevamente al país hacia un edén donde los ricos se llenen aun más los bolsillos a expensas de la mayoría.
Desde su investidura el 10 de diciembre de 2015, Macri ha impuesto más de 50 Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) aprovechando el receso del Congreso hasta marzo de este año.
Mediante los decretos, el mandatario ha podido designar funcionarios, cambiar la estructura ministerial, modificar leyes, cercenar derechos de libertad en los medios de comunicación y ejecutar políticas como el ajuste financiero.
Según la Constitución, la mayoría de las decisiones ejecutivas lanzadas, debieron ser presentadas al Congreso para su debate y aprobación.
Los despidos masivos en el sector público resultó una de sus primeras acciones que también se han hecho sentir en el sector privado. Cifras de varias instituciones aseguran que se han echado a la calle a cerca de 200 000 personas y los números seguirán aumentando.
El gabinete presidencial, compuesto en su mayoría por empresarios y ex gerentes de grandes transnacionales, impuso una devaluación en un 40 % del peso argentino que ha motivado, entre otras medidas, una pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores.
Además, se impuso un incremento del 30 % en el costo del servicio eléctrico y un aumento en el precio de los combustibles.
La inflación ha hecho mella en los argentinos con drásticas alzas en los precios de bienes y servicios, lo que se suma a los despidos masivos que dejan a numerosos núcleos familiares sin un sustento para enfrentar el costo de la vida.
En los dos últimos meses, los alquileres aumentaron un 30 %, la venta de autos un 27 %, los materiales de construcción, 30%, la carne de res un 30 % (pese a ser el país uno de los mayores productores del mundo) y el total de la canasta básica de alimentos un 7 %.
Pese a los desalentadores números, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, salió en apoyo de Macri al afirmar que "las reformas del nuevo equipo económico de Argentina son muy alentadoras".
Desde principios de enero, el FMI inició una campaña de sostén propagandístico hacia el gobierno neoliberal argentino tras mantener grandes diferencias con el anterior de Cristina Fernández.
Abrirse a la total privatización de la economía, prebendas a las grandes compañías transnacionales y fuerte reducción del gasto público son las recetar del Fondo Monetario para la Argentina, las cuales Macri ha encaminado desde un principio pues, como señalan, es un alumno aventajado en las cuestiones del neoliberalismo. No importan las grandes mayorías, los ricos, por el momento, tienen el poder.