Cada día que pasa nos convencemos que estamos ante una guerra prolongada; que no la va a parar ningún diálogo de paz. Los planes imperialistas en nuestro continente nos dejan bien claro de la visión profética que tuvo nuestro Libertador sobre los EEUU. El caso de Colombia con el M – 19 y ahora con las FARC que una vez que fueron inmovilizados han sido asesinados uno a uno. Esto nos deja en evidencia que estamos frente a una oligarquía santandereana, que bajo los designios imperialistas, no respeta acuerdo ni nada que se le parezca. Igualmente imponen decisiones en países con gobernantes genuflexos; como Ecuador, Perú, Chile, Colombia y otros; mientras que con Venezuela, Cuba y Nicaragua arremeten con saña y violencia para que pueblos no puedan avanzar hacia un bienestar económico y social.
El asedio imperialista el cual condenamos y combatimos, cuenta en algunos casos con aliados dentro de la estructura gubernamental violan los mas elementales normas morales y éticas de una revolución que pretenda cambios radicales de gobernabilidad. Funcionarios que no sienten en lo mas mínimo el asedio imperialista y por ende no hacen nada por combatirlo; igualmente la ligereza y la improvisación nos hace aparecer ante el pueblo de a pie; que estamos asediados por el imperio y los especuladores que hacen lo que les da la gana en los mercados municipales, cadenas de supermercados y tarantines en la calle. Ahora nos encontramos con la dolarización de la economía ya oficializada. Nos está dando en la madre. Trabajamos y cobramos en bolívares y cuando salimos a comprar nos venden en dólares. Un salario mínimo en Venezuela, no alcanza ni para comprar un cartón de huevos; llenar un tanque de gasolina de 40 litros, donde la matraca en la bomba te arranca 20 dólares. En el sur del estado Bolívar un litro de gasolina; pasa de los 10 dólares. La más cara del mundo. Seria bueno que algún erudito nos explicara la relación que existe entre el salario, la producción, el valor agregado, la acumulación de mercancías y el nivel de plusvalía que se expresan en la comercialización de los bienes producidos. Me decía un profesional de la manufactura, que tiene una zapatería; y en un mes podía dejar terminado 10 pares de zapatos; según su estructura de costos cada unidad le salía en 600.000,00 Bs. Este producto luego de pasar por una infernal cadena de distribución llegaba al consumidor final a Bs. 2.500.000,00 Bs. En Puerto Ordaz un arroz producido en Venezuela lo venden en 200.000,00 Bs.; mientras que el brasilero en Bs. 175,00 Bs. Luego de haber sido comprado y revendido por las mafias. Todo esto bajo la mirada complaciente de la gobernación y la municipalidad. En oportunidades la gente se reúne indignada frente a los supermercados y mayoristas protestando los recurrentes aumentos; inmediatamente llegan piquetes de la Guardia Nacional a controlar la ciudadanía; pero no a poner orden en los precios. Esto nos pone sobre aviso que los especuladores son protegidos cuando el pueblo protesta; pero no cuando ellos lo agreden con sus precios.
Aprovechamos la oportunidad para preguntarle al ministro Castro Soteldo sobre la producción de maíz en la Paragua del estado Bolivar; sino sabe que nos responda el vicepresidente de economía o el gobernador de la entidad. O es que la producción fue a parar a manos de la polar cuyo dueño anda lloriqueando por los nuevos precios acordados en los 27 artículos que dice que algunos están por debajo de los costos de producción. Eso no se lo cree ni el mismo.
Debemos de reconocer el acierto de las medidas adoptadas por la Guardia Nacional y demás de organismos para afrontar la pandemia; esperamos que el presidente Maduro continúe asumiendo con la misma entereza las acciones para cerrarle el paso al avance de este virus. La frontera de Brasil es la preocupación por el brote que existe en Manaos.