La dinámica de la economía mundial se caracteriza por un agudo proceso de internacionalización; es decir, cada día existe mayor fluidez y dependencia en los mercados internacionales de capitales, de comercio de bienes y servicios, de inversiones extranjeras, de movilidad del talento humano, crisis sanitarias, entre otros. Los avances en la tecnología y las comunicaciones han permitido que las fronteras se reduzcan. A lo anterior se añade una desaceleración en curso del crecimiento de la economía global profundizado por los efectos de la pandemia Covid-19.
En el mismo orden, los bloques económicos regionales y subregionales son una tendencia a nivel mundial. Ingresar individualmente a la economía internacional es más difícil, en un mundo donde las políticas se diseñan y ejecutan por grandes bloques económicos. Por ende, se requieren propuestas de integración económica que integren aspectos sociales, culturales y políticos.
Pareciera que es una tendencia mundial que las economías se integren como una forma de extender el mercado interno con la incorporación de países socios, así como el establecimiento de operaciones de inversión, movimiento de capital y personas, mercados comunes, de valores; uniones aduaneras y monetarias.
El despertar de las naciones asiáticas brinda ejemplos de esquemas de integración exitosos. Las economías agrupadas en las Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), integradas por Indonesia, Filipinas, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei Darussalam, Camboya, Laos y Myanmar, constituyen ejemplo de esquemas de integración de éxito. Estas economías se centraron en la promoción de exportaciones mediante un proceso de industrialización profundo; las tasas de ahorro internas y la inversión extranjera directa jugaron un papel fundamental en el crecimiento económico; así como las finanzas y el sector bancario, dándole preponderancia al mercado, sin reducir el papel del Estado y del mercado interno.
De hecho, en los años 70 estas naciones asiáticas tomaron como referencia el modelo de sustitución de importaciones aplicado en América Latina y en las fuentes teóricas latinoamericanas. En los años 90 las tasas de crecimiento económico promedio de estos países superaron el 6%.
No menos importante es el proyecto de integración de la Unión Europea, siendo uno de los más exitosos de todos los tiempos. En sus más de seis décadas, la ampliación de la integración europea, ha incorporado a 27 naciones. Sus mercados se han integrado, y han logrado avances en la Unión Monetaria Europea. Los vínculos comerciales, culturales y de colaboración tecnológica abarcan países de África, Asia, América Latina, entre otros.
Es un reto para los esquemas de integración de América Latina y el Caribe, orientar el crecimiento hacia afuera, mediante la promoción de las exportaciones, con el objeto de internacionalizar el sector productivo local en sectores donde existen ventajas. Las empresas Multilatinas son un claro ejemplo de inserción empresarial internacional. De acuerdo al BCG, en 2018 existían más de 100 Multilatinas. La mayoría ubicadas en México, Brasil, Chile y Colombia. Estos ejemplos positivos, permiten visualizar que si es posible ocupar mayores mercados.
El aprovechamiento de las tasas de ahorro y equilibrio entre mercado y el Estado son retos que deben sortearse. Las entradas de inversiones extranjeras pudieran ser un mecanismo para complementar el crecimiento y desarrollo de la región, con orientaciones hacia la transformación del tejido productivo y mirando hacia los mercados externos. En fin, la integración supone retos, y existen evidencias positivas de ejemplos de integración exitosos de los cuales la región debe revisar