En un baúl de los tantos que debo tener en mi memoria, guardo esa canción que interpretó (curiosamente) Jorge Negrete del México lindo y querido, si muero lejos de ti. Para un mexicano de hoy con Peña Nieto, ya no hay motivos para irse a morir muy lejos y pedir (si se muere lejos) que lo entierren en su México lindo y querido. En México ya no es tan complicado enterrar al alguien.
Si me fijo en lo despreocupado que ha estado la OEA, el grupo de Lima y cualquiera comisión de derechos humanos dependiente de la OEA, uno calcula que a los mexicanos le ha dado por suicidarse en masas y una vez producido ese extraño fenómeno, todos ya con la pata estirada, construyen un hueco para tirarse en ellos y darse por enterrados.
Una historia como esta de México, también puede ser contada usando la figura de muchos campesinos. Los campesinos mexicanos cada vez que deciden abrir sus surcos para dejar sembradas semillas de maíz, todos se tropiezan con dedos, brazos o piernas de muchas personas, que bajos los gobiernos de Fox, Calderón, Peña Nieto y otros más, decidieron suicidarse en masas y enterrarse ellos mismo en fosas. Nadie habla de una remota posibilidad de un Estado fallido en México.
La historia, si me oriento por la manera tan anti parabólica en cómo este mundo "humanitario" y "democrático" ha omitido este extraño fenómeno mexicano, cabe contarla también, desde una perspectiva infantil. Puede contarse así: muchos niños mexicanos al querer abrir un huequito para jugar picha y hoyo, como se jugaba en Margarita, le salían manos, que por supuesto no eran manos peludas.
Esta actitud tan anti parabólica del mundo "humanitario" y "democrático", va dejando en el olvido la desaparición de los 43 jóvenes estudiantes Ayotzinapa, que Peña Nieto no pudo determinar cuándo tomaron la decisión de suicidarse y una vez ejecutado el suicidio, planificaron con sobrada premeditación alevosía, el lugar escogido para enterrarse y cavaron el hoyo o fosa.
En el antepenúltimo huequito que alguien se le ocurrió abrir en México para hacer cualquier tontería, salieron 166 desaparecidos, que por supuesto no estaban de parrandas. 166 desaparecidos que padecieron este extraño fenómeno de desaparecer para luego dejarse ver en un hueco o fosa.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México (CNDH) precisa que entre el 2007 y el 2018, se pueden contabilizar 1.307 huecos (fosas) de estos, que suelen construir ciertos mexicanos después de suicidarse para ocultarse y asegurarse, que su suicidio en masa, pasara sin penas ni glorias por las cumbre borrascosas de la OEA, grupo de Lima o de las "profundas" y "humanitarias" reflexiones que pueden producir Macri, Duque, Uribe, Santos, Peña Nieto, Bachelet, Piñeira y otros más, que nos llegan a través de los medios de (in) comunicación como El Tiempo de Bogotá, El País y ABC de España, El Clarín de Argentina o El Mercurio de Chile.
Se han descubierto en este México tan humanitario como la Colombia de Uribe y Santos, un total de 1.307 fosas que no son todas las que son. Esta historia, seguro no termina con la fosa 1.307 repleta de desaparecidos. Seguro que en este México lindo y querido, las fosas son un lugar común de esta democracia que no admite un minuto en una cumbre.