Vivimos en un mundo donde desde hace mucho la mentira y el miedo gobiernan, donde los grandes medios corporativos nos bombardean continuamente con su mala cultura del militarismo y la violencia, el consumismo compulsivo y la inmediatez. La falsedad más descarada convierte casi como por arte de magia a las víctimas en verdugos, a los dictadores en grandes demócratas y viceversa.
La señora Michelle Bachelet, ex presidenta de chile y hoy alta comisionada para los derechos humanos, supuestamente una mujer de izquierda, gobernó su país durante dos periodos sin ni siquiera preguntarle al pueblo chileno si querían seguir siendo gobernados bajo una constitución redactada por uno de los dictadores más sanguinarios y sus seguidores ultra derechistas, bajo las órdenes directas del departamento de estado norteamericano.
Durante sus mandatos, los estudiantes chilenos trataron en vano de lograr una educación gratuita y de calidad, salieron a manifestarse en las calles pero solo lograron ser violentamente reprimidos por los carabineros. En esos años de una supuesta presidenta progresista, se mantuvo el despojo de los territorios ancestrales mapuches y su entrega a las grandes transnacionales. Se mantuvieron los ataques, la persecución a los líderes indígenas y la represión violenta contra sus movimientos de protesta. Sin embargo la Bachelet tiene el tupé de acusar al gobierno venezolano de violaciones a los derechos humanos, basada además únicamente en los sesgados informes de algunas ONGs que son directa o indirectamente financiadas por el departamento de estado y las grandes corporaciones de la muerte, y convenientemente ignorando la terrible situación de los derechos humanos en Colombia, honduras, Haití y en su mismo chile donde los derechos de los Mapuches siguen siendo violados constantemente. La señora Bachelet, por lo que parece, es una patética encarnación de la hipocresía.
En Ecuador, la revolución ciudadana del ex presidente correa, (arteramente traicionada por el actual presidente Lenin Moreno), pudo controlar la terrible inestabilidad política y la crisis económica causadas por el neoliberalismo, que llevo la pobreza extrema a más del 30 % de la población. El presidente Correa cambió radicalmente la actitud y la vida de los ecuatorianos, les devolvió la dignidad y sacó a millones de la pobreza superando en menos de 5 años la crisis que su país venía arrastrando por más mucho más de una década.
El antes nombrado actual Presidente del Ecuador, que no es ni muy Lenin, ni muy moreno, llego a la presidencia con el apoyo total de la revolución ciudadana, haciendo campaña con un programa progresista, pero al asumir, lo primero que hizo fue empezar a desmantelar todo lo logrado por el gobierno de Correa. Hoy miles de trabajadores han sido despedidos y las empresas y los recursos públicos están siendo velozmente privatizados. El presidente Moreno gobierna otra vez para las oligarquías y siguiendo el libreto escrito por Washington colabora fielmente con el departamento de estado norteamericano en el desmantelamiento de UNASUR y en lograr destruir nuevamente la integración de NuestraAmérica. La traición en silla de ruedas.
Que dirigentes políticos como estos y muchos intelectuales que se autoproclamaban izquierdistas asuman estas posiciones tan abrazadas al liberalismo burgués, no es nada nuevo, pero no deja de ser verdaderamente vergonzoso. Nos demuestra la efectividad de la maquinaria cultural capitalista y del supremo y supuestamente omnipotente poder del dinero.
Amparados en una falsa fachada de legalidad las fuerzas imperiales avanzan su embestida neoliberal contra todo lo común. Una avanzada militarista, que conlleva las privatizaciones, desregulaciones, el consumismo más aberrante y la criminalización de la otredad, de todos aquellos que piensen diferente.
Desde los medios y la academia tradicional, ya totalmente cooptados por la vorágine capitalista, han desatado un ataque frontal contra la verdad, la justicia, el pensamiento crítico, la solidaridad y la resistencia colectiva.
Poco a poco y escondidos a la vista de todos van construyendo la superestructura ideológica del fascismo neoliberal y dan rienda suelta a sus ambiciones de control global.
Sin que nos demos cuenta van moldeando nuestras mentes, infantilizando y despolitizando a los jóvenes, logrando que muchos desdeñen el buen juicio y la evidencia y actúen peor que animales, guiados solo por el odio y un instinto ciego motivado por las mentiras regadas continuamente por los medios y las redes.
El capitalismo salvaje, además de contaminar y destruir conciencias, ya ha contaminado fuentes de agua y destruido bosques tropicales en todo el mundo colaborando cruel y efectivamente con el desastroso cambio climático. Ahora, el gorila Bolsonaro, fiel admirador de Trump (al igual que el terrorista asesino de Nueva Zelandia) está decidido a entregarle a las corporaciones gringas millones de hectáreas en nuestra selva amazónica en Brasil para que puedan explotarla sin ningún control ni regulación. De rodillas ante el administrador imperial promete junto a él “acabar con el socialismo”, instalar un pensamiento único a la medida del fascismo corporativo, acabar con los que piensen diferente…
El empresario pinochetista, Sebastián Piñera se inventa un adefesio llamado PRO-SUR, que más bien debería llamarse PRO-NORTE, esta nueva encarnación del ALCA es un plan para poner a Toda NuestraAmérica nuevamente al servicio de las grandes corporaciones y sus lacayos que de seguro dejaran de lado a los pueblos volviéndolos invisibles otra vez y terminaran de desmontar las industrias nacionales para volvernos aún más dependientes, única forma de tratar de salvar al capitalismo neoliberal de su inevitable decadencia.
En nuestro país, el señor Guaido, su mentor López y sus fieles acólitos, actúan como verdaderos delincuentes apátridas. Amparados y dirigidos por sus jefes en la mafia imperial capitalista, se han dedicado a robar descaradamente los bienes públicos de todos los venezolanos, pasándolos a sus cuentas privadas, pagando comisiones por los favores recibidos y financiando mercenarios para montar en escena la obra que bajo la experta batuta de un experimentado asesino como Eliot Abraham (“alias gargamel”) se está tratando de montar en la patria de Bolívar.
Hace ya años, escuchamos a un militar gringo, acusado de ser el autor de una de las tantas masacres cometidas por el ejército norteamericano en Vietnam decir descaradamente que:
“A veces hay que destruir a un pueblo completo para salvarlo de las garras del comunismo”
Hoy los autoproclamados “lideres” de nuestra confundida y más que dividida oposición parecen seguir al pie de la letra estas macabras e insensatas palabras, y están haciendo planes para seguir asfixiando y tratando de castigar y destruir a todo el pueblo venezolano para salvarlo de un proyecto constitucional verdaderamente democrático que este bravo pueblo eligió por mayoría en elecciones libres, directas y secretas.