En blanco y negro

Realidades

Los umbrales catastróficos en los que está subsumida la humanidad arrojan que ni las grandes empresas ni las personas acaudaladas, con independencia de los bienes de fortuna que poseen se eximirán de las consecuencias de la degradación ecológica. La capacidad del planeta para sostener la vida está en una fase terminal.

Luego, en estos mismos escenarios apocalípticos encontramos a escala mundial la delincuencia organizada que está socavando las economías, este paralelismo económico basado en el narcotráfico, el contrabando, el blanqueo de dinero y la corrupción de todo tipo mueve billones de dólares. Existen regiones fuera de la jurisdicción de cualquier Estado. Estos carteles han adquirido no sólo poder económico, sino también estratégico. Las bandas y las mafias amplían cada vez su alcance y la política va detrás de ellas. El lucrativo capitalismo gansteril se ha convertido en un accidente financiero. Las actividades relacionadas con la droga representan el 2% del producto bruto mundial. Los narcóticos son el bien más rentable del mundo. El volumen de ventas de las drogas ilegales está entre el 10 y el 13% del valor del comercio mundial. Tanto es así que si el negocio de la droga fuera una economía regional ocuparía el décimo puesto en el mundo. A pesar de los esfuerzos por combatir este flagelo se calcula que las autoridades sólo confiscan el 10% de la producción mundial. Debido a las elevadas compensaciones muchas personas están dispuestas a asumir los riesgos por transportar y comercializar la droga.

Estos nefastos escenarios son reflejos de las cada vez más agudas contradicciones del capitalismo cuya perfección que le atribuyen, por el contrario, es un caos total. Estamos en una crisis financiera global estremecedora. La democracia hoy más que nunca necesita al socialismo en este mundo de revés en el que está amenazada toda forma de vida. Vale decir, el socialismo no surge automáticamente, sólo puede ser consecuencia de las cada vez más agudas contradicciones del capitalismo y del convencimiento por los pueblos del mundo de la necesidad de superar la criminalidad del capitalismo salvaje mediante una revolución social. De tal modo que si se niega la barbarie se rechaza la posibilidad de una vida digna y vivible integralmente, y no como lo hace la derecha fascista (encubridora del cruel capitalismo salvaje) que ha llevado al abandono absoluto a los pueblos.

En fin, con estos amenazantes indicios una vez más el socialismo ha dejado de ser un ideal anhelado por la humanidad durante milenios y se ha convertido en una necesidad histórica. Por cierto, el reformismo ya no tiene nada que buscar en esta concluyente realidad indisoluble, toda vez que los paños calientes quedaron también históricamente desfasados.



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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