Dos hechos ocurridos recientemente han estremecido a la América por la relevancia que tienen para los pueblos de la región: el triunfo del binomio del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, Luís Arce y David Choquehuanca, y la derrota a la reelección del presidente estadounidense, Donald Trump.
Puedo ser categórico al afirmar que ningún analistas pudo predecir que el MAS volvería al gobierno después del sangriento golpe de Estado que la derecha oligárquica boliviana, dirigidas desde Estados Unidos y con pleno apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA) le infringiera al legítimo gobierno de Evo Morales.
Como se ha demostrado en disímiles escenarios, las fuerzas de derecha matan por lograr o tratar de mantener sus objetivos y se preveía muy difícil, por no decir imposible, que fueran derrotadas en una nueva elección (Evo había ganado por amplia mayoría las efectuadas en octubre de 2019).
La victoria del MAS representó un contundente golpe a las hordas de la derecha nacional y regional, a la par que demostró que el pueblo unido puede alzarse con la victoria pese a cualquier circunstancia.
Recordemos que después del golpe, la represión no se hizo esperar y el pueblo fue acosado con saña y violencia por fuerzas militares y policiales que dejaron un saldo de 40 muertos y numerosos heridos, mientras los principales dirigentes del MAS fueron perseguidos, encarcelados o impulsados al exilio.
Todas esas violentas acciones contaron con el beneplácito de la OEA, del deplorable Grupo de Lima y del gobierno de Estados Unidos.
Ahora el primer presidente indígena de Bolivia acaba de regresar a su país después de permanecer un año refugiado en Argentina, gracias a la valentía política del presidente Alberto Fernández, y podrá ayudar al binomio Alce-Choquehuanca a reconstruir la vida política y económica que en solo 12 meses destruyó el gobierno de facto.
El otro acontecimiento que ha sacudido no solo al país, sino al mundo, ocurrió en Estados Unidos cuando el magnate presidente Donald Trump perdió las elecciones el 3 de noviembre contra el candidato demócrata Joe Biden.
Como había anticipado en varias ocasiones antes de los comicios, tras el triunfo de su oponente, Trump declaró que se cometieron fraudes, ilegalidades y otras arbitrariedades con la finalidad de arrebatarle la Casa Blanca, acusaciones que echan por tierra la pregonada "democracia" estadounidense.
En los cuatro años de su permanencia en la Oficina Oval, acompañado de fuerzas recalcitrantes de ultraderecha, se ha visto claramente el declive de ese imperio.
Entre sus "logros" se cuentan haber dividido al país en posiciones cada vez más opuestas; impulsó la desigualdad en la nación y acrecentó las tendencias racistas que siempre han existido en esa sociedad al exaltar la supremacía blanca por encima de cualquier habitante de otra raza.
En esa misma línea, incitó a la represión contra las personas que protestaban contra la violencia racial y los asesinatos de ciudadanos negros, y sin pensarlo dos veces, ordenó a las fuerzas federales desatar la furia contra las manifestaciones pacíficas que ocurrieron en diferentes Estados de la Unión.
El magnate presidente ha apoyado a la Asociación Nacional del Rifle y exhortado a la población a armarse, pese a los numerosos asesinatos masivos ocurridos en el país con armas de fuego que todos los años cercenan la vida de numerosas personas.
El narcisismo de Trump lo llevó a desestimar la gran amenaza para el país que representa la pandemia de Covid-19 y por esa desidia se han contagiado más de 10 millones de estadounidenses y fallecidos 240 000, una cifra cuatro veces mayor que los norteamericanos que perecieron durante la guerra de Vietnam.
Este es el presidente que en su afán de parecerse a un emperador, impuso "sanciones" económicas y financieras a más de una veintena de naciones; se retiró de la Organización Mundial de la Salud, del Acuerdo sobre el Cambio Climático firmado en París, y del Acuerdo Nuclear con Irán signado por Rusia, Estados Unidos, el Reino Unido, China, Francia, Alemania.
En los cuatro años en el poder, desató una persecución implacable contra los inmigrantes a los que ha expulsado del país o encarcelados, entre estos mujeres y niños.
En conclusiones, la victoria del MAS en Bolivia y la derrota electoral de Trump en Estados Unidos, significan alivio y tranquilidad para todo el hemisferio americano y también para el mundo en general.