Ahora cuando estamos viendo el beisbol y una toma fotográfica de Aristóbulo en su nuevo rol de Ministro de Comunas, como si estuviésemos revisando viejas fotografías que se repiten, recordamos aquellos peloteros como Vidal López, a quien por cierto llamaron el «Muchacho de Barlovento», Emilio Cueche, Ramón «Dumbo» Fernández, Vitico Davalillo y hasta «Pepe e´ Burra» o César Tovar, quien ocupó en un solo juego las nueve posiciones estando en Grandes Ligas. Claro, lo acontecido con este insigne pelotero fue el resultado de un muy merecido homenaje en el día de su retiro como jugador de ese deporte. Pero de estos deportistas, los cuatro primeros, siendo lanzadores de gran calidad y también excelentes bateadores, tanto que hasta llegaron a ocupar con frecuencia la cuarta posición en la linea ofensiva. La historia de Víctor, «Vitico», José Davalillo Romero, es más nueva y conocida. Por esto, cuando no lanzaban solían jugar en la primera o los jardines. Por ejemplo, en Venezuela y hasta en la triple A, jugando para aquel equipo que llamaron Sugars King, el barcelones, el «indio» Cueche, actuando de lanzador llegó a alinear en la cuarta posición al bate. Vidal hizo lo propio con el Magallanes y Fernández con el «Cervecería Caracas». Aquellos tipos eran excepcionales jugadores y no les ponían a jugar atendiendo al hecho que tuviesen padrinos, ser panas de los manageres, fuesen socios de los equipos o formasen parte de alguna logia secreta con otros jugadores. Incluso hubo un excelente pelotero, de quien es poco frecuente alguien se acuerde, militante del viejo Cercecería Caracas, aquél equipo antecedente del hoy simplemente «Caracas», llamado Miguel Sanabria, quien podía jugar con soltura tras del plato, en la tercera base, en los jardines y ejercer su profesión académica de ingeniero civil y además, en su tiempo, actuar como el mejor portero del futbol nacional.
A esta altura, no sé bien, habría que preguntarle a Claudio Domínguez, «El Guaco», columnista de Aporrea, si el equipo gobernante es como demasiado débil, falto de gente o es que Aristóbulo es personaje dotado por la providencia de capacidad, versatilidad, conocimiento y hasta entrenamiento como no hay dos. O mejor, si es del portento de aquellos deportistas. Pero también por su comportamiento y como se le usa o él se ofrece, pudiera gozar de esa capacidad divina de la omnipresencia o tener muho más de ese inventario de palabras del político tradicional, tanto como la fórmula para cada mal. Todo eso pudiera ser cierto. Es lo que uno deduce de la simple observación. Como también que pudiera sufrir de piquiña o comezón, lo que lo obliga a moverse de aquí para alla como antídoto en lugar de, estando en la Asamblea Nacional Constituyente, al lado de una dama como Delcy Rodríguez y frente a otras cuantas, deba pararse a cada instante a rascarse cada vez que le pique, sobre todo en determinadas partes de su cuerpo, lo que pudiera ser impúdico. Aunque en esa ANC pudo haberse quedado, pues pese que de allí nada bueno sale y menos nadie espera, si miento pregúntenle a Luis Britto García por la «Ley Terminator», su culpabilidad se disuelve entre más o menos 560 que integran el infecundo cuerpo. Pero la tiquiña suele ser más incómoda.
Antes de postularse como gobernador por Anzoátegui, en su mas reciente trayectoria o trajinar, estuvo de gobernador de ese Estado, luego de vicepresidente, cargo que dejó más pronto que inmediatamente, para que lo asumiese El Aissami, para pasar a ser lo que ahora es, Ministro de Comunas.* Sin dejarle tiempo para que organizase siquiera una de ellas, le postularon para Constituyente por el Distrito Bolívar de aquel Estado oriental, donde salir electo era más fácil que darle un tiro al suelo, sobre todo no habiendo oposición y aun así casi quedó por fuera. Revisen las cifras. Por su trayectoria, rango o abolengo o ser eso que Diosdado Cabello llama «el hermanito mayor», le asignaron el cargo de primer vicepresidente de la ANC. Sin haber calentado el puesto o, quizás por la piquiña o por creerle con méritos como César Tovar, se postuló para gobernador. Allí se le trancó el serrucho. En guerra «avisá» no muere soldado y Aristóbulo allí se le torció el cacho. Ignoró los nubarrones de rebullones que señalaba Juan Primito o los malos presagios por apropiarse de derechos ajenos y sufríó una derrota. No vio nunca las barreras de los tendidos y en ellas se reventó los cachos.
