El resultado de la primera vuelta en la elección presidencial de Ecuador coloca a las fuerzas populares de ese país en situación de emergencia. Su desafío es impedir que en la segunda vuelta el gobierno quede en manos de la derecha más reaccionaria y proimperialista representada por el multimillonario Alvaro Noboa. Como afirmó el candidato de Alianza País, Rafael Correa: “Es la hora de unirnos, la patria está en peligro”.
Correa, segundo en votación en el primer turno con 22.49 por ciento de los votos -cuatro por debajo de Noboa- tendrá que enfrentar a toda la derecha unida en torno al magnate el próximo 26 de noviembre. La tarea es mayúscula porque el candidato derechista cuenta, como siempre, con el apoyo de Estados Unidos, de la maquinaria mediática, de los poderes fácticos y además su cuantiosa fortuna personal, amasada con la explotación inmisericorde de los trabajadores del banano.
El peligro de un eventual triunfo de Noboa en segunda vuelta no es sólo para el pueblo ecuatoriano, que en esa circunstancia vería profundizarse las peores políticas de las últimas décadas: entrega total del petróleo a las transnacionales, aprobación del TLC por un Congreso sumiso, desmantelamiento de lo que queda de las conquistas sociales, subordinación al Plan Colombia, mayor empobrecimiento y marginación.
El peligro es también el de una yanquización de la región andina, donde al fascista Alvaro Uribe y al servil Alan García se sumaría Noboa con todo lo que ello implicaría de amenaza para los gobiernos de Evo Morales y Hugo Chávez así como para los movimientos populares de la zona.
La campaña de Correa parece abierta a alianzas con todas las fuerzas de izquierda y patrióticas dispuestas a cerrar el paso a Noboa y hay ya señales alentadoras de parte del legendario partido indígena Pachakutik y el MPD de Luis Villasís. Incluso, no hay que dudar que al menos la base de la socialdemocracia se incline a votar por el candidato de Alianza País.
Correa ha levantado las mismas propuestas por las que ha luchado el movimiento indígena y popular ecuatoriano: no al TLC, no prórroga del convenio sobre la base militar yanqui de Manta, renegociación de la deuda externa para dedicar los fondos rescatados al gasto social, priorizar la inversión productiva sobre la especulación financiera, convocatoria de una Asamblea Constituyente soberana, integración latinoamericana. Ha dicho que excepto con la partidocracia(partidos del sistema) buscará alianzas con otras fuerzas sobre la base de acuerdos en puntos programáticos y no de cesión de cuotas de poder. Esto es precisamente lo más saludable para las fuerzas de izquierda y los movimientos sociales a la hora de asegurar el cumplimiento ulterior de sus promesas por Correa.
La campaña de Correa también ha planteado convocar a un “gran encuentro ciudadano” a partir de comités barriales para definir la estrategia de la segunda vuelta. Esta acción puede tener gran calado si se emplea para discutir los problemas de fondo del país y descaracterizar las promesas demagógicas e incumplibles de Noboa. Parece crucial llevar esta discusión al suburbio guayaquileño, decisivo granero de votos donde Noboa ganó ampliamente.
Ahora se intensificará la guerra sucia contra el candidato alternativo, que evidentemente le hizo daño en primera vuelta. Pero las calumnias y mentiras se pueden desmontar en el diálogo franco y abierto con el pueblo.
Los partidos de izquierda y los movimientos sociales ecuatorianos, que no pudieron llegar a una fórmula unitaria para las elecciones y no apoyaron a Correa en primera vuelta, ahora no sólo pueden aportarle los votos de sus integrantes sino su experiencia en el debate y la lucha política de la que carece el novel partido del candidato. Esta hora requiere de todos modestia, generosidad y dejar a un lado el sectarismo en aras de impedir la entronización en la patria de Eloy Alfaro de una sucursal del fascismo bushista.
La batalla política en ciernes exige una gran unión de fuerzas populares frente a esta amenaza y un despertar de conciencias sin precedentes. Las potencialidades para articularlas sólo existen en los movimientos sociales ecuatorianos. Estos serán imprescindibles no sólo para hacer llegar a Correa a la presidencia sino para que este pueda establecer un gobierno con firme y organizado apoyo social sin el que no podría poner en práctica sus propuestas frente a la resistencia de la oligarquía y el imperialismo.
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