Mujeres, hombres, homosexuales, deben confrontarse unidos contra gobiernos enemigos

1. Vean el zócalo de México hoy: parece un campo de concentración donde podrían encerrar a todas las mujeres que encabezaran la marcha del martes 8. El presidente López Obrador y la jefa de la CDMX, señora Sheinbaun –que de izquierda no tienen nada- superaron en vallas y resguardos, como si fueran carceleros, a los expresidentes asesinos del PRI y del PAN. ¿No les dará vergüenza blindar las principales avenidas del centro de México a una marcha de mujeres combativa, pero novata, cuyos reclamos son aún limitados?

2. A los libertarios y a los anarcos nos fastidia, nos enoja, que a los explotadores y saqueadores de las riquezas, a los que dominan el sistema capitalista, tengamos que enfrentarlos con nuestras fuerzas divididas, por prejuicios e ignorancias. La realidad, hombres, mujeres y homosexuales -todos los seres humanos- tenemos que luchar juntos en las calles –codo con codo- por la igualdad económica, política, social; lo único que hará posible una liberación verdadera de todos los prejuicios que impiden nuestra batalla unida.

3. Hay que gritarle al gobierno que las mujeres que luchan de verdad están en las calles confrontándose, exigiendo justicia y demandas liberadoras por la igualdad. Decirles que mujeres del gobierno, funcionarias legisladoras, las Margarita Zavala, Marta Sahagún, Rosario Robles, Beatriz Paredes, Gordillo, Sheinbaun, nunca han sido feministas, menos luchadoras sociales; son personajes que se colgaron de altos políticos del PRI, PAN, PRD, Morena y de manera oportunista del invento de "porcentajes políticos para la mujer". Esas son funcionarias y nada más.

4. ¿Puedo olvidar la historia que enseña que hace unos, ¿veinte mil años?, la propiedad privada y la división del trabajo no había terminado de imponerse? Los seres humanos eran una colectividad donde la mil veces maldita propiedad privada, aún ausente, no dividía a los seres humanos entre esclavistas y esclavos, entre amos y siervos, entre poderosos y sometidos. Luego la esclavitud, el sistema feudal y el capitalista vendrían a reafirmar con sus leyes, ejércitos armados, religión, el dominio de una minoría expoliadora.

5. La propiedad privada de las tierras, los animales, las cosas, igualó también a la propiedad de los hijos que antes pertenecía a la comunidad que se encargaba de cuidarlos, alimentarlos y educarlos. La propiedad impuso la división del trabajo relegando a la mujer a la atención de los críos y al hombre a la responsabilidad en la recolección, la pesca, la caza y en labores en que la mujer no intervenía por estar en la atención de los hijos. Con la división del trabajo la mujer fue relegada al cuidado de los pequeños y a tareas subordinadas a la de los hombres.

6. Hay que enterrar esa división milenaria buscando la construcción de colectividades que el capitalismo lleva más de 500 años destruyendo por medio del individualismo y la competencia. Las mujeres tienen que seguir batallando, pero hay que buscar integrar a todos los grupos dispuestos a luchar en serio, así como a organizaciones que no busquen poder particular. En la década de los sesenta, sobre todo en los setenta, nuestras pequeñas organizaciones pudimos llenar las calles como hoy las mujeres que están demostrando mucha conciencia y dignidad.



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Pedro Echeverría


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