Varios factores influyeron en el triunfo del candidato por el partido Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, que logró derrotar en la segunda vuelta electoral al ultraderechista José Antonio Kast, pero no hay dudas de que los dos asuntos principales fueron la concurrencia del pueblo a las urnas tras largo tiempo de rechazo a las medidas neoliberales, y la amenaza real de que con el candidato de derecha regresaría una dictadura a semejanzas de la instaurada por Augusto Pinochet
Ese imprevisto cambio, después que Kast se había impuesto en las primeras elecciones realizadas en noviembre con un 2 % por encima de su principal oponente, comenzó en el país austral dos años antes, el 18 de octubre de 2019, cuando los estudiantes chilenos encendieron la chispa popular al iniciar las protestas contra las medidas neoliberales del régimen chileno encabezado por Sebastián Piñera. Ese día se negaron a pagar los boletos del metro de Santiago tras el alza en el sistema de transporte público.
Como en los más temibles años de la dictadura pinochetista, los militares y carabineros arremetieron contra estudiantes y pueblo en general que comenzaron manifestaciones masivas en rechazo a las políticas antisociales establecidas durante más de 40 años.
Las protestas estudiantiles fueron expandiéndose durante largos meses al unírseles miles de jóvenes, obreros y clase media, a quienes no les alcanzaba el dinero para sufragar la canasta básica familiar, los servicios privatizados de agua, electricidad, alcantarillado, educación y atención médica.
Piñera, sin ningún aprecio a los derechos humanos, ordenó a la fuerza pública reprimir las manifestaciones pacíficas que se extendieron por todo el territorio con saldo de 38 jóvenes asesinados, más de 500 perdieron la visión por los balines disparados por la gendarmería, hubo otros centenares de heridos y miles de detenidos que además sufrieron vejaciones en las cárceles.
Tras un impás de las protestas debido a la pandemia de Covid-19, un año después, en octubre de 2020, los manifestantes se reorganizaron y llenaron plazas y avenidas de Santiago y de otras ciudades para exigir la derogación de la Constitución neoliberal impuesta por la dictadura de Augusto Pinochet en agosto de 1980.
Se llamó a un plebiscito para decidir si se cambiaba o no la Carta Magna. El Sí triunfó con el apoyo del 72 % de la población. Una comisión tiene a su cargo la redacción a la posible nueva Constitución la cual el presidente electo asegura que refrendará.
Esos sucesos ocurridos en estos dos años han echado por tierra el propagandizado éxito neoliberal chileno que era expuesto como la vitrina del capitalismo en América Latina.
Todos los analistas coinciden en afirmar que a Boric, el futuro presidente chileno más joven y de posiciones nacionalistas, no le será nada fácil llevar a buen recaudo sus propuestas preelectorales debido a que la derecha tiene mucha fuerza en el país, domina el 50 % del legislativo y también los grandes medios de comunicación que constantemente arremeterán contra el flamante presidente.
Además Chile esta aún bajo el signo de una pandemia que le ha ocasionado fuertes daños económicos para el futuro como el aumento del endeudamiento soberano que se elevó un 34,9 % del Producto Interno Bruto.
La nación enfrenta un alta inflacionaria que alcanza 7 %, una cifra que supera el rango establecido como meta por el Banco Central de Chile de un poco más del 3 %.
Otro de los escollos es tratar de que los inversionistas internacionales regresen al país pues tras los estallidos sociales ocurridos en 2019 y las violentas represiones del gobierno de Piñera contra el pueblo, más de 50 000 millones de dólares fueron extraídos de Chile con la consecuente afectación para la inversión local a lo que se sumó el aumento sostenido del billete verde que se sitúa en un máximo histórico de 880 pesos por dólar.
Boris plantea en su programa poner fin al sistema de las AFP (pensiones privadas); la reducción de las listas de espera en el área de salud, darle prioridad al sistema educativo y sanitario públicos; mejorar la gestión de la pandemia y perfeccionar el proceso de la nueva Constitución.
Asimismo ha declarado que "los más ricos colaboren más", que las empresas mineras deben tener un nuevo impuesto, y que se terminen con las exenciones y con los pagos de impuestos en otras partes. O sea, una reforma tributaria bastante ambiciosa para un Chile donde las fuerzas de derecha y las transnacionales controlan casi todas las riquezas.
Para nadie es un secreto que el partido Apruebo Dignidad y el equipo que Boris instalará el próximo 11 de marzo en La Moneda no tendrá luna de miel. Por el contrario, estará bajo la mira de la derecha y la centroizquierda criolla, a la cual se suma el vecino estadounidense que siempre se ha involucrado en la política de esa nación sudamericana.
Pero esperemos que por fin resuenen en todo Chile las históricas y últimas palabras que pronunció el presidente Salvador Allende aquel fatídico 11 de septiembre de 1973 cuando Washington y los militares fascistas dieron el golpe de Estado: "Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor"