Sin miedo de ser feliz*: 2018 Lula Lá

De todas las cosas o situaciones "negativas" es siempre posible extraer lecciones de vida para comprender un poco mejor el mundo que nos toca vivir y dar así pasos más seguros y verdaderos en el camino de un mundo más justo para todos.

El furioso ataque que está sufriendo en este momento el ex presidente Luis Ignacio "Lula" da Silva es una muestra clarísima para revelar la hipocresía, la maldad y el sadismo político de los defensores a ultranza del capitalismo y del imperialismo. Algunos recién ahora lo están percibiendo pero las fuerzas progresistas, de izquierda y revolucionarias vienen denunciando esto desde siempre.

Desde la Revolución Rusa hasta la Cubana y la Sandinista, veníamos "entendiendo", hasta cierto punto, la rabia y el odio que generaban esos "comunistas" involucrados en acciones políticas revolucionarias asociadas con enfrentamientos armados. Recién en la Guerra de Vietnam donde también habían "comunistas" y "armas" el mundo tuvo una primera revelación de la infamia global construida mediáticamente contra los "rojos". Cuando empezaron a llegar los cadáveres de los jóvenes soldados norteamericanos junto con las imágenes de la naciente televisión que mostraban los asesinatos descarados que una potencia militar como EE.UU. practicaba contra un pequeño país, el pueblo norteamericano y el mundo quedaron escandalizados. La gente sorprendida e indignada se decía "sí, son comunistas y usan armas pero ¿por qué están asesinando y arrasando pueblos y aldeas con mujeres y niños mediante bombardeos y lanzando Napalm para quemarlo todo"?

A pesar de la increíble derrota de los norteamericanos en Vietnam (David venciendo a Goliath) la debilidad de la izquierda y la capacidad de manipulación mediática de las grandes corporaciones de la (des)información, lograron rápidamente borrar de la memoria esas primeras revelaciones de la demencial maldad de los capitalistas. Algunos años después, en 1973, "otro comunista" llamado Salvador Allende y que había llegado legítimamente a la presidencia de la república con las "armas" de los votos fue derrocado por un violento golpe de estado que no sólo incluyo el bombardeo aéreo del Palacio Presidencial de La Moneda sino que luego se transformó en una horrorosa carnicería humana donde además de miles de personas presas y torturadas hubo un saldo trágico de más de 3.000 muertos y desaparecidos. ¿Cómo se explica toda esa furia contra un gobierno legítimo salido de las urnas? Otra vez, al igual que en Vietnam, la debilidad de las fuerzas democráticas y revolucionarias y el control mundial de los medios por parte de los capitalistas prevaleció. De esa manera tanto la hedionda dictadura chilena como otras que se instalaron en varias partes del mundo gobernaron criminalmente sin que los actuales paladines de los DDHH dijeran o hicieran algo. Desde hace un buen tiempo, la palabra infamia ya no es suficiente para denunciar la infamia.

Partiendo de este brevísimo relato de la "barbarie democrática" de la que son capaces los capitalistas cada vez que están en juego sus interés en el mundo, se comprenderá mejor porque a nosotros en Venezuela nunca nos ha extrañado que el "comunista verde oliva" Hugo Chávez Frías haya sido atacado desde el primer día que entró al Palacio Presidencial de Miraflores. Aunque lo hizo por el voto popular como Allende, ellos nunca olvidaron que ese Teniente Coronel se había alzado en armas por la dignidad de un pueblo produciendo el famoso "por ahora" de 1992 que inició el fin del control oligárquico del país. Este era el peor de todos los comunistas: verde oliva por fuera, rojo rojito por dentro y seguidor democrático de Salvador Allende. Y como si eso no bastase, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, es decir, Comandante en Jefe del Pueblo en Armas. Inaceptable.

Con este pasado "terrible" que tenia Hugo Chávez para los capitalistas y por aquello de que "los prejuicios de los grandes son los deberes de los pequeños" se puede entender en parte que sectores de las clases medias y hasta algunos sectores populares hayan obedecido dentro y fuera del país a la manipulación mediática que demonizó y sigue demonizando a Chávez y a la Revolución Bolivariana. Pero entonces viene la pregunta de lo inexplicable. ¿Por qué también el odio y la demonización contra el pacífico obrero metalúrgico Luis Ignacio Lula da Silva? ¿Qué les ha hecho este ser humano cuya vida personal revela como si se tratara de una película la dura trayectoria de la huida del hambre y la miseria de millones de latinoamericanos que con sus variantes nacionales han debido abandonar sus pueblos y culturas de origen para buscar mejor suerte en las grandes ciudades?

