Es muy posible que en no pocos país de Nuestra América, todavía esté pasando lo que acontece en Republica Dominicana en torno a las investigaciones y análisis sobre pobreza y desigualdad, y las propuestas de políticas públicas que evaden sus raíces sistémicas y la necesidad cambios que enfrenten la voracidad de las oligarquías capitalista y del gran capital transnacional, pretendiendo reducir desigualdades sin desplazar su supremacía dentro del poder constituido.
En una parte de los países totalmente subordinados a esa dominación, se puede observar la existencia de diagnósticos de buen calibre, sin propuestas alternativas.
Incluso se incluyen en ellos denuncias de realidades sociales dramáticas, sugiriendo superarla si alterar las características de los Estado y el control que sobre él ejercen ellos las elites capitalista mundiales y locales, y las partidocracias involucradas en procesos de acumulación originaria de capital.
Un estudio reciente realizado por el Ministerio de Economía dominicano revela que aquí la desigualdad es más dramática de lo que se decía; develando ahora que el 10 % más pobre recibe el 1 % del ingreso nacional, el 10 % más rico recibe el 55 %, el 90 % controla el 45 %, las 100 mil personas más ricas reciben más ingresos que ocho millones de personas.
El crecimiento de la economía en dos décadas, a un promedio anual del 5 %, se ha concentrado arriba.
· CAUSAS OBVIADAS.
Esto es consecuencia de la dinámica perversa de un capitalismo, que aquí y en el planeta, impone "progreso" a costa de la desgracia de gran parte de la humanidad y del deterioro su casa común: la Madre Tierra; realidad que se sigue agravando a consecuencia del neoliberalismo, privatizaciones, parasitismo financiero, gansterización sistémica y dominio opresor de los mega-capitalistas.
El referido estudio, claro está, no llega a esas profundidades y en eso y en sus recomendaciones amarradas a esa formación económico-social y al poder constituido, consiste su gran debilidad. Porque esta desigualdad ni se reduce, ni se supera, sin enfrentar el capitalismo actual, sin desplazar del poder constituido a los mega-capitalistas y sin sustituir esta institucionalidad antidemocrática.
Los/as responsables de esa investigación y ese análisis de la pobreza, posiblemente con las mejores intenciones del mundo, han declarado que reducir la desigualdad es la principal prioridad del país. Pero la verdad es que podría serlo para el país, no lo es para este capitalismo, ni para este Estado y este gobierno, ambos colonizados y cuasi privatizados.
Eso no está en su agenda real.
El capitalismo -menos aún el capitalismo imperialista neoliberal- no es un sistema para satisfacer necesidades humanas, sino para expandir y concentrar el capital, a base de obtener el máximo de ganancia para sus élites.
Es ambientalmente insustentable y hasta su fase keynesiana y liberal-democrática ha sido sepultada y reemplazada por un elitismo neo-conservador, recolonizador, con fuertes componentes neofascistas;
Se trata de un proceso realmente imposible de revertir sin cambios estructurales profundos.
Tal dinámica se torna cada vez peor cuando NO hay decisión de gobernar sin la tutela de EU y el gran capital local y transnacional, en tanto la colonialidad, la privatización de lo social, elgobierno de multimillonarios, el neoliberalismo duro, el racismo, el ecocidio y el partidismo corrupto, siguen disparando las desigualdades.
Aquí, con el Presidente Luis Abinader gobiernan los mega-ricos Vicini, Bonetti, Rainieri, Risek… el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), las Cámaras Minera y Americana y un Congreso corrupto y neofascista; y hay que presupuestar que las derechas y las ultraderechas pro-imperialista actúan en forma parecida en escenarios similares.
Lo demás es puro adorno mercadológico junto a loables esfuerzos técnicos-intelectuales, que podría ser útiles para gobiernos alternativos, pero jamás propósito de quienes gobiernan para enriquecer minorías, empobreciendo territorio y seres humanos.