Brasil: de milicos golpistas y golpes previsibles

Aún sabiendo que cualquier comparación histórica es forzada, los fundamentos conceptuales de la política se verifican en casi todos los momentos claves. En estas breves palabras, me tomo la libertad de comparar la situación actual de Brasil con el año 1980 en un país vecino.

Miremos a Bolivia 1980, antes del golpe de García Meza Tejada. Era el gobierno de Carter y los gringos estaban en mil. Condenaron los crímenes de lesa humanidad cometidos por las dictaduras del Cono Sur, pero al mismo tiempo ya no querían arriesgarse a perder ningún país del continente. Otros que iban a toda velocidad eran los franquistas de Suárez y sus aliados "nacionales". Poco antes del narcogolpe, el blanco principal de los atentados con bomba perpetrados por los paramilitares en La Paz eran los periódicos más incisivos. El estallido más grave fue contra AQUÍ, un semanario de redacción magra y rigurosa que amenazaba más al poder dominante que cientos de discursos con verborrea y consignas.

El clima estaba listo y esta vez, la ayuda directa vino de militares fascistas de las dictaduras argentina y chilena. Por si fuera poco, más síndrome de Estocolmo. Luis García Meza Tejada fue designado por la presidenta Lydia Gueiler para la comandancia general del Ejército de Bolivia en 1980. Augusto Pinochet formó parte de la última formación del gabinete cívico-militar de Salvador Allende en Chile en 1973. En ambos casos, unos meses posteriormente, los dos criminales protagonizaron golpes de Estado. ¿Se cometerán los mismos viejos errores en América Latina? ¡¿No hay forma de descubrir "diferentes errores"?!

Veamos qué pasó en el verano de 2023 en el Plan Piloto de Brasília y la Plaza de los Tres Poderes.

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Las imágenes "filtradas" de los registros de la Oficina de Seguridad Institucional (GSI, supuestamente el organismo de seguridad e información al servicio de la Presidencia) tenían un decreto de secreto de cinco años. Idea equivocada. Viendo y revisando los videos, se nota que los agentes (los que van de paisano, traje y sin equipo de defensa) no tienen una posición agresiva frente a los fascistas que invadieron el Palacio del Planalto (recuerdo, sede del Ejecutivo, es como Casa Rosada, Palacio de La Moneda, Palacio de Miraflores y similares).

La Policía Legislativa (la que protege a la Cámara de Diputados y al Senado Federal) tuvo otra actitud, tenían alta vibración y moral para el uso de la fuerza. Cumplieron con el manual, en una evidente desproporción de números y sin duda, con cierto temor de causar una "tragedia".

No quiero trivializar la vida humana, pero la verdadera "tragedia" es un golpe de Mambembes, que fue tan crudo que estuvo muy bien diseñado. Los campamentos estaban en los cuarteles, incluido el Cuartel General del Ejército, con una infraestructura envidiable a las grandes ferias agropecuarias. ¿No había un mísero S2 (del servicio reservado, inteligencia militar operativa) circulando entre los campistas y recogiendo información? El Centro de Ciberdefensa del Ejército Brasileño (EB) no supervisó nada, ni aplicó las coordenadas del sistema cibernético de espionaje sionista que el gobierno Bolsonaro y Alto Mando compró en Tel Aviv cruzando datos en geolocalización? NO. NO HICIERON NADA. Los generales bolsonaristas sabotearon todo lo posible.

No se cumplieron ninguno de los fundamentos de una acción preventiva, POR TANTO, en el esquema de "omisión", más bien hubo una colusión para por lo menos sacar un Decreto de Garantía de Orden Público (GLO – lo que implicaría una militarrización de la Capital Federal brasileña) con una semana de haber tomado posesión el gobierno electo. El general Gonçalves Dias – indicado por Lula para asumir el GSI y que no hechó a ninguno de sus 800 sobordinados que heredó del bolsonarismo - era el "bobo" del momento, comandaba un equipo que no era el suyo y obviamente no procedió como debía.

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El general Gonçalves Dias fue frito por "los servicios leales a la ultra derecha" porque el decreto de cinco años de secreto - repito, un error - también lo protegía. Al ser designado, podría -debería- condicionar su permanencia en el cargo a desplegar un equipo completo, o uno parcial, tal vez un despido del 70% -para asustar a la gente, al estilo de Sun Tzu, citando una literatura que se puede comprar en las estaciones de autobuses- y así mantener cierto grado de mando sobre sus agentes.

¿Es posible suponer que un equipo de seguridad institucional sirva como "cliente único" del Presidente y la Presidencia del gobierno electo, y esta misma tropa fue seleccionada personalmente por el General Augusto Heleno Ribeiro Pereira, el comandante golpista leal a Bolsonaro y al gobierno saliente?!?!

