Impresionantes confesiones de un venezolano que conoció a Marco Rubio en Doralzuela…

No cesan de llegarme mensajes de opositores venezolanos hacen difunden con OBSESIVA furia, un video en el que Marco Rubio asegura, ante el Congreso norteamericano, que es totalmente falso que su país esté bloqueando a Cuba y que alguna vez lo haya hecho. Que eso es absolutamente ridículo y falaz. Que no hay barcos alrededor de la isla, que Cuba comercia con el mundo como le da la gana, con entera libertad. Yo esto lo escuché muchas veces en varias ocasiones que estuve en Florida y jamás se lo rebatí a nadie a sabiendas de que no es cierto. Yo a todo lo que escucho en Miami le digo también amén.

Escucho el discurso de Marco Rubio y observo que apenas comienza, se contradice, porque dice que no hay que dejar de asediar a Cuba porque EE UU jamás debe ponérselo fácil a los comunistas.

Es decir, para los anticomunistas, lo del bloqueo a Cuba nunca se ha discutido en la ONU. Para ellos nunca se ha visto que en la ONU se haya pedido casi unánimemente que se suspenda el bloqueo que ya lleva 62 años. Pero como a los anticomunistas Marco Rubio les ha dicho que Cuba nunca ha estado bloqueado para ellos esa es la verdad que vale, eso basta: "Cuba se hunde en el mar de la felicidad porque sencillamente escogió el camino del comunismo"…

Es sorprendente que los anticomunistas no necesiten estudiar, analizar ni meditar nada, sino que sencillamente les manden órdenes por las redes para las cumplan a pie puntillas, para que las repitan como locomotoras sin freno ni control.

Voy ahora a reseñar lo que vi un día que llegó don Marco Rubio a Doral, al AREPAZO, llamándome la atención que pidió una arepa con huevos duros, queso y caraotas, llamada "súper dominó"; habiendo liquidado la arepa se engulló una empanada de garbanzos y trasegó todo aquello con una limonada con papelón. Al verlo llegar, respetuosamente los venezolanos y cubanos esperaron a que se recuperara del atragantón. No obstante, se produjo un rebullicio de mesas de dominó, se demarraron unos cafés negros cubanos, se cayeron habanos de la boca de algunos viejos congestionados, añejos anticastristas, y por supuesto el agite de la diáspora venezolana que comenzó a revoletear a su alrededor, cual mariposas heridas, negras, enlutadas.

Era un acorazado núcleo de esa diáspora cubana-venezolana, que viene de recibir una dura batuqueada por la derrota de Trump. El senador republicano Marco Rubio quiso hacerse oír, diciendo que Biden no "puede meter la pata" que no vaya aflojar el acoso ante la isla y ante Venezuela. Que hay que hacerle ver que Florida es el mayor baluarte de la resistencia anticomunista en el mundo.

Desde mi punto de vista – dijo Marco Rubio a los presentes, y yo estaba allí, entre confuso y vago -: ustedes han ganado grandes batallas y creo que también, aunque parezca mentira, por el triunfo del comunismo en sus países, han podido venir a disfrutar el sueño americano. Yo también reconozco que he ganado bastante porque de vez en cuando me puedo meter algunas ricas arepas con bastantes caraotas negras con chicharrón que en Cuba llamamos alubias negras con matanza. Es decir, todos hemos ganado mucho en la lucha contra el comunismo.

Fue ese día, eructando con aquellos dos misiles defensivos en sus entrañas, cuando don Marco Rubio se dirigió al Congreso para demostrar a sus colegas que ni Cuba ni Venezuela jamás han sido bloqueadas, y que si se están muriendo por falta de alimentos y medicinas, de gas o gasolina, de electricidad o el caso de Venezuela de no poderle vender petróleo a nadie es porque están ahogados "en el mar de la felicidad del comunismo".

