Mi línea de pensamiento fundamental es que el poder mundial no cree en la democracia, en la paz y en los derechos humanos. Como he sostenido en otros trabajos, el capital ha venido resignificando estos tres principios transformándolos radicalmente en la práctica social cotidiana. No creo que Trump, resignado, diga, "tanto nadar para morir en la orilla". Esto es lo que los hechos que conozco me indican. ¿Será?
Sea cual sea, el resultado en Brasil tendrá un impacto, creo que decisivo, sobre los acontecimientos en la región latinocaribeña. Todo puede estar en juego.
Sobre la resignificación de la democracia, los derechos humanos y la paz
En mi trabajo "La derecha fue por lana a la ONU y está saliendo trasquilada", publicado recientemente en "Aporrea", sostengo sobre ese tema lo siguiente:
"Ellos han resignificado la democracia, la paz y los derechos humanos. Señalaremos esos nuevos significados, que en verdad son muy viejos, que van siendo remozados de acuerdo a las singularidades del desenvolvimiento de los tiempos. Veamos:
-
Democracia es la libre expresión de los valores de la competencia en el mercado como la forma "natural" de la relación entre los seres humanos, es decir, que los valores y las prácticas del mercado sean las que gobiernen el mundo, el hecho social que medie la relación entre los seres humanos, la vida en sociedad y de los seres humanos con la naturaleza.
El amor altruista, es decir, dar sin esperar nada a cambio, no tiene sentido. El cambio es un hecho esencial y la libertad es la posibilidad de intercambiar sin restricciones. Todo está fundado en el interés privado y se intercambia como la forma en que se equilibran los distintos tratos que unos seres les proponen a los otros, mediados por el dinero, orientados a satisfacer el egoísmo de los individuos. La democracia consiste en que estos intereses puedan expresarse sin restricciones convertidos en derechos universales. Sin que el Estado le ponga trabas a la libertad de intercambiar sobre la base de los acuerdos individuales, sin restricciones. Eso es la libertad, como la base de la democracia.
Desde los siglos XVII y XVIII, ya se habían establecido estas ideas. Entre los primeros en presentarlas, está Bernard Mandeville, en su obra, La Fabula de las Abejas, sostiene:
«Después del hambre, son el orgullo, la codicia, la envidia y la ambición, los capataces y patronos de todas las industrias, artes, ciencias, oficios y profesiones.
Nos ganamos la vida suciamente gracias a la gula y la codicia ajena. No existe profesión ni comercio sin engaño. El lujo dá (SIC) trabajo a un millón de personas, y el orgullo a un millón más. Ambición y vanidad son los grandes promotores de la industria.
La mejor de las virtudes necesita la asistencia del peor de los vicios. Si todos bebiéramos lo que necesitamos, o comiéramos solo lo que nos sienta bien, la economía no prosperaría. Las tabernas contribuyen sin duda a la embriaguez y embrutecimiento de la gente, pero los impuestos provenientes del alcohol suponen una parte considerable de la renta nacional, sin olvidar la que aporta el cultivo de la malta y el trabajo que su comercio proporciona a destilerías, taberneros, carreteros" … (http://andresherrero.com/actualidad-de-mandeville-o-como-el-mercado-convierte-los-vicios-privados-en-publicas-virtudes/)
Fue él quien divulgó y popularizó la frase: "vicios privados, virtudes públicas."
-
La paz es la conquista de la victoria de esos derechos, el triunfo del individualismo, que define al "hombre" como centro del universo, de la creación (antropocentrismo). La victoria de la sociedad machista y la sumisión de la mujer. La victoria de la supremacía blanca y masculina. Esa victoria es la que garantiza la paz y viene ocurriendo que generalmente se conquista la victoria, pero históricamente la victoria de unos y la derrota de otros, no ha conducido a la paz. Lo común es que el derrotado se mantenga pensando en la revancha. Pero para el capital, es la victoria la que garantiza la paz, porque la victoria sobre los trabajadores es la que permite el crecimiento de la tasa de ganancias.
-
Los derechos humanos son los derechos del competidor más eficiente, el que sabe aprovechar las oportunidades que diariamente el mercado está ofreciendo. No los derechos del "parásito" que depende de la protección del Estado. Hay que ser competitivos y eficientes, como generadores de riqueza. El Estado y la sociedad deben garantizar eso como derecho humano. Son los derechos de los más eficientes, los que saben buscar y aprovechar las oportunidades. Los débiles son los que por ineficientes no saben descubrir las oportunidades que diariamente el mercado está ofreciendo. En un mundo donde las desigualdades son permanentemente crecientes es muy difícil que ese sea el camino para que los seres humanos pueden crecer y madurar juntos y solidariamente progresar hacia una sociedad cada vez mejor, construida con el esfuerzo de todas y todos."
