Genocidio y campos de concentración alemanes en Namibia (II)

¿Sabía usted que los campos de concentración nazis en los cuales se cometieron genocidios y experimentos contra seres humanos durante la Segunda Guerra Mundial, tuvieron sus primeras prácticas en Namibia cuando Alemania comenzó la colonización de ese país a partir de 1870?

Aunque no se le ha dado publicidad en los medios de comunicación occidentales dominados por el gran capital, Namibia fue convertida por los alemanes en un laboratorio de exterminio masivo contra las diferentes etnias y en específico contra los hereros y namas, cuyos jefes y pueblos se enfrentaron a la cruel colonización germana.

Cuando se profundiza en la historia de Namibia, no deja de sorprender el grado de sufrimiento, represión e ignominia que padecieron durante décadas sus verdaderos dueños.

La actual República de Namibia, antes nombrada South West Africa (SWA, África del Sudoeste) fue dividida arbitrariamente a finales del siglo XIX cuando las principales naciones colonialistas de Europa se reunieron durante la Conferencia de Berlín (1884-1885) para repartirse África en forma de colonias.

En la primera parte de este artículo se describe cómo fue desde el principio la tenaz lucha de los hereros y namas contra los colonialistas alemanes y el genocidio cometido por los germanos, hasta casi la eliminación de varias etnias, entre los años de 1904-1907.

A partir de entonces y con la paulatina "pacificación" del territorio, pese a alzamientos y luchas esporádicas, los colonialistas implantaron un régimen violentamente represivo que dio paso a la instauración de los primeros campos de concentración alemanes que proliferaron más tarde durante la Segunda Guerra Mundial.

Los que no murieron durante las masivas matanzas, sufrieron el mismo destino en los campos de concentración y en las haciendas de los alemanes, pues el gobierno colonial impuso un despiadado sistema de trabajos forzados a los supervivientes.

Desposeídos de sus tierras y ganados, los nativos fueron obligados, mediante una serie de leyes, a trabajar para los colonizadores en condiciones vergonzosas de degradación y violencia, en la denominada Zona de Policía.

Esa área abarcaba la parte de Namibia que la administración colonial colocó bajo su control directo para distinguirla de la región fronteriza del norte llamada "línea roja" que los germanos nunca trataron de administrar porque era más inhóspita y controlada por etnias como los ochivambo.

La etapa de 1907 a 1919 fue de total desastre para toda la población nativa que sin fuerzas ni medios para continuar la lucha, padeció la más salvaje explotación como mano de obra esclava, además de que varios miles de hombres, mujeres y niños sufrieron prisiones en los campos de concentración donde la gran mayoría pereció.

En esa extensa y entonces poco poblada nación, antes de la Segunda Guerra Mundial, se fraguó también el germen que tiempo después se conoció como nazismo.

En esos campos de concentración los nativos morían de hambre, por agotamiento, sed, golpizas o balas y muchas mujeres eran violadas sistemáticamente.

Cientos de cráneos de las víctimas se enviaron a Alemania para estudios sobre diferencias raciales que buscaban probar la superioridad de los blancos. Veinte de esos cráneos fueron devueltos por un hospital de Berlín a Namibia en 2011.

El Doctor Otto Bongard quien acompañó al Secretario de Asuntos Coloniales Bernhard Dernburg en una gira por la SWA en 1908, escribió: "El núcleo laboral del sudoeste africano lo conformaban los hereros y namas sometidos al trabajo forzado, mayormente en las haciendas. Por ser un pueblo de pastores, los hereros resultaban ideales para las haciendas. Por desgracia, la guerra ha barrido con casi todos. Un alto porcentaje de supervivientes se hallan en un estado de salud deplorable debido a las penurias soportadas en la guerra, o la pesadilla que les tocó vivir en el sandveld (desierto), donde murieron por miles, de hambre y de sed; o a las enfermedades venéreas contraídas en los campamentos de prisioneros de guerra, donde las infecciones se propagaban con rapidez alarmante".

El jefe herero, Tarugo Tjienda, quien también fue enviado a uno de esos campos de concentración relató: "Nuestra gente, que aparecía entre los arbustos (tras lograr salir del desierto) fue inmediatamente obligada al trabajo. Los hombres apenas tenían piel sobre los huesos. Estaban tan delgados que se podía ver a través de sus huesos".

Desde su llegada a estos campos de trabajo forzados, cercados por altas alambradas de espino, los herero eran tatuados con dos letras GH, Gefangener Herero, lo que significaba, herero capturado.

El británico Hendrik Fraser cuenta: "Cuando llegué a Swakopmund, vi muchos prisioneros de guerra herero. Las mujeres tenían que trabajar como los hombres, empujar carretillas llenas durante distancia de diez kilómetros. Morían literalmente de hambre. Las que no trabajaban eran salvajemente azotadas. Yo mismo vi mujeres golpeadas con picos. Los soldados alemanes abusaban de ellas para satisfacer sus necesidades sexuales".

Namibia, en fin, fue el experimento alemán para la proliferación, años más tarde, de los campos de concentración nazis.

¿Pagarán todas las metrópolis a sus excolonias que durante siglos desangraron al continente africano? Alemania, Francia, Bélgica, Gran Bretaña, Italia, España, Portugal, Estados Unidos, tienen una enorme deuda no solo con esos pueblos sino con toda la Humanidad que espera ansiosa que más temprano que tarde se haga justicia.



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Hedelberto López Blanch

Graduado de contador (1967) y Licenciado en Periodismo (1972). Ha reportado numerosos eventos internacionales celebrados en Cuba, Angola, Zambia, Mozambique, Libia, Tanzania, Qatar, Zimbabwe, Sudáfrica, Alemania y Rusia. Fue corresponsal permanente de Juventud Rebelde en Nicaragua y asesor de redacción del diario Barricada en esa nación centroamericana entre 1985 y 1987. Ha obtenido varios premios de periodismo.

 hedelberto@yahoo.es

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