La Unión Europea y Trump, bolas de "Heil Hitler", a coger los fusiles, hermanos…

Lo que Trump ha dicho sobre América Latina y África está en el alma de la Unión Europea, Canadá e Inglaterra. John M. Ackerman ha dicho, por ejemplo, que para Trump, los mexicanos no son más que una bola de "violadores" de un "país de mierda" que merecen ser pisoteados y excluidos de la sociedad. Pero mientras más se arrastran México, Colombia, Honduras y Guatemala, más mierda los llama Trump.

La Unión Europea está gobernada por Alemania, su motor, y la Ángela Dorotea Merkel es profundamente seguidora del Mein Kampf, de Hitler, su libro de cabecera. Por eso el TERRORISMO es un ingenioso invento de los europeos, así también como ese otro bello subterfugio llamado "Derechos del hombre" o "Derechos humanos". De tanto amar el terror, Europa acabó por engendrar a ese Frankenstein llamado Estados Unidos, que superó a su madre en el refinamiento de cuantos crímenes hubo en el pasado. Este asqueroso esperpento (EE UU) comenzó a recorrer palmo a palmo todos los lugares en los que su engendrador había estado para afianzar sus horrores y exterminios. Estados Unidos es una extensión en otro continente de la más espantosa máquina de aniquilamiento de pueblos que hasta hoy se haya conocido.

Imagínense por un instante que el presidente Nicolás Maduro solicitando sanciones a la Unión Europea (UE) por haber reprimido como lo hizo a los terroristas de la masacre a "Charlie Hebdo". De haber Maduro realizado tal propuesta, habría caído sobre nosotros la OTAN como bestia iracunda dejándonos borrados del mapa, peor que lo que le hicieron a Libia.

(Ver correr la sangre como grumo, revuelta en los cabellos destrozados de Gadafi, enloqueció de alegría a los bestiales enfermos de la oposición que rogaban a EE UU y a la UE se le hiciera lo mismo a Chávez y a los chavistas… Todavía sueñan -húmedamente- con eso…).

Pero resulta, que la UE ahora nos sanciona por habernos defendido de los escuadrones terroristas de la MUD.

A los presidentes que la UE y EE UU no pueden doblegar, los llaman dictadores, monstruos, bestias, déspotas y narcotraficantes. A sus terroristas, masacradores y narcos los califican de "rebeldes", "héroes", "próceres", "batalladores por la libertad", "sacrificados luchadores por los derechos humanos",...

Para ser calificados como nación decente ante la UE y EE UU, ante HRW, ONU, OEA, SIP, CNN, DW, BBC, NYT, TVE…, nosotros los venezolanos, cuando algún mercenario nos agreda, debemos ipso facto ponernos en cuatro manos, y pedir que nos violen, arrasen, aplasten, escupan, desollen, humillen, destripen, empalen, estupren,… Porque esta es la única vía que concibió Hitler, para que mereciéramos el calificativo de "seres civilizado".

Nadie en el mundo occidental ultra-civilizado vio en el descuartizamiento de Gadafi nada monstruoso ni asqueroso: más bien lo aplaudieron, salieron a celebrarlo con fruición y a quemar cohetes con delirios. Sobre todo, porque Hillary Clinton sentenció: "We came, we saw, he died". De nosotros, ante los terroristas de habernos puestos en cuatro manos para que la UE y EE UU nos violara, con sometimiento y dulzura, les habríamos proporcionados otros demenciales orgasmos a Trump, a Macrón, Rajoy, Merkel, etc.

Nos vemos en la obligación de profundizar en la naturaleza de estos imperios que hoy nos atacan con sevicia y locura total.

América fue masacrada jamás descubierta; ultrajada jamás reconocida; ordenada y reglamentada jamás aceptada. Simón Bolívar nos abrió los ojos y comenzó esta guerra que lleva siglos…

La maldición de América estalló una vez que llegaron los españoles. Para decirlo en palabras Jean Marc de Civrieux:

Había Kahuña (el Cielo). Los Kahuhana vivían allí, como ahora. Son hombres buenos y sabios. Así era también en el principio. No se morían; no había enfermedad, maldad ni guerra. El mundo entero era el Cielo. Nadie trabajaba ni buscaba comida; la comida estaba siempre preparada, lista.

No había animales, demonios, nubes ni vientos. Había luz. En lo más alto del Cielo estaba Wanadi, como ahora. Daba su luz a la gente Kahuhana, alumbraba todo, hasta en lo más bajo, la tierra. Por el poder de esa luz, la gente siempre estaba alegre, tenía vida, no podía morir. No había separación entre el Cielo y la Tierra; no había como ahora, la puerta del Cielo. No había noche, como ahora. Wanadi es como un sol sin atardecer. Siempre era de día; la Tierra era como una parte del Cielo.