Ellos, implícitamente están planteando esta pregunta: ¿Cómo privilegiar los derechos de los incompetentes, perezosos? ¿A favor del que no sabe competir? ¿Es necesario que el Estado organice un sistema de normas para regular lo que las relaciones diarias ya han organizado eficientemente?
En otros trabajos he demostrado cómo esta noción de la eficiencia oculta desigualdades notables: las diferencias de acceso a la educación, a una alimentación balanceada a través de generaciones, los prejuicios raciales, etc.
El derecho y las leyes han sido subsumidos por el capital a sus más bajos instintos e intereses
Bien sabemos que cuando el capital para afirmarse, necesitó enfrentarse a los señores feudales, a los monarcas absolutos y otras formas de autoritarismo, como el fascismo, defendió una serie de derechos. Así surgieron las Naciones Unidas y la Declaración sobre los Derechos Humanos.
Pero el poder mundial hoy es peor que una monarquía totalitaria y está en un proceso de supresión del derecho y las leyes que otorgan garantías a los pueblos.
En la fase actual, el capital es el principal enemigo de la paz, los derechos humanos y la democracia.
La guerra sigue siendo la misma maquinaria demoledora de cultura, de convivencia, de paz, democracia… Pero hoy día se ha ido transformando en lobo con piel de cordero, pues mediante la resignificación de los principios mencionados (democracias, paz…), todo lo hace (apoyado en la guerra mediática y psicológica, y si hace falta en la violencia despiadada), alegando los principios universales que niega y prostituye.
Cadena de derrocamientos
El capital logró derrocar a Zelaya en Honduras; luego, en Paraguay, a Lugo; en Brasil, a Dilma. Mediante todas las trampas posibles, lo que incluyó el desacato a una orden de la ONU, logró inhabilitar a Lula. En Ecuador logró que pasara la candidatura de Lenin Moreno y hoy la traición está consumada y Correa podría quedar perseguido por la justicia. Luego, se las arregló para derrotar a Cristina en Argentina y trata de inhabilitarla para que no pueda ser candidata en el próximo período de elecciones. Todo en nombre de la "legalidad".
En Colombia instaló bases militares para combatir el narcotráfico. Pero de año en año, los cultivos y la producción de droga a partir de la coca, se multiplican. En Afganistán ha desarrollado una guerra interminable para combatir el terrorismo y las drogas y hoy en ese sufrido país, el terrorismo crece y el opio sale en los aviones militares de EEUU. En México, el narcoterrorismo domina al Estado y a la sociedad.
Un triunfo en Brasil del fascista Bolsonaro, podría estar sellando la intervención en Venezuela o, ¿alguien cree que después de este largo camino de atropellos, tropelías y crímenes, Trump se colocará una aureola de democracia y le dirá a Bolsonaro, okey muchacho, lo hiciste muy bien, dejemos que Brasil se una a México defendiendo la soberanía de Venezuela? Es poco probable, para decir lo menos.
Las cartas sobre la mesa
Creo que la situación va a depender de hasta donde el pueblo brasileño y la solidaridad de los pueblos y organizaciones democráticas del mundo, puedan movilizarse contra un fraude en Brasil.
Una opinión que llega desde Brasil es la del coordinador general del grupo de análisis del Instituto de Relaciones Internacionales de la
Universidad de San Pablo, Alberto Pfeifer. En este escenario, "una buena parte de la gente está votando anti-PT porque lo rechaza, le
tiene fastidio, y vota por Bolsonaro aunque no sepa qué va a hacer", agregó. De acuerdo con la última encuesta, publicada el jueves por
Datafolha, Bolsonaro cuenta con una intención de voto de 35% y Haddad de 22%, sin que los demás candidatos aparezcan con posibilidades de acceder a la segunda vuelta. Si se consideran sólo los votos válidos –de los cuales un candidato debe obtener la mitad más uno para evitar la segunda vuelta–, el ultraderechista trepa a 39% y el izquierdista a 25%. Esta opinión no difiere mucho de otras que he ido conociendo. Todos dicen que la polarización es muy fuerte y que la derecha está envalentonada. Veremos.
Hay que esperar que la transferencia de votos de Lula hacia Hadadd, se acelere y la diferencia se vaya haciendo menor. En todo caso, habrá segunda vuelta. Bolsonaro ha dicho que no aceptará otro resultado que no sea su victoria. Dado el nivel de información, no estoy en condiciones de hacer una estimación.
Habrá que ver también como quedarán las fuerzas en el congreso de Brasil. Pues en un ambiente de desestabilización, para el futro del próximo gobierno, en el supuesto que Hadadd sea el nuevo presidente, este será un asunto de gran importancia. Conozco algunas estimaciones, pero es mejor esperar.