Maltrecho, choreto y caminando en zigzag, por un atavismo que le lleva a Caracas hasta con los ojos cerrados y cerrados como los tenía cuando arrancó de la alcabala de Potocos, volvió por sus fueros, reclamó el derecho que atribuye a sus galones y sacaron a Isaías Rodríguez, pese lo que por eso se diga y volvieron a Aristóbulo a una de sus parcelas. En el Ministerio de Comunas, como acostumbra y por aquello de la viveza nacional, por si acaso o «por si fortis», como decimos en Cumaná, había dejado instalada su gente; su corte de leales que a todo buen jefe rodea.
Claudio Domínguez, quien parece estar muy al tanto de lo que en Anzoátegui acontece, tanto que recorre cada rincón de la ciudad hasta a pie porque su carro no tiene cauchos, asiduo visitante del centro de Barcelona, que incluye todo ese espacio de la Casa Fuerte, Plaza Bolívar, Gobernación y Bulevard 5 de Julio, ágora dondeconcurren dolientes y discrepantes, se sabe del más insignificante detalle de la política regional, afirma que durante todo el tiempo que fue gobernador, Aristóbulo no llegó a fundar nada que mereciese llamarse Comuna, por lo menos de acuerdo a lo que dice la Ley correspondiente. Quizás sí muchos de aquellos anacrónicos «Comité de barrios», propio de su trayectoria y trajinar en la política, pero se le tiene como experto; también en Agricultura Urbana, Ministerio donde pasó sólo unos días, pero según los publicistas, en cada casa, como en un cuento de «Las mil y una noches», o como dijese Mao, «florecieron mil flores» y las plantas se prodigaron en frutos. Tanto que, según el disurso inventado, uno podía recoger por montones y todavía allí dejaba unas cuantas pisadas, no por descuido, sino por lo abundante. Esos días los bachaqueros de frutas no pudieron especular.
Por todo eso, no tardaremos en ver, por la magia de los propagandistas, a las comunas lanzando al mercado comida, ropa y cuánta cosa falta haga en la misma cantidad, y hasta más, que los perniles de Bernal.Esos amagos de sabotaje que hasta en Barcelona se producen, pronto habrán de desaparecer.
No sé, podría estar en la personalidad modesta y comedida de Aristóbulo, habiendo creado y puesto a funcionar comunas «socialistas» como dispone la ley y los sueños de Hugo Chávez, haya optado por mantenerlas en secreto para que nadie les echase mal de ojos.¡No! No lo hizo para que no se las copiasen, cosa que de hecho negamos porque sería muestra de «egoismo pequeño burgués», para decirlo al estilo ortodoxo, del cual jamás se dejaría embargar. Ahora será distinto, sabe cuánto esperamos y necesitamos de él.
Lo cierto es que el de Curiepe está en todas partes y en ninguna. Eso sí, si quiere usted irse por lo seguro, búsquelo en Caracas. En eso es como esos muñecos llamados «porfiaos» que, cómo uno los tire, para arriba, para abajo o en linea horizontal, caen de pie. No importa el rumbo que tome inicialmente, para donde le manden, siempre hallará la forma de terminar en Caracas y en ella estar siempre. Pero también se las ingeniará para estar donde haya o deba estar para cumplir la formalidad y dejar la idea que se ocupa de la tarea para la cual le asignaron, aunque sea para probarlo o joderle la vida. Porque sin duda, tiene eso de Dios, es omnipresente, donde se le busque se le halla, aunque allí no tarde mucho.
Es que no sé si lo es, o quienes en última instancia deciden cada detalle en el chavismo, tienen a Aristóbulo como un comodín, esas figuras que así llaman, como el as de oros, en el juego de barajas de Heraclio Fournier o aquellos excepcionales peloteros de los cuales hablamos al principio.
Según algunos que no le miran con buen ojo, se le tiene como aquello que el maestro Gallegos llamó «el toero», bueno para todo. Aquel que sabe un poco de mucho aunque no lo suficiente. Por algo, pese todo lo sucedido, todavía alguien pensó fuese el «Protector de Anzoátegui», una opción que, por donde se le mire, no tiene pies, cabeza ni fundamento histórico; es como decir,una pieza de lego que no encaja.
No obstnte O para decirlo mejor y con palabra de moda en estos tiempos, pareciera haberse convertido en una moneda encriptada.
¿0 es más bien que el ya viejo con títulos académicos de maestro y profesor, por los ajetreos de su vida, concepto y práctica de la política, habituado a sanedrines y cuidadosa cultura de compartir en grupos, donde se da y recibe, todo se cambia, aparece hasta sin quererlo a los ojos y la piel de muchos como incómodo? ¡Es posible! Por algo, desde que salió de AD y se separó del lado de Isaac Olivera, ha estado de grupo en grupo y, en eso, la gente se enceba . Es decir, es lo más parecido a un peregrino. A lo mejor y esto cuenta, Aristóbulo se siente obligado a proteger su corte y, siendo así, no puede quedar como la guayabera y dejar a aquella guindando.
*Conste que no por olvido, sino falta de espacio, no hacemos mención al arrume de cargos que antes ocupó sin pena ni gloria.