La firma de la paz definitiva en Colombia, entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el gobierno de Juan Manuel Santos, acto realizado en la Habana, Cuba, nos llena de alegría a quienes apostamos por la libertad, la igualdad y la paz en el mundo, como principio de la máxima felicidad de la especie humana.
Tras casi siete décadas de absurdo derramamiento de sangre en la hermana república se impone la voluntad política de insurgencia y gobierno, para poner fin al sufrimiento de un pueblo indefenso que no tiene responsabilidad alguna en la confrontación que le ha obligado a desplazarse, incluso a territorio extranjero, constituyendo la mayor diáspora en el continente. En este acuerdo está el sello de la indoblegable voluntad por la paz del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, Fidel Castro y Piedad Córdoba.
Sin embargo nuestra condición humana, nos lleva a pensar si esta vez podrá triunfar la razón, sobre la estulticia y el bien sobre el mal, para que ese anhelado sueño de nuestros hermanos no siga siendo una quimera. La desgracia colombiana se inicia, cuando en el fragor de la lucha partidista entre conservadores y liberales, un 9 de abril de 1948, es asesinado el líder de las mayorías Jorge Eliécer Gaitán, en lo que se conoce como el Bogotazo, un episodio de violentas protestas y represión en Bogotá, que dejó unas tres mil muertos.
Este brote de violencia dió origen organizaciones guerrilleras, liberales y comunistas, que a lo largo de casi siete décadas se mantendrían en armas contra el sistema, a excepción de los liberales de los llanos bajo el mando de Guadalupe Salcedo, que se acogieron a la primera amnistía que conoce el país, bajo el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, a quien sucedió en el gobierno en 1958, el denominado "Frente Nacional", que se turnaría en el poder en los próximos 16 años. El talante excluyente del FN y la lucha por la tierra, dió origen a las organizaciones: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército de Liberación Nacional, Ejército del Pueblo y el Movimiento 19, éste último protagonizó uno de los episodios más dramáticos de la historia, con la toma del Palacio de Justicia en Bogotá, donde el Ejercito colombiano, aplicó una de tierra arrasada, matando a guerrilleros, magistrados, defensores y todos cuantos fueron sorprendidos por la operación comando del M19.
Desde 1953, con Gustavo Rojas Pinilla y luego los gobiernos civiles de Virgilio Barco, César Gaviria, Andrés Pastrana, Ernesto Samper y Alvaro Uribe, hubo encuentros y desencuentros y hasta se llegó a la desmovilización de las FARC y del M19, dando origen a la Unión Patriótica, cuyos líderes fueron exterminados por el paramilitarismo en la primera campaña electoral en la cual participaron como partido político.
Este ultimo episodio, es el que nos produce algún estremecimiento y sobre todo cuando pensamos en el Senador Alvaro Uribe Velez y sus llamadas autodefensas, que hoy están más activas que nunca y quien se ha ido por la calle del medio en contra del llamado del presidente Juan Manuel Santos, al referendo para confirmar el acuerdo de paz, suscrito en el caimán del Caribe.
En estas circunstancias el triunfo de la cordura sobre la estulticia, pasaría por la confrontación profunda, con la verdad en la mano y todo el poder que la da el Estado, del presidente Santos, contra su antiguo Comandante en Jefe, hasta reducirlo a prisión junto a los cabecillas de las bandas de sicarios que siguen aterrorizando campesinos (as) y a luchadores (as) sociales colombianos y colombianas.
Como queremos seguir siendo optimistas nos remitimos por ahora a denominar este proceso, como el desafío de la paz para Colombia.