Un día una pandemia viral se extendió por todo el orbe, algo impredecible que se escapaba a la miope visión que únicamente podían esbozar los ojos ante hechos que se escapaban de los parámetros conocidos e inevitablemente, la sociedad recurrió al "efecto mariposa" para intentar explicar la vertiginosa conjunción de fuerzas centrípetas y centrífugas que iban configurando el puzzle inconexo del caos ordenado que se estaba gestando. El llamado "efecto mariposa" fue esbozado por el meteorólogo estadounidense Edward Lorenz en 1972 y afirma que "la secuencia interminable de hechos, aparentemente desencadenados entre sí, acaban por tener consecuencias completamente impredecibles".
Dicho efecto mariposa trasladado a sistemas complejos como la Detección y Prevención de Epidemias tendría como efecto colateral la imposibilidad de detectar con antelación un futuro mediato pues los modelos cuánticos que utilizan serían tan sólo simulaciones basadas en modelos precedentes.Así, la inclusión de tan sólo una variable incorrecta o la repentina aparición de una variable imprevista provoca que el margen de error de dichos modelos se amplifique en cada unidad de tiempo simulada hasta exceder incluso el límite estratosférico del cien por cien y generar un cisne negro.
La teoría del Cisne Negro fue desarrollada por Nicholas Taleb en su libro "El Cisne Negro (2010) en el que intenta explicar "los sesgos psicológicos que hacen a las personas individual y colectivamente ciegas a la incertidumbre e inconscientes al rol masivo del suceso extraño en los asuntos históricos". Así, la irrupción en el escenario mundial de una nueva pandemia viral no fue percibida con antelación debido a que nuestra mente es capaz de secuenciar únicamente fragmentos ante hechos que se escapan de los parámetros conocidos. Asimismo, fuimos incapaces de reconocer nuestra ignorancia, pues la diferencia entre un sabio y un ignorante es que el primero es capaz de reconocer que la sabiduría procede del reconocimiento de la ignorancia, plasmada en la icónica frase atribuida a Sócrates ("sólo sé que no sé nada").
Por otra parte, tras una etapa económica dulce impulsada por favorables vientos de cola, asistiremos a la aparición de un nuevo patógeno,(el DDD) que podría acabar arrasando todo rastro de brotes verdes en la economía mundial al poseer un ADN dotado de la triple enzima D (Deuda Pública desorbitante, Desbocada inflación y Desempleo endémico) y que podría generar un estancamiento secular (secular stagnation).
Así, el recalentamiento de la economía estadounidense aceleró la subida de tipos del Dólar y la retirada de ayudas de la Fed (tapering) lo que podría acabar lastrando la incipiente y frágil recuperación económica mundial ya que el fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos. Así, la desbocada inflación en EEUU triplicará la subida de tipos de interés del dólar en el 2022 haciendo que los inversionistas se distancien de los activos de renta variable y que los bajistas se alcen con el timón de la nave bursátil mundial, derivando en una psicosis vendedora que podría desencadenar el estallido de la actual burbuja bursátil.
Una inflación desbocada conlleva la pérdida de poder adquisitivo de trabajadores y funcionarios, la contracción del consumo interno así como la desincentivación del ahorro y búsqueda de rentas fuera de las actividades productivas. Asimismo,podría provocar en un futuro mediato una desertización productiva que fuera incapaz de satisfacer la demanda de productos básicos y la posterior estanflación. Dicho término supone la combinación de una inflación desbocada y un escenario de recesión económica (una economía entra en recesión técnica después de dos trimestres de caídas consecutivas del PIB nacional según el FMI) y es un término acuñado en 1965 por el entonces ministro de Finanzas británico,Ian McLeod que utilizó la palabra "stagflation"en un discurso ante el parlamento Británico.
Se trata de una de las más peligrosas combinaciones para la economía ya que ambos elementos distorsionan el mercado y la terapia de choque para combatir el estancamiento económico tiene como efecto secundario el incremento de la inflación. Así, para incentivar el consumo y salir de la recesión se requieren terapias basadas en la expansión fiscal y monetaria, medidas que a su vez generan más inflación lo que al final deviene en un círculo explosivo pues conlleva incrementos del precio del dinero por parte de los Bancos Centrales que provocarán la asfixia económica de incontables países con una Deuda Pública estratosférica.
Dicha Deuda sería fruto de la sustitución de la doctrina económica de Equilibrio presupuestario de los Estados por la del Déficit endémico, (práctica que por mimetismo adoptaron las economías domésticas y las empresas y organismos públicos y privados), y que han contribuido a la desaparición de la cultura del ahorro, al endeudamiento crónico y a la excesiva dependencia de la Financiación Exterior. Ello aunado con el crecimiento estratosférico de los precios del crudo y energéticos, forzará a los países a adoptar políticas de decrecimiento con la subsiguiente contracción del comercio mundial y que provocarán el finiquito de la globalización económica, teniendo como efectos colaterales el fin del turismo de masas, el retorno de las empresas deslocalizadas y la entronización de la economía circular que terminarán por perfilar el retorno a los compartimentos económicos estancos en el horizonte del próximo quinquenio.
Respecto a América Latina y el Caribe, la contracción de la demanda mundial de materias primas y commodities agrícolas debido a la recesión mundial que se avecina para el 2023, provocará el estrangulamiento de sus exportaciones y la depreciación generalizada de sus monedas debido a la fortaleza del dólar, lo que se traducirá en aumentos de los costes de producción, pérdida de competitividad, tasas de inflación desbocadas e incrementos espectaculares de la Deuda Exterior. Así, según la ex-Directora Gerente del FMI, Lagarde, "la fortaleza del dólar junto con la debilidad de los precios de los productos crea riesgos para los balances y financiación de los países deudores en dólares", de lo que se deduce que las economías de América Latina y Caribe estarán más expuestas a una posible apreciación del dólar y la reversión de los flujos de capital asociados, fenómeno que podría reeditar la "Década perdida de América Latina" (Década de los 80) agravado por un notable incremento de la inestabilidad social, el aumento de las tasas de pobreza y un severo retroceso de las libertades democráticas.