De manera periódica, diferentes encuestadoras publican los resultados de los estudios de opinión que realizan para evaluar la gestión de los presidentes latinoamericanos. La verdad es que no deja de sorprender la variación que existe en las cifras reveladas, en función de los presidentes evaluados. Al hacer la revisión de los datos más recientes, ahora que ya estamos en mayo de 2016, algunas comparaciones se pueden hacer.
Están los casos de presidentes que ya llevan bastantes años en el poder, que incluso han sido reelegidos o están por segunda vez portando la banda presidencial, y que sin embargo mantienen un nivel de aprobación alto. Destacan aquí los casos de Daniel Ortega en Nicaragua, quien tiene una sorprendente aprobación de 75 %, Evo Morales en Bolivia, quien ostenta una cifra aprobatoria superior al 60 %, y Rafael Correa en Ecuador, quien supera el 40 %.
En contraste con los casos de Ortega, Morales y Correa, están aquellos presidentes que tienen poco tiempo gobernando, cuyas gestiones reflejan cifras bajas de aprobación. Destacan aquí los casos de Nicolas Maduro en Venezuela, quien se ubica con el 26 % de aprobación, Horacio Cartes en Paraguay, con el 25%, y Salvador Sánchez en El Salvador, con apenas el 24 %.
Luego aparecen los casos de presidentes que fueron reelegidos para un segundo mandato, cuya aprobación es considerablemente baja. Figuran en este renglón Juan Manuel Santos en Colombia, que ha caído a un nivel de aprobación de 21 %, y Dilma Rousseff en Brasil, con un pírrico 8 %. A esto hay que agregar los casos de Mauricio Macri en Argentina, quien ostenta el 53 % de aprobación, habiendo perdido 10 puntos en apenas cuatro meses de gestión, y Ollanta Humala en Perú, quien después de haber partido con niveles altos de aprobación, está terminando su gestión con apenas el 18 %. Lo interesante de todo esto es que la aprobación, que en términos de opinión pública recibe una gestión presidencial, no necesariamente pareciera estar directamente relacionada con variables como crecimiento económico y reducción de la pobreza.