Mientras muchos se quedaron por el camino en ese intento, a veces desesperado para escapar del hambre y la miseria, otros como él tuvieron una relativa suerte mejorada a base de muchos sacrificios. Enfrentándose a las nuevas modalidades urbanas de la miseria fueron comprobando que el capitalismo, aunque en grados diferenciados, explota y saquea por igual tanto en los pueblos periféricos del interior como en las grandes urbes. Y Lula echó pá delante es verdad. Aprendió a ser tornero mecánico y luego en una fábrica perdió un dedo, una más de las incontables mutilaciones laborales que ocurren todos los días en el mundo por la ausencia o la violación de la normas de seguridad que los capitalistas están siempre dispuestos a cometer para "ganar más". Pero Lula aprendió también a juntarse con sus iguales trabajadores enfrentando a las patronales industriales en difíciles condiciones (años 70 y su país vivía una dictadura militar). Creció su conciencia. De lo sindical pasó a lo político, de lo político a lo partidario, de lo partidario contestatario a lo partidario propositivo, de lo propositivo a la asunción de responsabilidades reales en cargos legislativos, alcaldías y gobernaciones y de ahí a lo impensable para un obrero metalúrgico sin título universitario: La presidencia de la república de la séptima economía del mundo.

Llegando ahí Lula supo estar a la altura del peso geopolítico de Brasil y fue capaz de coordinar acciones políticas y diplomáticas a escala internacional mientras de manera simultánea tuvo la "ocurrencia" de sacar de la pobreza y la miseria a más de 40 millones de brasileños. Algo increíble reconocido mundialmente que solo puede ser catalogado como una milagrosa y verdadera revolución social. Le devolvió la esperanza a millones de personas que habían visto generación tras generación familiar la misma y maldita condena a la miseria que habían padecido sus padres y abuelos y generaciones más atrás. Y todo eso lo logro sin disparar ningún tiro y sin alimentar ninguna violenta "lucha de clases" aunque sepamos, nos guste o no, que ella sigue existiendo.

La guerra pacífica que Lula si declaró fue contra el hambre y la miseria y lo dijo bien claro:

"Necesitamos matar el hambre, la miseria y la exclusión. Nuestra lucha no es para matar a nadie y sí para salvar vidas". **

Pero mismo así el pacífico y humanista obrero metalúrgico dejó de ser "aceptable" para irse transformando cada vez más en algo incomodo y molesto para los capitalistas. Lula terminó su segundo mandato con un nivel de aceptación del 87%. El manual de la teoría política que siempre invocaba "el inevitable desgaste del ejercicio del poder" no sabía qué decir.

En el fondo durante sus dos mandatos los capitalistas estuvieron esperando que con el pasar de los años el obrero metalúrgico "entrase en razón" seducido por las tentaciones y las facilidades propias del poder. Lo lógico era que Lula al igual que Lech Walesa en Polonia mirara su pasado de lucha sindical como algo bonito y "adolescente" pero que había que dejar atrás más adelante pues la "madurez" trae consigo "la cordura y la inteligencia". En pocas palabras, ahora que era "presidente" y que había dejado de ser un trabajador lo correcto era abandonar ese romanticismo obrerista, traicionar sus orígenes y olvidar las promesas electorales. A final de cuentas como dicen todos, "hay que superarse y no quedarse atrás". La vida es así.

En el 2003 en su discurso ante el Congreso Nacional cuando ganó por primera vez, Lula dijo:

"Yo estoy aquí, en este día soñado por tantas generaciones de luchadores que vinieron antes de nosotros, para reafirmar mis compromisos más profundos y esenciales, para reiterar a todo ciudadano y ciudadana de mi País el significado de cada palabra dicha en la campaña, para imprimir al cambio un carácter de intensidad práctica, para decir que llegó la hora de transformar el Brasil en aquella nación con la cual siempre soñamos: una nación soberana, digna, consciente de su propia importancia en el escenario internacional y, al mismo tiempo, capaz de abrigar, acoger y tratar con justicia a todos sus hijos."***

Pero los gurús del management de la superación y del éxito pensaron que habían sido palabras emotivas propias del momento. No contaron con que Lula si lucharía con "intensidad práctica" para superarse y no quedarse atrás, pero desde una perspectiva humanista y solidaria y no desde la lógica egoísta-individualista-excluyente propia del todos contra todos del capitalismo. Lula se superó, claro que sí, y no se quedó atrás, es verdad, pero lo hizo llevándose a millones con él. Inaceptable.

