La división de Ucrania en dos mitades casi simétricas (quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea) bajo la órbita rusa mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la UE), significó "de facto" el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría Rusia-EEUU basado en el principio de "acción-reacción", produciéndose por parte de EEUU la implementación de la estrategia kentiana en el plano económico. En este contexto, asistimos a la imposición de sanciones comerciales por parte de EEUU y la UE contra Rusia tras la crisis de Ucrania que supusieron una aumento en las partidas de gasto en la compra de equipos, componentes y electrónica occidentales aunado con la jugada maestra del hundimiento del precio de los hidrocarburos hasta los 40 $/barril. Dicha medida contó con Arabia Saudí como colaborador necesario de EEUU y significó un misil en la línea de flotación de la supervivencia económica del Gobierno de Putin así como serias dificultades para conseguir financiación externa a pesar de la subida de tipos de interés del Banco Central Ruso hasta la barrera ionosférica del 10,5%, tipos que para el 2020 se mantendrán en el 7%.
La economía, el Talón de Aquiles de Putin
El Banco Mundial estima para el 2020 un crecimiento del PIB ruso del 1,6%, una inflación del 4% y una tasa de paro cercana al 5%, datos esperanzadores que sin embargo no podrán obviar la pérdida de poder adquisitivo de la ciudadanía rusa así como la drástica reducción del sector público y la consiguiente merma de las prestaciones sociales implementadas por el Gobierno de Medvédev que habría hecho oscilar en sus valores a la existencia misma de la clase media. Los recortes habrían provocado la agudización de la fractura social al quedar amplias capas de la población obligadas a vivir en umbrales de pobreza y depender de los subsidios sociales (20 millones de personas), debiendo destinar amplias partidas de las reservas para subsanar el rampante Déficit del Plan de Pensiones quedando así diluidos los efectos benéficos de sus objetivos de impulsar la Vivienda y Sanidad Públicas, Reducción de Impuestos y el Cambio de tendencia Demográfica. Así, la población de Rusia rozaría los 150 millones y adolece de un crecimiento negativo desde 1.991 que se ha traducido en una reducción de 5 millones de personas en la última década.
Asimismo, la estructura económica rusa controla solo 2,5% de las exportaciones mundiales y adolece de una excesiva dependencia de las exportaciones de gas y petróleo a lo que habría que añadir la obsoleta planificación estatal herencia de la época jruscheviana, pues el complejo militar, los proyectos espaciales y las subvenciones a la agricultura siguen acaparando la mayoría del presupuesto ruso condenando a la inanición financiera a la industria ligera y la producción de alimentos. Así, Putin estableció como prioridad tras su primer nombramiento como Presidente en el año 2000, la Modernización de las Fuerzas Armadas, Infraestructuras de Transporte y Energéticas y el Desarrollo de Nuevas Tecnologías,(aeroespacial; robótica; bio-medicina; bio-combustibles y nano-tecnología) con un presupuesto hasta el 2020 que alcanzaría la cifra ionosférica de 410.000 millones de euros. Ello, aunado con la rampante corrupción de las élites, la decisión de aumentar la edad de jubilación y la implementación de nuevos y gravosos impuestos a la ciudadanía, habría provocado una pérdida de 20 puntos en los índices de popularidad de Putin hasta el 65% así como el nacimiento de una creciente corriente de denuncia de la corrupción, del militarismo y de la carestía de la vida y que tendría como iceberg las protestas convocadas por el movimiento "Fondo de Lucha contra la Corrupción".
Putin y el nuevo cártel energético
Rusia sería en estos momentos la única potencia capaz de pacificar el avispero sirio y facilitar la exportación de productos petrolíferos de Irak e Irán. En consecuencia, tras el acuerdo OPEP-Rusia para reducir la producción de petróleo y que habría conseguido elevar el precio del crudo hasta los 70€/barril, no sería descartable el nacimiento de un nuevo cártel energético formado por Rusia, Irak, Siria e Irán que utilizaría el petroyuán en las transacciones comerciales para luego utilizarlas para incrementar sus reservas de oro y así adquirir preeminencia frente al dólar en las operaciones financieras internacionales, dentro de la ofensiva de Putin para acabar con el papel del dólar como patrón monetario mundial tras la imposición por parte de EE.UU. de nuevas sanciones contra Rusia.
Así, tras el affaire Skripal, la Administración Trump impuso sanciones contra 7 oligarcas rusos vinculados directamente con Putin así como a las 12 compañías que poseen o controlan, de la que sería paradigma las empresas del grupo Deripaska investigado en EEUU por sus presuntas conexiones con Paul Manafort dentro de la llamada "trama rusa" y que según el diario digital Gazeta.ru podría afectar al 15% de la economía rusa. El hundimiento del rublo ( pérdidas del 15% en el 2018 respecto a las principales divisas internacionales) y la subida del IVA sería un misil en la línea de flotación de la supervivencia económica del Gobierno de Putin pues implicará serias dificultades para conseguir financiación externa, un aumento en las partidas de gasto en la compra de equipos, componentes y electrónica occidentales.
¿Se está gestando un Golpe de mano contra Putin?
EEUU quiere evitar a toda costa que Putin se perpetúe en el Poder por lo que proseguirá implementado sanciones para lograr la asfixia económica , no siendo descartable una Revolución de Colores alentada por EE.UU. que movilizará a la sociedad rusa para protestar contra la carestía de la vida, pudiendo reeditarse los disturbios y protestas sucedidas con Jruschov (represión del levantamiento de obreros de Novocherkaask, 1962). Asimismo, se estaría gestando una trama endógena con el objetivo confeso de debilitar el otrora poder omnímodo de Putin en el Partido y en la Administración y posteriormente lograr su defenestración política mediante un golpe de mano incruento. La paternidad de dicha trama sería atribuible al Club de las Islas pilotado por George Soros y al exiliado ex-empresario petrolero Jodorkovski (Rusia Abierta) y contará con la colaboración desde el interior del multimillonario y amigo personal de Putin, Arcady Rotenberg quien moverá a sus peones estratégicamente situados en puestos claves de la Administración, Mass Media, FSB y Ejército para tras una intenta campaña mediática contra Putin, lograr que el Tribunal Supremo ruso lo acuse formalmente de los mismos cargos con los que decapitó a la camarilla oligarca: abuso de poder, corrupción y delitos fiscales, culto a la personalidad y errores políticos, reviviendo el golpe de mano contra Jruschov y su sustitución por Leoniv Brézhnev (1.964).