Insisto, una vez más, estamos al borde de una posible guerra mundial. Basta considerar la elevada probabilidad de que Israel, en alianza con los Estados Unidos de Norteamérica, el Reino Unido y otros países (donde se ha instalado, desde hace años, el verdadero y oculto poder mundial), ataquen Siria, Jordania o Irán, con el pretexto de que estos países árabes apoyan a Hezbolá, Hamás o Al Qaeda. Si esto ocurre, en un abrir y cerrar de ojos, se iniciará un reacomodo mundial de las fuerzas ocultas, a los ojos de los "gentiles", y se iniciará, un camino seguro a la muerte y a la destrucción, en gran escala, en buena parte del planeta. Ojalá nos equivoquemos.
Lo deseamos con todas nuestras fuerzas. Ojalá, se imponga la racionalidad y la inteligencia de quienes, a pesar nuestro, controlan los hilos del poder mundial, que no es otro que el fanatismo-terrorista, nazismo-fascista-imperialista, de quienes se creen los representantes de Dios, en la tierra prometida. No será Bush, Blair, Nasralá, Anan, nisiquiera Olmert y menos, Condeleezza, quienes decidirán un alto al fuego en el Medio Oriente. No es en el Consejo de Seguridad, de la inservible ONU, donde se decidirá el destino de la desproporcionada, salvaje, inmoral y cruel invasión, contra el pueblo libanés, por parte del descarado militarismo sionista.
Existe una jerarquía mundial, más allá de las apariencias fenoménicas, que nos hace percibir, de manera distorsionada una realidad que, en cierta forma, no es real. Por ello, recomendamos leer el excelente libro de Paul Watzlawick, "¿Es real la realidad?". En el que se da respuesta a esta interrogante: ¿hasta que punto es real lo que ingenuamente y sin el menor reparo solemos llamar realidad? Para que entendamos, que no es una verdad real, absoluta y definitiva el que Israel, como país o como pueblo, esté invadiendo al Líbano; aunque, es parte de la verdad que percibimos a través de los sentidos, ayudados por los medios de comunicación, controlados, muchos de ellos, por ellos mismos.
La guerra que ha emprendido, el verdadero gobierno mundial; ese que está quitándose la careta y que poco a poco irá develándose hasta que, quizás, podamos captarlo en toda su esencia; ese que no entiende de límites fronterizos entre paises; esa guerra, repetimos, no es sólo en defensa de la seguridad del Estado Hebreo; es además, contra distintas formas de apreciar y valorar el mundo, de relacionarse con la naturaleza y con otros seres vivos, y, sobre todo, de relacionarse con lo que está influyendo y es el fondo del problema: Dios, Jehová, Alá.Estoy convencido de que son estas las principales causas, arraigadas e internalizadas en la "conciencia inconsciente" de los seres que cometen tales irracionalidades inhumanas y que mueven instintos y emociones ocultas, tras bastidores. Es el resentimiento y el odio acumulado por siglos. Aunque, nos cueste creerlo, a ellos, no los mueve el control social o la propiedad privada sobre los medios de producción, ni el poderío militar o tecnológico y muchos menos, unos militares secuestrados.
Quienes lean por Internet: "Los Protocolos de los Sabios de Sión", controversial plan de dominación mundial de los judíos o el libro de Henry Ford, donde alerta sobre la influencia que ejercerían, en norteamérica, los judíos-sionistas, en el sistema financiero, en los mass-media y, por supuesto, en lo político, podrán entender lo que trato de decir. Quienes siguieron de cerca las exequias de Shimón Pérez, y observaron a líderes mundiales, de otros países, con símbolos que se colocan quienes practican la religión judía; quienes hayan analizado, con detenimiento, las razones que acercaron a líderes mundiales como Lech Walesa, Gorbachov y Juan Pablo II, sabrán de lo que estoy hablando. Fuerzas secretas, como los Iluminate y los sionistas, hacen su aparición. Marchemos, entonces juntos, en Venezuela y el mundo, en repudio al genocidio en el Líbano, para detener esta guerra, sino, se extenderá en todo el planeta tierra. Ni antisemitismo, ni judíofobia. ¡Paz!