Cada vez son más lujosos y sofisticados los aviones y autos de multimillonarios, empresarios, hombres de negocios y dirigentes mundiales que llevan a los participantes, y en esta ocasión a los que concurrieron a la 50 edición del Foro de Davos, Suiza, la cual sesionó del 21 al 24 de enero bajo el llamativo lema "Para un mundo cohesionado y sostenible".
Podríamos preguntarnos: ¿si desde hace 50 años funciona esa agrupación, no es tiempo para que se hubieran resuelto en el mundo graves problemas como el hambre, la desigualdad, la mejoría del cambio climático, la reducción de la desnutrición, de la mortalidad infantil, entre otras muchas cuestiones?
Entonces, ¿para qué han servido esas opulentas reuniones?
Lejos de mejorar la vida para la mayoría de los habitantes del planeta, las condiciones son cada día peores.
La globalización neoliberal que se ha impuesto al mundo básicamente por los grupos de poder capitalista están llevando a un callejón sin salida a numerosos pueblos cuyos habitantes se lanzan a las calles para protestar por las políticas económicas y sociales abusivas que padecen.
A excepción de algunos países como China o Rusia, por citar algunos, los dueños de los grandes emporios económicos y los multimillonarios que acudieron al Foro, intentaron con las conocidas recetas edulcorantes, tratar de salvar al capitalismo fallido.
Los super ricos se han dado cuenta que ese sistema en vez de funcionar ha pasado a una fase descendente por la creciente desigualdad mundial, la inestabilidad laboral, el deterioro medioambiental y la extensión de la pobreza en el orbe.
Pongamos los pies en la tierra y no en la nieve de la remota estación de esquí suiza: de los 2 880 participantes de 118 países, 125 de ellos cuentan con más de mil millones de dólares, una cifra que asombraría a cualquiera.
La globalización neoliberal ha impulsado la acumulación de capitales para las compañías transnacionales y oligarquías nacionales, así como el endeudamiento de los gobiernos que se ven obligados a pedir empréstitos con elevados impuestos a organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Como un círculo vicioso, los préstamos recibidos van destinados a los bancos financieros del país y a pagar deudas contraídas con las diferentes compañías, mientras se incrementan las necesidades de los ciudadanos al subir la inflación, aumentar el desempleo y eliminarse numerosos servicios públicos que pasan a propiedad privada.
Como consecuencia de las leyes de ese capitalismo discriminador, la desigualdad mundial entre ricos y pobres ha pasado a un plano vergonzoso como afirma un reciente informe de la organización No Gubernamental, Oxfam Internacional, donde se denuncia que los 2 153 multimillonarios del mundo poseen un capital equivalente a la de 4 600 millones de personas, o sea, el 60 % de la población del orbe.
El documento señala que aproximadamente 735 millones de personas viven en la pobreza extrema a la par que otros millones penden de una mala cosecha, desempleo o una factura médica a un miembro de la familia para quedar sumida en la miseria.
Estas abrumadoras necesidades provocadas por la globalización neoliberal son como bombas económico-sociales que a diario explotan por todo el planeta tierra.
Otro informe elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) puntualiza que el 20 % de la población concentra el 83 % de la riqueza y el número de multimillonarios en la región pasó de 27 a 104 desde el año 2000.
No es de extrañar que entre las personas que nadan en dinero aparezca el presidente de Chile, Sebastián Piñera cuyo capital asciende a 2 888 millones de dólares mientras los jóvenes, estudiantes y trabajadores chilenos salen a las calles a protestar por las malas condiciones de vida y son reprimidos con gases lacrimógenos y balas de gomas que han provocado numerosas muertes y heridos.
El documento de CEPAL agrega que en la región existen 66 millones de personas, es decir el 10,7 % de la población que vive en extrema pobreza.
La aplicación de esas leyes neoliberales ha sido la razón fundamental para que en los últimos tiempos se hayan desarrollado profusas manifestaciones populares que rechazan el incremento de la desigualdad, el crecimiento de la pobreza y la desatención gubernamental de las grandes mayorías.
Los casos más significativos han sido los de Argentina (durante la gobernación de Mauricio Macri), Chile, Ecuador, Colombia, Perú, Paraguay y Haití.
Otras poblaciones han optado por realizar migraciones masivas como salvadoreños, hondureños y guatemaltecos, en las que niños, mujeres y jóvenes se exponen a peligrosas travesías para tratar de llegar a Estados Unidos donde, aun conociendo que si consiguen un trabajo será en condiciones de semi esclavitud, al menos podrán enviar remesas a sus familiares.
Definitivamente el fallido sistema capitalista debe ser cambiado pues ha puesto al mundo en una severa crisis económico-social de impredecibles consecuencias.