1. Quizá sólo el 10 por ciento de nuestra población de 132 millones sabe de política, pero el 90 por ciento la desprecia por lo que considera, sus frutos. Y tienen razón porque desde hace siglos ese porcentaje mayoritario que así opina, es pobre, miserable y desempleado. ¿a quién culpan? A los políticos que cada sexenio salen del gobierno millonarios por sus exorbitantes salarios y los negocios que hacen a la sombra de su poder. No alcanzan entender o diferenciar que esos que ocupan cargos no son políticos con saber, honestidad y conciencia, sino comerciantes que sólo ocupan los cargos para hacer negocios y desfalcar el presupuesto público.
2. Aprendí a los 20 años, que la política era lo más importante, porque de ella (no de la ingeniería, contaduría o de los sistemas jurídicos) depende las transformaciones profundas de los países del mundo. A eso que llaman con desprecio "la política", nosotros le llamamos "politequería", búsqueda de cargos para cobrar mucho dinero y hacer negocios. Por el contrario, la política tiene en primer lugar servir, repartir, apoyar, ser solidario; pero lo más importante es investigar para conocer los que viven bien, mal, en las peores condiciones, para intervenir en busca siempre de la igualdad. No es sólo ocupar un cargo, sino estudiar a fondo la situación del país.
3. Entendí que la buena política orienta o "dirige" todo, por ello se habla de: política económica, política cultural o educativa, política en salud, política del deporte, política entre las mujeres y los jóvenes, etcétera. En todos los campos de la sociedad debe haber un criterio, un objetivo, una orientación política. No basta el título o títulos universitarios que sólo sirven para lograr un trabajo en cada campo; es urgente que a cada funcionario se le obligue a estudiar dos horas diarias la situación general del país y de manera particular el contexto donde se moverá por encargo. En el sistema escolar jamás se enseña a investigar y a tomar una posición al respecto.
4. En las secretarías de Hacienda y Economía estarían "sentadotes" los secretarios de Estado frente a sus computadoras si no llega la política para orientar su camino; los mismo pasaría en la de Educación, Salud, Cultura o relaciones exteriores. Todas las secretarías tienen que esperar la orientación y fundamentación política para poder dirigir sus acciones. De allí que en México presidencialista siga imponiéndose el presidente y que los secretarios de Estado tengan que obedecer el jefe del ejecutivo. Por ello también todo es obedecer órdenes y estar repitiendo a diario que son "instrucciones presidenciales, que además son constitucionales".
5. Por el presidencialismo –que es indudablemente una dictadura de la burguesía (la clase dominante) disfrazada de constitucional- se desprestigió mucho la política. Paralelo a él, existe en algunos países el sistema parlamentario en el que los legisladores poseen mayor peso político que el presidente y sus ministros. Sin embargo, ambos son dominados por políticos de las clases altas y medias que profundizan la desigualdad. Parecería que no hay escapatoria mientras el sistema capitalista siga dominando. Podremos criticar 10 mil veces las ramas ya muy viejas y muy podridas del árbol, pero mientras otras ramas lo renuevan, el árbol del capitalismo sigue reviviendo.