¿Por qué las nuevas capacidades estratégicas de Rusia llegan como un shock a la comunidad de inteligencia de EEUU?

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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Estados Unidos gasta algo así como unos ochenta mil millones de dólares anualmente en la recolección y análisis inteligencia. Cuando se fundó la CIA mediante el Acta de Seguridad Nacional de 1947 la intención era crear un mecanismo capaz de advertir sobre cualquier tipo de amenaza inminente. El recuerdo de Pearl Harbor en 1941 cuando Japón atacó la base naval norteamericana, aún está fresco y la legislación se popularizó a través de la consigna de "No Más Pearl Harbors".

A pesar de la dedicación de ingentes recursos económicos y de personal, ha habido algunos grandes fracasos de inteligencia durante los últimos setenta años, comenzando por la incapacidad de anticipar el estallido de la Guerra de Corea incluyendo la incorporación de falsa inteligencia sobre armas de destrucción masiva en manos de Saddam Hussein. Pero, el más reciente fracaso es quizás el más significativo que el de Corea e Irak.

El primero de marzo recién pasado, el presidente Vladimir Putin habló ante la Asamblea Federal de su país más un enorme grupo de periodistas nacionales y extranjeros bosquejando sus planes para la economía y también sobre otros tópicos nacionales si resulta reelegido este mes. En el último tercio de su presentación se refirió a la defensa nacional y su contenido fue claramente dirigido a la audiencia global, particularmente a Estados Unidos.

Explicó que "durante todos estos años, desde el retiro unilateral de Estados Unidos del Tratado ABM el año 2001 hemos estados trabajando intensamente en equipos y armamentos avanzados lo que nos permitiría un avance en el desarrollo de nuevos modelos de armamento estratégico."

Putin se refería al proyectil balístico intercontinental RS-28 Sarmat el cual tiene un alcance casi ilimitado y una ultra alta velocidad lo cual le permite emplear trayectorias y realizar ataques desplazándose por sobre el Polo Sur burlando a los actuales sistemas de defensa anti misilísta de Estados Unidos. Rusia también ha producido y ha emplazado un sistema de arma supersónica planeadora denominado Avangard.

Pero el verdadero cambio en el juego lo introduce la habilidad de Rusia para negarle a Estados Unidos la capacidad de proyectar su poderío a través de su fuerza naval. El ya desplegado proyectil anti navíos Kinzhal lanzado desde el aire, tiene un alcance de dos mil kilómetros a una velocidad supersónica que lo hace casi imposible de interceptar. Este desarrollo ha logrado que el grupo de trece portaviones que posee Estados Unidos sea obsoleto. El presidente Putin dejó en claro que Rusia cuenta actualmente con una abrumadora ventaja militar en cuanto a misiles crucero y misiles balísticos capaces de penetrar las defensas norteamericanas.

Esta nueva realidad podría o no podría incitar a los políticos en Washington de aproximarse a Moscú y buscar una nueva ronda de negociaciones para el control de armas, pero el verdadero shock que deriva del anuncio de Putin es el fracaso de la comunidad de inteligencia para anticipar esos desarrollos e informar sobre su significación. Algunos de los nuevos sistemas no eran tan secretos, por ejemplo, el desarrollo del Sarmat era bien conocido por los gobiernos occidentales desde hace años.

Sin duda alguna habrá en Washington un torneo de culpabilidades en torno a la incapacidad para saber sobre los programas de armamentos de Rusia, pero las preguntas que seguramente no se harán se relacionan con las mismas agencias de inteligencia y sus capacidades o ausencia de ellas. No es ningún secreto que organizaciones como la Agencia Central de Inteligencia han visto que sus misiones básicas han cambiado desde el año 2001. Organización que solía enorgullecerse de su capacidad para realizar clásicas operaciones de espionaje, incluyendo reclutamiento y el envío de espías, de repente escuchó a los legisladores que estas habilidades ya no se necesitaban. Muchos funcionarios se tornaron supernumerarios o fueron obligados a jubilar eran aquellos individuos que se habían destacado en operaciones dirigidas contra la vieja Unión Soviética. Ellos poseían el lenguaje y las habilidades culturales para recolectar información sobre Rusia. Con su partida, aquellas habilidades en gran medida también se desvanecieron.

En vez de espiar, las agencias de inteligencia norteamericanas trabajaron principalmente contra lo que describía de manera amplia como el "terrorismo", emplearon la tecnología para ubicar blancos potenciales y matarlos. Los Servicios Clandestinos de la CIA, una vez el paraíso de sus espías se convirtió durante el gobierno del presidente Barack Obama en una operación principalmente de carácter paramilitar, enfocada decididamente en soluciones militares antes de que espionaje. Este proceso se aceleró durante el mandato de John Brennan en la CIA quien trabajó arduamente para reducir la influencia dentro de la agencia de los espías anteriores. Se dice que Brennan una vez quiso convertirse en espía pero que fue expulsado del programa de entrenamiento como "no idóneo".

De tal modo que ¿Habrá Estados Unidos aprendido que sus agencias de inteligencia lo están haciendo todo mal y que la estrategia de defensa nacional se ha hecho insostenible debido a que las relaciones ruso-norteamericanas se encuentran en una nueva postura? Es posible, pero lo más probable es que Washington evitará hacer las preguntas duras.

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Philip M. Giraldi

Consultor. Ph.D., Director Ejecutivo del Consejo para el Interés Nacional


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