Desde las entrañas de la White House las intrigas palaciegas, por control y poder imperial, no cesan, ¡evocan tiempos de decadentes, anárquicos y extintos imperios! Los medios, obsesionados y dispuestos contra el nobel mandatario, están a la saga de cualquier adversidad, tropiezo, pronunciamiento… buscan, hurgan, con premura y malignidad, razones para señalarlo, enjuiciar y condenar. ¡En la intriga palaciega el papel de los medios es desprestigiar al excelso empresario que hoy ejerce la primera magistratura y autoridad del más poderoso, despiadado e inhumano imperio! ¡Caricaturesco imperio!
En la mañana, con elevada audiencia, espectacularidad y propaganda, los noticieros dan cuenta del continuo desliz sexual del mandatario; demandas por acoso sexual, daños y perjuicios…, incumplimiento de contratos, cuentas por saldar con trabajadoras sexuales… todo un aquelarre del excéntrico Donald Trump. ─¡Hasta Alicia Machado dijo haber sido victima de tan lamentable y bochornoso acto de persecución, de seducción, de acoso, de acto y contrato fallido por el ahora gobernante estadounidense!─ Los medios y propagandistas anti Donald Trump toman la cumbre, ¡mejor posición y señalamiento imposible!
La White House es un hervidero de intrigas y felonías al descubierto, como nunca antes los dimes y diretes no paran. ─¡La nación requiere, exige explicaciones…! ¿quiere la verdad?─ Al fin de cuentas no sólo es la historia oculta de Donald Trump, es de todos y cada uno de los que por allí a pasado, uno más o uno menos perverso que el otro, ¿a quién le importará?
Tras el convulso y agobiante día, desde los aposentos privados, familiares; Donald ante un gigantesco espejo mira una y otra vez su desnudez, de frente, de perfil, derecho izquierdo; ¡no está de acuerdo!, señala, ataca, sanciona al espejo. ¡No refleja al Donald poderoso, cual ateniense, dios, conquistador, emperador ─Aquiles, Platón, Julio Cesar, Nerón, Carlo Magno…─, no, el espejo; en primer plano refleja una marchita, flácida, esperpéntica humanidad. Atrás, en segundo plano, sobre el lecho nupcial, la señora esposa; preciosa, esbelta, jovial… delicada, enigmática, exuberante, una diosa de múltiples facetas en cuerpo humano, de sexuales rasgos femeninos a flor de piel ─¡la envidiable Melania!─, lo espera impaciente. ¡Deseosa reclama atención, requiere la furia contenida del nobel emperador! ¡Esa inconclusa, fallida ante trabajadoras sexuales que hoy lo acusan!...
¡El emperador está perdido y culpa al espejo! ¡Culpa al mundo de su impotencia, de su incapacidad, fisca y mental…!
En Europa, esa de los otrora poderosos imperios, se burla de Ángela Merkel, la atropella, la empuja, la desprecia, la aparta de la escena fotográfica, no la quiere a su lado. A Emmanuel Macron, lo ama, lo alaba, lo ensalza en un pedestal de halagos, le mueve el piso hasta el ridículo como ningún otro jefe de gobierno en el mundo, el hazmerreir de la farándula mundial, ¡todo un payaso de circo el pobre Macron!, cambiándose de posición en plena foto de familia u oficial para posar al lado de Donald Trump. Al rey español lo baipasea mientras demanda acciones de Mariano Rajoy, ni decir del reinado y gobiernos británicos a quienes ha logrado separar de la UE. En América Latina desmerita, desacredita a los pueblos y naciones, los insulta, los denigra, mientras los gobernantes adláteres de México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Brasil, Chile, Argentina… se autodefinen “perritos alfombreros” a su servicio y disposición en contra del poder soberano de sus Estados-Naciones, por momentos les vuelve la espalda, los deja plantados y con los planes hechos. ¡No tienen dignidad! ¡No tienen perdón de Dios! ¡Ni del pueblo que los eligió!
Conminado el grandioso espejo a mostrar, al amanecer del día siguiente, el deseado mundo, Donald se vuelve, camina hacia el lecho matrimonial donde lo espera impaciente la delicada y ya bien condicionada señora, la mira de reojo, vacilante, con arrogancia, con desprecio…, se viste mientras le reprocha y sanciona por aparecer en su espejo.