Moraleja: Si crees que dentro del capitalismo portándote bien y actuando con moderación podrás llevar adelante políticas verdaderamente sociales y solidarias de justicia social olvídalo. A los que creen en el cuento de hadas de que "trabajando duro y esforzándose" les irá bien dentro del capitalismo o que podrán superarlo por medio de acobardados gradualismos les conviene pensar en esto que le está pasando hoy a Lula, recordando una vieja lección de Bertol Brech:

"Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó.
Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó.
Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.
Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó.
Ahora vienen por mí, pero ya es demasiado tarde."

El egoísmo, la indiferencia y la cobardía son casi lo mismo. No esperemos para reaccionar y luchar cuando ya sea demasiado tarde. El capitalismo no nos dará una segunda oportunidad.

Pueblo brasileño, todos tenemos que ser gigantes a nuestro estilo, según nuestro carácter, nuestra cultura y nuestra historia. En Venezuela aprendimos a ser gigantes gracias a Bolívar y "el General de las masas", el brasileño José Ignacio de Abreu e Lima que luchó con él y que lo acompaño hasta su muerte, pudo ser testigo de su voluntad y capacidad de lucha. A ti Brasil la historia te dio un territorio continental y como reza en tu propio himno eres "Gigante por la propia naturaleza". Por eso no es casualidad que hoy este entre los 5 países del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica) gracias a los cuales el mundo se tornó más democrático y multipolar dejando de estar sometido a los dictámenes unipolares de la gran potencia bélica Norteamericana y sus aliados. Una potencia que por desgracia, a pesar de sus enormes riquezas, no tiene todavía un Lula capaz de devolverle la dignidad a los 50 millones de norteamericanos que se encuentran hoy bajo la línea de pobreza.

Sin embargo Brasil, más importante que ser gigante es tener la confianza para saber crecerte en las dificultades y tener la certeza, como ya dijera Chico Buarque en ritmo de samba, "Mañana ha de ser otro día".

Como muy bien lo dijo el presidente de Venezuela Nicolás Maduro: "Lula el Camino ha sido largo y no han podido contigo, de este ataque miserable saldrás más fuerte, Venezuela te Abraza".

Este cobarde ataque que el imperialismo está promoviendo contra Lula a través de sus lacayos que hablan portugués tendrá su respuesta. El mayor líder popular que ha tenido la historia de esa "tierra adorada" ya declaró, después que fue arbitrariamente detenido, que con esa provocación "lograron encender la llama en mí".

Para golpearlo a él y todo lo que representa de dignidad para los pueblos es evidente que los capitalistas necesitan también darle un golpe a la presidenta Dilma Roussef. Por eso Lula ha sido también muy claro: "Aunque sea la última cosa que yo haga en la vida, voy ayudar a Dilma a gobernar este país con la decencia que el pueblo se merece".

En síntesis, Lula está una vez más poniendo con intensidad práctica aquel grito de batalla que ya está escrito en el himno nacional de su país: "Veras que un hijo tuyo no huye a la lucha".

Por lo tanto frente a esta arremetida contra Dilma y Lula dentro de la nueva arremetida global que imperialismo está llevando a cabo contra todos los gobiernos progresistas y revolucionarios de la América Latina y Caribeña solo hay una respuesta. Aquella que propuso el Comandante Chávez en su último discurso ante Venezuela y el mundo el 8 de diciembre de 2012: "Unidad, Lucha, Batalla y Victoria".

Seamos todos y cada uno luchadores por la alegría, el amor y la justicia para seguir construyendo juntos la Patria Grande Latinoamericana y Caribeña.

(*) Slogan de la primera campaña electoral de Lula en el año 1989.

(**) Estas palabras de Lula nos fueron recordadas por nuestro viejo compañero de lucha, Adán Villaverde, hoy diputado estadual (reelecto) del PT de Rio Grande del Sur. Desde esa trinchera de luchas viene defendiendo hace rato la justicia, la solidaridad, la democracia y la soberanía nacional como es el deber de todos los patriotas. Gracias Villa!

(***) Una vez más nuestro agradecimiento a nuestro amigo y compañero, el profesor brasileño Paulo Denisar Fraga, por habernos facilitado un resumen con varios discursos de Lula que quisimos revisar para escribir este artículo.



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Anisio Pires

Sociólogo venezolano (UFRGS/Brasil), profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV)

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