Es un hecho, hay experiencias en democracias liberales en transición donde instituciones que orgánicamente sirven a un gobierno o régimen terminan siendo conservados en el orden del 70% del personal anterior. El ejemplo más reciente es el de la Sudáfrica post Apartheid, con el servicio de seguridad interior cuando aún se llamaba NIA (post apartheid) manteniendo 2/3 del personal del antiguo NIS (heredero del BISS, del régimen del Apartheid). Se dio el caso de la habilitación de Reinhard Gehlen, jefe de inteligencia de las fuerzas alemanas bajo el régimen nazi durante el Frente Oriental (invasión de la antigua Unión Soviética). A partir de la nominación de funcionarios estadounidenses, Gehlen (quien en realidad no estaba afiliado al partido nazi) y su excelencia en el teatro de operaciones, terminó siendo el pionero y comandante clave de lo que se convirtió en el BND, el Servicio Federal de Inteligencia, desde el tiempos de la antigua Alemania Occidental (la que incorporó a la RDA en el período posterior al Muro de Berlín).

Repito. No fue el caso esta vez. Ni siquiera la complejidad del aparato bolsonarista era grande, poco o nada en comparación con el Sistema Nacional de Informaciones (el SISNI, gigantesco aparato de la dictadura que tenía más de 25000 operadores divididos en 3 anillos), el Servicio Nacional de Informaciones (SNI, con 3 mil profesionales, era el aparato de control del Estado creada por la dictadura brasileña – 1964/1985 – com un més en después de la toma del poder en Abril de aquel año) mismo y la Agencia Central de Servicios (órgano que era la cabeza de todo el Sistema y cuyo general en funciones tenía status de ministro de la dictadura), que sería el antecesor del GSI.

PERO AÚN ASÍ ERA NECESARIO LIMPIAR PARA ASUMIR.

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¿La procrastinación como "razón de Estado", será esa la meta, hacer poco para ver si molesta casi nada a la ultraderecha? Afirman que no hubo forma de reemplazar a todo el personal asignado al GSI entre el 2 y el 8 de enero. Pero, ¿por qué no se realizó el reclutamiento al día siguiente de la victoria en la 2ª vuelta en el último domingo de octubre de 2022? Realmente no es aceptable suponer que un equipo en una tarea delicada organizada por Augusto Heleno y anteriormente por Sérgio Etchegoyen (general de ultraderecha y brazo fuerte del gobierno golpista de Temer, 2016-2018) sería lo más mínimo confiable. La evidencia de tolerancia, estímulo e infraestructura de los campamentos golpistas generó información suficiente para comprometer la cadena de mando de las FFAA con la intención de generar un intento de golpe de Estado, y en el peor de los casos para los protofascistas, un regateo. Otra posibilidad, los generales estimularon el golpismo para negociar alguna condición de veto en el gobierno de coalición liderado por la socialdemocracia.

Hoy, el verdadero poder de veto está en el ámbito del sabotaje económico, dejando de lado cualquier hipótesis de insubordinación militar directa. Pero, ¿qué pasa con las operaciones de contrainteligencia, las articulaciones mediáticas y las formas locales de inestabilidad con impacto psicosocial a través de las redes sociales? ¿Se acabó el peligro? ¿El video "filtrado" desde adentro del Palacio y enviado a la CNN Brasil no es evidencia de lo que puede suceder como una operación de desestabilización en alianza entre la extrema derecha y alguna fracción de la clase dominante?

Tenemos hechos concretos. La incidencia de argumentos negacionistas, de la fábrica de mentiras del bolsonarismo, tiene eco en la reproducción de al menos 1/5 de la población adulta brasileña, considerando el bloqueo cognitivo y la verticalidad del canal de información proveniente del liderazgo neopentecostal.

Tal nivel de vigilancia y producción de "noticias falsas" va en contra de las capacidades reales del centroizquierda, del gobierno e incluso del aparato estatal mínimamente leal al juego democrático liberal y la soberanía nacional frente a las amenazas externas.

Necesitamos "al menos" cometer errores diferentes en el Continente. Recordar. Los infantes de marina del contraalmirante Cândido Aragão (oficial naval leal a la democracia y anti golpista) no se movilizaron "espontáneamente" y tampoco ningún dispositivo heredado del mariscal Lott (mariscal nacionalista que lideró un contragolpe en 1955). En Chile, la Guardia Técnica del presidente Salvador Allende no recibió el contingente recomendado por el G2 cubano (la inteligencia de la isla recomendó 2000 personas a tiempo completo y lo máximo que llegó eran 45 operadores) y murió heroicamente en el palacio bombardeado por el exministro.

Parece una obviedad, pero el mando del GSI -o el órgano suplente que se pueda constituir- no sólo debe ser comandado por un civil, sino que debe tener una columna vertebral y cadena jerárquica y lealtades comprobadas al régimen democrático. Parece poco -y lo es- pero bastaría al menos para tener una base leal de la socialdemocracia y mantener la pelota en marcha sin depender del oportunismo de aquellos que, hasta octubre, iban de la mano del bolsonarismo.



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Bruno Lima Rocha

Politólogo, periodista y profesor de relaciones internacionales

 blimarocha@gmail.com      @blimarocha

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