Todos los allí presentes le preguntaban a míster Marco, con emoción, cuándo por fin se iba a proceder a invadir a esas "dos lacras de América Latina". Él se tomó su tiempo, bromeo un rato y sintiéndose en vena contestó:

— Buscamos empresarios que quieran invertir en este hermoso proyecto de la libertad y de la democracia. Requerimos de mucho sacrificio de hombres de Colombia, Ecuador, Brasil, Guyana y Perú, que puedan ser contratados para un trabajo de mucho esfuerzo y dedicación. Requerimos de armas y drones, de mucha prensa, de películas, documentales, porque de nada sirve actuar si ante no preparamos un escenario de guerra útil e inevitable... Sin gente que no quiera invertir en este negocio es difícil mover el carro de la libertad.

Ante la pregunta de una bella dama con lentes de sol, talle exquisito, comunicadora social, de cómo podían ellos y ellas luchar desde Florida para liberar a sus países, Marco Rubio les dijo y no se sabe si en broma: "-Primero comer muchas arepas y tener paciencia. También hacer mucha bulla, participar en caravanas y agitar las banderas de la patria de Washington, y luchar para que Trump, quien estuvo a punto de liberar a Cuba y Venezuela, vuelva a la presidencia en las próximas elecciones"

"- En nuestros carros –siguió diciendo míster Marco- crucemos los puentes que conectan Miami con Miami Beach, en decenas de barcos surquemos la bahía con banderas y carteles que digan "Vamos a volver, y será hermoso, porque volver también significa que ustedes podrán de nuevo ver a sus tierras".

Doralzuela, es una zona residencial acomodada de las afueras de Miami, donde vive una gran parte de los inmigrantes venezolanos, sitio visitado frecuentemente por don Juan Guaidó y la plana mayor de los opositores venezolanos. El Arepazo, desde 2004 es la meca de todos estos refugiados adinerados que le hacen competencia al centro del goce cubano, la famosa cafetería Versailles, en el corazón de Little Habana. En ambos lugares se ve con frecuencia a exdiputados del viejo Congreso venezolano y de la Asamblea Nacional de Venezuela, como por ejemplo Freddy Solórzano, quien perteneció al partido Acción Democrática, luego a COPEI, más tarde a Primero Justicia y después a Alianza Bravo Pueblo del que acaba de renunciar. Le decía este luchador a Marco Rubio: "Usted me perdona admirado congresista, aunque no estoy con Trump siendo yo republicano, me conviene que él vuelva a poder para que lleve a cabo sus planes contra el comunismo en Cuba y Venezuela".

De aquella visita me traje una gorra roja con la consigna "Make America Great Again", porque para todos los cubanos y venezolanos que viven Florida, América va desde Río Bravo hasta el sur en la Patagonia, y eso es lo que todo el tiempo quiso Trump para EE UU.

Todo eso lo vi y lo escuché en ese rincón de Venezuela del Doral, que queda detrás de una gasolinera; luchadores que están huyendo del comunismo, sin dejar de escuchar a muchos compatriotas, a punto de lágrimas exclamar "-Siento un horrible pánico de que estos terroristas llamados "demócratas" le vuelva a hacer fraude a Trump y que de seguro se van a ablandar ante los comunistas de Maduro y de los Castro…".

Entre los grandes luchadores por la libertad de Venezuela se encontraba Pablo Medina quien le dijo a Marco Rubio, de frente y sin ambages: "Venezuela y Cuba concentran en su seno una serie de figuras vinculadas a la corrupción, a sociedades secretas, al nuevo orden mundial, al narcotráfico y eso tenemos que eliminarlo de raíz, señor senador, por lo tanto, basta de tanta retórica, queremos una intervención militar en Venezuela urgente, sin cortapisas, sin miramientos, como se hizo en Granada o en Panamá". Solórzano remató: "Trump también quería intervenir, pero algunos de nosotros lo tuvimos que frenar, y no sé si fue un error de los nosotros venezolanos. En el momento nos pareció que era muy peligroso. Él ya tenía el dedo en el gatillo, y le apartamos el dedo con cuidado", aunque lo decía con cierto orgulloso Solórzano.

O sea…



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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