Bajo el tortuoso y sufrido intento por sobrevivir a las consecuencias de sanciones e imposiciones externas contra Venezuela, desde la calle; el venezolano común susurra, comenta, vocifera a los cuatro vientos, con ganas, muchas ganas, clama, implora a Dios, a la Virgen, a la Santísima Trinidad, a poderes externos, que vengan a salvarlo, ¡a salvarnos de la más horrenda de las dictaduras! ¡Qué traigan ya la tan solicitada y publicitada ayuda humanitaria! ¡Esa ayuda humanitaria con la que en los últimos 30 años se ha devastado pueblos y naciones en nombre de la libertad, la democracia, la justicia, la prosperidad…!
─¡Es un hecho irreversible, de conocimiento publico y notorio!
En la conversa cotidiana; los grandes centros de poder mundial han decidido de una vez por todas el derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro ─por complacencia, a solicitud y capricho, de la diversidad opositora venezolana─.
─¿Conocemos las consecuencias, fines y propósitos reales?
El derrocamiento de Nicolás Maduro lleva consigo el desconocimiento de la Constitución Bolivariana y con ello el finiquito de la institucionalidad democrática y republicana.
─¿Cuánto más nos afectará? ¿Veremos a estas mismas personas vociferando, con tanta vehemencia? En la calle reclamando libertad, que nos dejen vivir en paz, ¡que nos dejen respirar!
Para las poderosas y malignas fuerzas externas, con sus adláteres internos, la opción electoral, política y democrática, no es ni ha sido nunca la vía para la toma del poder en Venezuela. A la oposición venezolana, durante los últimos 18 años, quieren y requieren imponerla por la fuerza, por desconocimiento de la Constitución; acuerdos, tratados, derechos y convenios de ella derivados.
¡Hay una piñata de la que las malignas y poderosas fuerzas interventoras quieren seguir usufructuando en detrimento de la sociedad venezolana! Como en todo el continente, para ello requieren de "gobiernos" títeres, sumisos, adláteres ─cual perritos alfombreros─.
¿Qué será de los opositores de a pie? La mujer, el hombre, los viejitos, los pobres, los profesionales…, los venezolanos comunes y corrientes asalariados del Estado-Nación que, enchufados o no, tanto difieren del gobierno y añoran a voces, con vehemencia, la buena y fructífera vida cuarto republicana. Los que en las calles, en los medios, en las redes ¡claman por tan milagrosa y prodigiosa intervención!
─¿Serán los mismos intereses?
Las escuelas, liceos, universidades públicas, docentes…, contratos colectivos, pensiones, jubilaciones, derechos laborales, sociales, políticos, religiosos, humanos…, ¿los respetaran? ¿los mantendrán? ¿Los mejoraran?...
¡El neocolonialismo no viene a salvarnos de la dictadura de Nicolás Maduro! Viene a destruir, a devastar, a confiscar nuestro don de gente, nuestra forma republicana de vivir en libertad, en democracia. Viene a conculcar nuestra República y su Constitución Bolivariana. Viene a conminar nuestra libertad, soberanía e independencia. ¡Viene a imponer su visión y acción colonizadora sobre el nuevo mundo!
─¡Después, inmersos en tal barbarie, no será tiempo de quejarse, del yo no fui, yo no sabia, yo no estaba de acuerdo…! ¡Será tarde!.