La segunda economía del mundo, China, ocupa nuevos espacios en América Latina con la entrega de financiamientos en obras que ofrecen beneficios para las partes involucradas, tanto del gigante asiático como de las naciones de la región.
Desde que asumió el cargo en 2013, el presidente chino Xi Jinping ha viajado en tres ocasiones a la región lo que evidencia la importancia estratégica que Beijing le da a Latinoamérica.
En esta ocasión, Ecuador resultó la primera parada de Xi Jinping como parte de un recorrido efectuado por tres países de América del Sur (Ecuador, Perú y Chile), además de participar en Quito en el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC).
Ecuador y China comparten más de 200 instrumentos bilaterales con inversiones en los sectores del petróleo, minería, infraestructura y energía y este país es el tercer receptor de financiación del gigante asiático en América Latina después de Brasil y Venezuela.
Más de 90 empresas están instaladas en el país y otras han diseñado las obras de infraestructura que abastecerán de energía a gran parte del país. La hidroeléctrica Coca Codo Sinclair con 1 500 megavatios y una inversión de 2 400 millones de dólares ha fomentado, junto a otros proyectos, puestos de trabajo para más de 14 000 personas.
La balanza comercial de Ecuador también se ha beneficiado de esta relación. Desde el 2011 las exportaciones hacia Beijing crecen al 30 % anuales y en el 2015 las inversiones directas superaron los 4 000 millones de dólares.
De Ecuador, Xi Jinping partió hacia Perú donde participó en el Foro Asia Pacífico y suscribió con esa nación, 18 acuerdos y un memorando de entendimiento entre los cuales se encuentra un mecanismo de diálogo estratégico sobre cooperación económica, la actualización del tratado de libre comercio entre las dos naciones, cooperación en zonas industriales y fortalecimiento en el sector minero.
El presidente chino ofreció sus buenos oficios para financiar un tren en América del Sur que vincularía a Brasil, Bolivia y Perú, es decir, del Atlántico al Pacífico.
Son formas de actuar y pensar diferentes que rompen estructuras del subdesarrollo para tratar de superar las asimetrías actuales.
Profundizar en el acuerdo de libre comercio que firmaron en 2004, resultó uno de los 12 acuerdos y memorandos firmados en Chile por la presidenta Michelle Bachelet y Xi Jinping. El mandatario de la nación asiática, en la tercera parada de su gira, declaró que han decidido juntos elevar las relaciones binacionales a la asociación estratégica integral y abrir una nueva página en sus vínculos.
El nuevo trato incluirá cooperación en la minería, agricultura, infraestructura, energías limpias y comunicación, además de simplificar los trámites para la emisión de visas de turismo, que quedaron exentas de pago.
Bachelet, subrayó que con China, actualmente el principal socio comercial de su país, existe una relación "madura, estable, que crece y se fortalece día a día"
El recorrido del presidente chino tuvo lugar en momentos en que una enorme incertidumbre se cierne sobre varias naciones latinoamericana que mantienen estrechos lazos con Estados Unidos debido a varias declaraciones del presidente electo Donald Trump quien entre otras amenazas económicas, ha dicho que renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Para comprender cómo han cambiado las relaciones comerciales entre el gigante asiático y América Latina, estos datos son impactantes: China es hoy el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú y el segundo de México, Argentina y Venezuela. En los últimos 15 años el intercambio se multiplicó por 22.
A comienzos de 2015, en el primer Foro China-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), efectuado en Beijing, Xi Jinping se comprometió a incrementar el comercio con la región a 500 000 millones de dólares e invertir 250 000 millones en el transcurso de la próxima década.
También el primer ministro Li Keqiang ha realizado visitas de negocios por la región y una de las más sobresalientes resultó cuando a mediados de 2015 estuvo en Brasil, Colombia, Perú y Chile, lo cual también consolidó las excelentes relaciones económico-comerciales con Latinoamérica.
Según un estudio realizado por las Naciones Unidas, en 2016, Beijing desplazará a la Unión Europea como el segundo socio comercial de Latinoamérica con 236 500 millones de dólares, siempre detrás de los Estados Unidos, aunque el centro de investigación China Policy Review, aseguró que en 15 años esa nación superará a Washington como el mayor socio comercial de la región.
Ya a mediados de 2016, ese país pasó a ser el principal prestamista de la región y superó a importantes mecanismos financieros como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al Banco Mundial y al Banco de Desarrollo de América Latina.
Los beneficiarios de esos empréstitos han sido Venezuela con 56 300 millones de dólares, le siguió Brasil con 22 000 millones y Argentina, 19 000 millones, pero también resultaron importantes las entregas a Perú, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Nicaragua, Ecuador. Todo esto sin contar los intercambios comerciales bilaterales.
China, además de ser un importador de materias primas de la región, ha impulsado en estos últimos años el financiamiento de relevantes proyectos de fábricas, servicios e infraestructuras que ayudarán al desarrollo económico y social de América Latina.
Esa ha sido la diferencia fundamental con otras naciones de Occidentes que durante siglos han saqueado las riquezas de Latinoamérica sin aportar beneficios a la mayoría de sus poblaciones.