El 7 de septiembre de 1986, Pinochet sobrevivió a un atentado del FPMR, una organización político-militar que recurrió a la lucha armada y el secuestro de personas afines al régimen para acabar con la dictadura.
La presión popular cada vez era mayor para que el gobierno iniciara una transición democrática. En 1988 se realizó un plebiscito para decidir sobre la continuidad de Augusto Pinochet como presidente de la República: ganó el “NO” a Pinochet y al año siguiente se convocaron las primeras elecciones democráticas.
Con el paso a la democracia, en 1990 se creó una Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación para investigar los crímenes y violaciones de derechos humanos cometidos durante la dictadura. Sin embargo, durante los primeros años del Régimen Militar se había aprobado una Ley de Amnistía que permitía indultar a los militares de cualquier crimen.
En 1998, Pinochet fue nombrado senador vitalicio en medio de las protestas de una gran parte de la sociedad chilena. Ese mismo año viajó a Londres para operarse y fue detenido por delitos de genocidio, tortura y desaparición de personas a petición del juez Baltasar Garzón, que pedía su extradición para que fuera juzgado en España (ya que en Chile no había garantías de que la justicia lo condenara).
Finalmente, alegando problemas de salud, Pinochet fue liberado y regresó a Chile en el año 2000. Después de años de batallas legales, su caso acabo siendo desestimado. Pinochet murió en 2006 y nunca llegó a ser juzgado por sus crímenes.
Es el cierre de ciclo de un ‘presidente que sentenció a muerte as miles de civiles por causas de una verdad justa en el ejercicio de la democracia.
Chile cuenta con dos cuerpos policiales, ambos bajo el mando del Ministerio del Interior: la Policía de Investigaciones, de carácter civil, y uno militar, los Carabineros de Chile. El objetivo principal de este último es garantizar el orden público y la seguridad en el país. Algunas de las funciones específicas de Carabineros son investigar delitos, proteger al presidente de la República y a los mandatarios extranjeros en visita oficial, garantizar la seguridad del Palacio de Gobierno y vigilar las fronteras. Además, Carabineros cuenta con unidades especializadas en control de manifestaciones, tráfico, inteligencia o misiones de paz internacionales. Oficialmente Carabineros es una institución apolítica y obediente del Gobierno, pero en los últimos años ha sido conocida por todo lo contrario: actúa de forma autónoma y ha protagonizado casos de corrupción, fraude fiscal y abuso de la fuerza.
Una institución vinculada a la dictadura
El origen de los Carabineros se remonta al siglo XIX, cuando se crearon en Chile varios cuerpos policiales como parte de la construcción del Estado moderno
El Régimen Militar aplicaba la censura sobre los medios de comunicación y se limitaron los derechos y libertades, como la libertad de expresión y de manifestación. Pinochet adoptó un modelo económico neoliberal, similar al sistema de Estados Unidos, que permitió a grandes empresas enriquecerse a costa de privatizar servicios básicos. La desigualdad social provocada por este modelo persiste y es el principal motivo de las protestas hoy en día, hasta ganar Boric.
A pesar de que los partidos y movimientos de izquierdas estaban ilegalizados, la oposición al régimen empezó a organizarse en secreto durante la década de 1980. Se convocaron las primeras protestas y manifestaciones, se organizaron paros nacionales e incluso se sabotearon instalaciones energéticas.
Pero ese espejo es borroso. Ante todo, tendríamos que ponernos de acuerdo acerca de cuál Boric estamos hablando. ¿El de la primera vuelta electoral, con unas propuestas radicales que en algunos casos hacían honor a los postulados del Partido Comunista chileno, uno de los pilares de su coalición? En ese momento delineó algunas de sus principales propuestas, como la de hacer una reforma fiscal que elevara los ingresos del gobierno en el asombroso monto de 5 por ciento del PIB en cuatro años, y en un 3 por ciento adicional en los cuatro años siguientes. O su idea de acabar con las administradoras privadas de fondos de pensiones. O su iniciativa de estatizar el servicio de salud, acabando con las empresas aseguradoras privadas similares a nuestras EPS.
¿O hablamos del Boric de la segunda vuelta, que se transformó calándose unas gafas para conjurar las críticas a su inexperiencia y moviéndose hacia el centro político mediante la moderación de sus postulados? La transformación fue tan efectiva que no solo le representó una ventaja sustancial sobre el candidato de derecha, José Antonio Kast, sino que además lo convirtió en una especie de mutante donde cada cual ve lo que quiere ver: desde la reencarnación de Salvador Allende hasta un líder pragmático que buscará unir a Chile.
Pero aún falta ver cómo será la tercera transformación de Gabriel Boric. Será la que se dará después de septiembre de 2022, cuando la Convención Constituyente dé a conocer su propuesta de una nueva Carta para Chile que será sometida a un plebiscito que consulte la opinión del pueblo. Hasta entonces, es muy probable que el nuevo presidente trabaje con un gabinete moderado que aglutine simpatías, conjure temores y contribuya a que muchos votantes apoyen una constitución redactada por una Convención dominada por la izquierda. Si eso sucede, es probable que a partir de ese momento Chile vea emerger de nuevo al Boric combativo y beligerante que siempre ha soñado con construir un Estado todopoderoso que intervenga en la mayor parte de las dimensiones de la vida económica y social. Lo malo es que cuando ese espejo se aclare ante nuestros ojos, ya puede ser demasiado tarde.
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