Cotidianas 2.0

Crisis civilizatoria y crisis del pensamiento

Que la humanidad está viviendo una profunda crisis de múltiples dimensiones. Es una afirmación de mucho riesgo porque la subjetividad humana la niega, no la quiere ver o la pretende justificar. Se trata de una crisis que afecta todas las áreas de la vida social. Es la crisis de un modelo de producción, distribución y consumo de bienes y servicios. Es la crisis del patrón civilizatorio del modelo capitalista cuya dimensión es de tal magnitud que ha alcanzado el pensamiento. Se conjugan crisis civilizatoria y crisis del pensamiento.

Cuando hablamos de crisis civilizatoria, nos referimos a un proceso que va más allá del colapso del capitalismo, es la crisis de un modelo de producción que resulta insostenible porque afecta la biodiversidad, provoca un pernicioso e impredecible cambio climático, propicia la destrucción ambiental, pretende frenar el crecimiento normal de la población, perturba la salud creando pandemias, trastorna la producción de alimentos para garantizar acumulación de capital, proclama la ruptura antropológica de lo social para desaparecer el concepto de hombre/mujer cambiando la naturaleza humana para imponer una ideología de género, promueve guerras entre los pueblos para saciar la voracidad de la industria de armas de todo tipo, reproduce el hambre y mantiene una inmensa parte de la población en la pobreza, la miseria y la explotación.

La población mundial proyectada del año 2023 es de 8.042.575.000 habitantes de los cuales el 18,56% (1.492.701.920) vive en condiciones de pobreza multidimensional. Una categoría de análisis que considera variables que van desde la alimentación hasta la escolarización. Asimismo, se proyecta que un 10% de la población (800.000.000) están en pobreza extrema que incluye a las personas que están por debajo de la línea de "bienestar mínimo" porque no pueden satisfacer sus necesidades básicas. 600.000.000 de personas no tienen acceso al agua potable. En contraste, un 1% de la población concentra más del 60% de la riqueza mundial. Más allá del uso y abuso de las estadísticas, esta realidad desnuda la esencia de un modelo de producción que reproduce la violencia estructural como mecanismo de dominación y colonización moderna. Este ángulo de la crisis nos permite percibir el carácter global y civilizatorio de la misma.

No somos pregoneros de la crisis, reconocemos la dimensión e importancia del desarrollo científico, tecnológico y comunicacional del mundo moderno, pero tampoco podemos subestimar su poder destructor, inhumano y manipulador. Por primera vez en la historia universal, gracias al desarrollo tecnológico, existe la posibilidad de eliminar a toda la humanidad en un abrir y cerrar de ojos. Lamentablemente el desarrollo tecnológico ha conducido a la degradación humana.

Ante la amenaza del fin de la civilización moderna, la Organización de Naciones Unidas (ONU), en el año 2015, diseñó e impulsó la Agenda 2030. Un plan que contiene 17 objetivos para impulsar un Desarrollo Sostenible, admitiendo que el actual es insostenible. Un proyecto mundialista que supone un cambio socio-cultural de dimensiones planetarias para imponer un Nuevo Orden Mundial. La evaluación estadística y social de los objetivos de la Agenda 2030 evidencia un rotundo fracaso porque el hambre y la pobreza tienen un crecimiento exponencial, el cambio climático sigue latente como cruel ultimátum sobre la humanidad, la crisis migratoria adquirió carácter global y los efectos del Quinto Objetivo de la Agenda 2030 que contempla la igualdad de género está poniendo en riesgo a la familia como estructura fundamental de la sociedad. El fracaso de la Agenda 2030 reafirma la crisis civilizatoria.

El otro efecto devastador de esta compleja crisis, es que arrastra consigo las posibilidades de desarrollar un pensamiento crítico y alternativo que no se conforme con repetir recetas y asumir dogmas como sustento de alguna idea. El pensamiento crítico y alternativo también está en crisis. La izquierda que en algún momento fue referente de innovación, imaginación, creatividad y pensamiento liberador quedó reducida a un insustancial "progresismo" que imita al "monstruo amable" del neoliberalismo y ensaya fracasos tras fracasos que han envilecido el planteamiento socialista como forma de organización superior de la humanidad. Necesitamos repensar y plantear un modo de producción, distribución y consumo de bienes y servicios que utilice el desarrollo científico y tecnológico para atender las necesidades humanas y abrir cauce al florecimiento de una nueva civilización.

Estas reflexiones nos invitan a desencriptar elementos de nuestra realidad económica, social y política que están más allá de las fronteras y se nos presentan un tanto difusos porque son utilizados por burócratas del desastre para justificar lo injustificable.



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Darío Morandy


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