Entonces sobrevino en 1492 una gran tragedia, algo así como un Holocausto multiplicado por cien mil, porque aún no termina, y la Unión Europea junto con Estados Unidos están dispuestos (por su inmunda y criminal naturaleza) a prolongarlo por los siglos de los siglos: A América, Europa y Estados la han envenenado y la han herido de maldición, desde su descubrimiento, hasta los términos de la predicción. (Simón Bolívar).

Antes, en busca del sentido de ese abominable "progreso" que tienen los occidentales, los gringos abonaron con los huesos de los indios la tierra para que el arado de los blancos pudieran abrirla; hoy la abonan con los huesos de África y América Latina…

La situación de nosotros, los latinoamericanos, se ha complicado espantosamente: hablamos un idioma colonizador que nos han prestado, el español; un idioma que en Europa responde al poder racistas de los gringos, y en un momento en que los gringos y los europeos amalgaman su alma en sus principios esclavistas, colonizadores y masacradores de pueblos, y un racismo cada vez más delirante. A la Unión Europea y a Inglaterra en el fondo le ha parecido maravillosa esa expresión de "países de mierda" para referirse a Haití a y a los pueblos africanos.

Los gringos y los europeos después de haber borrado los indios de nuestro continente, nos han borrado las pocas lenguas indígenas... Se trata de una fase del mismo proceso de exterminio. Al mismo tiempo han reforzado su colonización colocando de jefes a unos escuadrones de malinches, vestidos exquisitamente, como Juan Manuel Santos; enjutos seductores, estéticos, melindrosos, amuñecados: con trajes confeccionados en París y con pajaritas alzadas verdes y amarillas, según las exigencias de la moda; abajo están sus esclavos que se mueven con blue jeans talladitos al cuerpo, zapatos deportivos, franelas estampadas con figuritas de Mickey Mouse, Pato McDonald o Pluto. Eso es el modernismo que hemos asimilado, con correcta ambivalencia, con alevosa cortesía, y "buen trato", con besitos en las mejillas (antes nos dábamos uno, y ahora a lo español, nos están obligando a que nos demos dos).

Ha sido ese sentido del "progreso" el que nos ha escindido que provoca que una banda de locos salga a las calles (a guarimbear) a pedir libertad pero conjuntamente con ello quemen a unos cuantos negros ((para así mejor liberarse de sus "taras"). No fue Bolívar ni tampoco Chávez, como dicen algunos pendejos sumisos de la izquierda y los jeques de la oligarquía quien nos dividió...

Nos ha escindido ese mundo de los centros comerciales, de las comidas rápidas, las bazofias de Hollywood, de los traumas subliminales e inducidos por las redes sociales.

Ya la gente siente que no tiene pasado y que ni le interesa. Que sólo tiene tendencias, selfies, whatsapps, twitters…; ha desaparecido la persona, el ser individual y pensante, con criterio propio. Sólo quedan mensajes cortos y matizados por los disimulos, por los edulcorados clisés, las poses, las sugestiones de los youtubers y las subjetividades de risas enlatadas.

Con pocas tradiciones firmes, y con una historia desfigurada desde afuera, falseada, con casi nada propio, vivimos entre enemigos y extraños, entre millones de seres que anhelan ser esclavos de cualquier capataz e irse del país porque no soportan sus rostros amulatados, ni de lo que tienen en su tierra, ni el idioma prestado que hablan en sus casas. Aman los látigos, la humillación y el escupitajo del explotador.

Llevan herrado en las sienes la condición de los "descubiertos" y como tales vivir de la cultura y de la ciencia que nos proveen los "descubridores".

Qué cosa.

El término "descubrimiento" fue acuñado por la "genialidad" del que siempre ha andado en plan de descubrir. Europa es experta en estas vilezas; DESCUBREN los que llegaron de otras tierras, no quienes aquí estaban instalados desde hacía siglos en sus tierras, y que comprendía un territorio mucho más grande que el pervertido continente de los exterminios y del poder cristiano. No sabían que existían quienes ya estaban instalados con sus tradiciones antiquísimas, con sus dioses benignos o terribles según el caso; con su exquisita orfebrería y organización social, sus sueños fabulosos de creación poética fantástica.

Esta tierra tenía que ser "descubierta" para Europa, no para América. La práctica del chovinismo cultural echándole en cara al indio, al "salvaje", el derecho del "hallazgo", e izando las banderas de la muerte que proclaman: Esto es mío, porque lo he encontrado primero, sin caer en cuenta, insistimos, en que estas tierras ya tenían dueños (si es que de veras alguien puede ser dueños de ellas), que eran sanos y poseían una civilización armoniosa, una religión que no quemaba herejes ni amenazaba con el infierno eterno a sus semejantes.

El certificado de "DESCUBRIDORES" lo sellaba y refrendaba Europa, como si ella fuese la madre depositaria del Registro Universal, cuando en realidad estaba tan despistada moral y espiritualmente que propagaron en estas tierras de "América" las injusticias más sórdidas y los elementos de la servidumbre más atroz. Claro, habían descubierto riquezas en el sentido europeo, con métodos de explotación bárbaros y un sistema económico que era totalmente extraño para los naturales de nuestro continente. Garrapateó Colón en su diario (navegando hacia estas tierras): "Donde encuentre oro y especies en cantidad, allí me quedaré hasta que reúna cuanto me sea posible".

