El reciente asesinato de un conocido físico nuclear iraní (27-11-2020), responsabilidad de Estados Unidos e Israel, refleja a estas alturas la desesperación que parecen tener estos países por la pérdida progresiva de potencial a escala planetaria, específicamente de la nación norteamericana, que está siendo desplazada por entidades político-territoriales como China y Rusia, que claramente tienen una gran influencia en diversos ámbitos en casi todo el mundo. En este marco no se extraña el asesinato del personaje oriundo de Irán, toda vez que los ‘persas’ son fuertes aliados de China y Rusia, ni sorprende la participación de Israel, enemigo acérrimo de Irán y notable socio de Estados Unidos, ayudando al águila imperial desde hace décadas a preservar su dominio en el Cercano y Medio Oriente, a cambio de recibir apoyo en diversos aspectos.
De manera que el asesinato del físico iraní para nada es un hecho aislado, y se enmarca dentro del desesperado intento de Estados Unidos y su aliado Israel por mostrar músculo en el Cercano y Medio Oriente, y en el proceso intentar detener la influencia creciente de China, Rusia, Irán y Turquía en Asia y más allá. Incluso el aún presidente Donald Trump planteó la posibilidad de atacar con todo a Irán, pero no contó con el apoyo del alto mando militar de Estados Unidos, consciente de los riesgos globales de una aventura guerrerista solitaria contra el país ‘persa’. Están claros en Estados Unidos e Israel que su tiempo haciendo lo que les viene en gana en el orbe, están contados, y en este sentido intentan provocar un conflicto internacional de inmensa magnitud, mediante la participación de un buen número de países para tratar de hacerle frente a las potencias que vienen compitiendo duro a nivel económico y geopolítico.
La decadencia de Estados Unidos, agravada por la pandemia de COVID-19 está en pleno desarrollo, y obviamente afecta a su aliado Israel, pero antes de caer definitivamente como potencias andan derramando sangre en todos los rincones del mundo, tanto de pueblos enteros como de personajes claves para sus enemigos, preparando el terreno para un posible conflicto bélico planetario, que algunos identificarían como la III guerra mundial. Con dicho conflicto intentarían detener la influencia y el poder cada vez mayor de naciones como China, Rusia e Irán, y preservar de cierta manera algo de su liderazgo global. Ciertamente Estados Unidos ya está en guerra con China y sus aliados, pero por ahora solo en aspectos como el comercial, el tecnológico y el comunicacional.