Resultado del conflicto OTAN- Ucrania- Rusia

La OTAN, no es otra cosa que las fuerzas de ocupación del Imperio globalista en Europa. Un buen negocio, porque los ocupados pagan un tributo del 2% del PIB como costo de protección, contra peligros bélicos que ellos mismos crean una práctica típica de Chicago en años 20.

Una razón por las que Estados Unidos arrastra a sus vasallos de crisis en crisis, cuyo peligro exagera la prensa globalista, es para venderles más armas con cada crisis.

Sucede que, desde la Segunda Guerra Mundial, la bipolaridad se impone siempre desde Washington y quien sea que lo contradiga.

Washington arrastra consigo a una Europa vasalla que ocupa militarmente desde hace 78 años. Ese imperio regido por Washington es lo que llaman Mundo Occidental cuya cultura básica europea se corroe con el globalismo ideológico desarrollado por las izquierdas buenistas norteamericanas.

El globalismo cultiva siempre una guerra o amenaza de guerra porque es un pretexto para mantener una economía de guerra de manera permanente que desvía recursos hacia presupuestos de Defensa cada vez más abultados, sin que exista alguna amenaza bélica real contra Estados Unidos. El tema guerrerista sirve para mantener vigente la corrupción y contubernio del complejo militar –industrial que se enriquece con sangre occidental y ajena. De ese peligro advirtió en su discurso de despedida el Presidente de Estados Unidos General Dwight Eisenhower (1953-1961).

Una economía de guerra desvía los recursos nacionales hacía la industria armamentista, una mecánica económica cuya función es similar al de un estímulo keynesiano, solo que el beneficio lo recibe sólo un sector de la economía y de la población.

Lo lamentable es que el mercado para esas industrias es la guerra y ampliación del mercado, parece ser la función más importante del Departamento de Estado. La guerra en Ucrania es mérito muy personal de la Subsecretaria de Estado para Europa Victoria Nuland, quien desde el 2014 mueve los títeres que ella pone en el gobierno de Ucrania.

Los políticos y militares norteamericanos no cesan de ensalzarse como protagonistas de un sistema ejemplar que el resto del mundo debe imitar, aunque sea impuesto con violencia.

Es que la Cultura Globalista es un culto a la violencia. Violencia contra la naturaleza. Naturaleza de índole ambiental o de índole humana. Socavando en ella la percepción del orden social indispensable para la reproducción.

La protección que Washington ofrece a Europa es análoga al estilo de la banda de Al Capone en Chicago.

Protección contra un mundo peligroso que él y su banda fomentaban.

Igual que Al Capone nunca fue a la cárcel por sus crímenes sino por delitos fiscales. Puede que el desplome del globalismo de Washington se desplome por desequilibrio y deuda fiscal y financiera.

El proyecto de Washington en Ucrania es empantanar a Rusia en una larga guerra de desgaste alimentando con suministro de armamento; un acoso militar constante, mientras la acosan con sanciones económicas. En Washington suponen que ese acoso generará un descontento que cambie el gobierno de Putin por otro que como el de Boris Yeltsin entregue los recursos de Rusia a la élite financiera para que transforme su riqueza financiera de los dólares virtuales en riqueza real.

La OTAN no quiere medirse con Rusia porque la Rusia de Vladimir Putin es mucho más poderosa y moderna de lo que era la de Boris Yeltsin, quien fue sólo un títere alcohólico que llegó al poder con tanques soviéticos tripulados plausiblemente por oficiales pagados por la CIA, que dispararon contra el parlamento cuando este se negó a ratificar a Yeltsin. La OTAN que ahora critica la anexión rusa de Crimea fue quien atacó a Serbia y la desmembró para quedarse con Kosovo.

Un antecedente por el que los moralistas países de la OTAN no debieran avergonzarse y no simular indignación moral porque Rusia aceptó el plebiscito en Crimea que la devolvió a Rusia.

Para los ignorantes cegados por la propaganda de los anglos, desde 1853 (Guerra de Crimea), los anglos aspiran a tener una base naval allí. Crimea desde Potiemkin es rusa. Rusos eran los soldados que disparaban los cañones del Fuerte Malakoff que destrozaron la Brigada de caballería inglesa que los atacó en una carga insensata que sólo fue gloriosa en la música de Max Steiner.

Que decepción para los anglos que, después de tantas muertes, la preferencia de los crimeanos fuera por Rusia.

Después del sangriento golpe de Estado urdido por la Victoria Nuland en la plaza Maidan de Kiev; para substituir con una Junta suya al gobierno ucraniano legítimo del Presidente Víctor Yanukovich, la Junta de Kiev fue rechazada tanto en Crimea como en el Donbass. La Nuland ordenó a sus títeres que sometiesen con las armas a los ucranianos del Donbas. Con lo que estamos en la antesala de la actual operación militar del ejército ruso en Ucrania.

Rusia ha adquirido en estos últimos 20 años una ventaja sobre la OTAN en cuanto a el alcance y poder de fuego de su artillería y radio de acción de sus aviones de 5ª. Generación.

Por ello, la OTAN no ha osado intervenir en Ucrania a pesar de los ruegos de su histriónico Presidente Zelensky pidiendo una zona de exclusión aérea, sin que la OTAN haga nada. Es que una zona de exclusión aérea ya existe, pero es rusa. La no-fly zone es la primera medida estratégica que toma la OTAN cuando ataca, porque su estrategia de combate es combatir a la sobra del apoyo aéreo.

Los países de la OTAN se han limitado a imponer las máximas sanciones económicas al alcance de Washington: tales como excluir a Rusia del sistema de pagos SWIFT, lo cual equivale a un bloqueo comercial algo que en derecho internacional es considerado un acto de guerra.

Por ello, jurídicamente Rusia está justificada si responde a Washington con actos de guerra.

Putin que es el único verdadero estadista en este conflicto no lo hará porque ya ganó. Los perdedores son tanto los Estados Unidos, como Alemania. Las sanciones contra Rusia son un desastre económico para toda Europa.

Cuando termine la operación militar de Rusia en Ucrania, las repúblicas independientes del Donbas quedarán bajo la protección de Rusia y así todo el territorio de población rusa al norte del Mar Negro que las milicias del Donbas ya han liberado de la tiranía genocida del Zelensky.

Cuando se instaló la Junta en Kiev; muchos ucranianos fueron a protestar en Odesa, donde los terroristas del batallón Azov los atacaron y cuando buscaron refugio en el edificio de los sindicatos donde los héroes del Azov bloquearon las puertas y los quemaron vivos. Esto se conoce bien en Bruselas: donde se cuidaron bien de manifestar su sólita verborrea moralista sobre principios y valores europeos.

Palabras hipócritas en labios de representantes de los países que más territorios han invadido y anexado en los dos últimos dos siglos.

No está claro porque Bruselas es la capital de esa banda de países delincuentes; tal vez porque el Congo belga fue la colonia europea en África, donde se dieron los más crueles y repudiables casos de crueldad con amputación de manos como castigo a los jóvenes de ambos géneros que trabajaban en las plantaciones de caucho belgas. Con esas credenciales, Bruselas es la digna capital de una asociación de imperios que han desolado con su codicia los cuatro rincones del mundo.

La prensa occidental ha emprendido una campaña de rumores sobre problemas de salud de Vladimir Putin; tal vez es la única manera de evitar de que viva su victoria.



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Umberto Mazzei

Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Florencia (Italia ) y Profesor Emérito de Relaciones Económicas Internacionales del Instituto Sismondi de Ginebra (Suiza)

 umbertomazzei2@mail.com

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