No hubo ningún "DESCUBRIMIENTO'". El que llegaba desenfundó la espada, el que los recibía ofreció su casa. Por la gran generosidad de los nativos, jamás llegaron éstos a acuñar el término de que habían DESCUBIERTO a barbudos extranjeros que llegaban con sus arcabuces y como demonios desaforados y malditos sobre caballos. Fueron los europeos quienes utilizaron la palabra "bárbaro" para definir a los pobladores de América y entronizaron prácticas maquiavélicas con las que infectaron la política de los aborígenes, levantaron comunidades plagadas de aberrantes destrozos morales. No tenían tiempo para estudiar y analizar concienzudamente cuanto se desenvolvía ante ellos, puesto que tenían toda su atención en una desenfrenada locura por hacerse ricos; como este desenfreno produjo cierto rechazo, entonces "descubrieron" los europeos que a los nativos les iba muy bien el término de "salvajes", por lo cual se despojaron de todo escrúpulo e hicieron de la cruz y de la espada una misma cosa, y aperrearon y quemaron pueblos enteros.

El carácter utilitarista del europeo venía en la expresión sutilmente criminal de "hemos descubierto América". Era el absurdo sentido de la "propiedad" que ya hacía estragos en la sociedad de los blancos, porque no pensaron en otra cosa sino en explotar, esclavizar, asesinar. Traían en la sangre el concepto de propiedad como viene definido en el derecho romano; "el derecho de usar y abusar de las cosas en cuanto lo autorice la razón" y puesto que los naturales iban a ser catalogados de "salvajes", la razón sería suficientemente amplia como para justificar los desmanes que llevarían a cabo (además con el piadoso proceso de la Evangelización, de la conversión).

Para completar el horror, los conquistadores dejaron asentados en estas tierras a generaciones de intelectuales para los cuales constituía un gran orgullo provenir y ser de la estirpe de quienes nos ultrajaron y explotaron. La lista de estos hijos adoptivos de la oligarquía imperial goda provoca espanto: Fermín Toro, Arturo Uslar Pietri, Mariano Picón Salas, Guillermo Morón (Mojón), Mario Briceño Iragorry, José Gil Fortoul, Pedro Manuel Arcaya, Laureano Vallenilla Lanz, César Zumeta, Elías Pino Iturrieta, los Carrera Damas, …

Don Mario Briceño Iragorry era un admirador de las fórmulas sacramentales del quirite romano cuando estos señores del imperio asumían el dominio de un lugar y mediante ritos con estolas y báculos -que la Iglesia Católica copió del Imperio Romano- declaraba la "posesión del espacio contra el vacío del desierto". Don Mario creía en el "Poder Cósmico de la Anunciación Divina", el cual justificaba la presencia y dominio de España en América y el derecho de decir a los "salvajes": "-¡Escuchad extraños, hemos descubierto esta tierra y por tanto es nuestra! Quedaréis obligados a nosotros. Nos debéis todo: vuestras vidas, vuestras mujeres, vuestros hijos y cuerpos porque carecéis de Alma".

Como el comercio era el pretexto para dominar sobre lo que les pertenecía, trajeron la esclavitud sin ninguna clase de reservas morales. De África Occidental, en un período de cuatro siglos, fueron traídos a América cerca de veinte millones de negros.

Por lo cuál, qué gran alharaca armó Felipe González y toda la inmunda tradición goda con aquel 12 de octubre de1992 y la Expo-Sevilla, a la que asistieron como indios cientos de miles de venezolanos; lo hicieron con saraos reales y ditirambos de fraternidad (después que te han robado y asesinado), como si acaso hubiese sido muy justo, equilibrado y hermoso aquella destrucción de un continente paradisíaco: el grandísimo genocidio de comunidades bondadosas que salieron al encuentro de los extranjeros con franca generosidad y hospitalidad, y que tuvieron el error (honorable, en términos de Claude Levi Strauss) de ver en ellos a dioses. Destrucción de seres que en realidad eran amantes de la paz y que, como escribieron muchos frailes, eran sencillos y no posesos de las riquezas ni de bienes materiales; casi ascéticos en sentido monacal; que se gobernaban mejor que los europeos y gozaban de una mejor y bien fundamentada libertad individual. Nada raro sería si en el futuro se llegara a organizar la Expo-Berlín para celebrar los 500 años de la incineración de cinco millones de judíos (por Hitler).

Escribió el fraile recoleto Gabriel Sagard: "Quiera Dios que los paganos puedan convertirse; sin embargo, al mismo tiempo, temo que al hacerse cristianos pierdan su sencillez y su paz, no, desde luego a causa de que los mandamientos divinos pudieran hacer que esto fuera insoslayable, sino porque la corrupción que se ha deslizado entre las filas de los cristianos, se trasmite fácilmente a los bárbaros conversos."

Horror de horrores, …



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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