En política de México, todo se vende: lo que se pueda intercambiar o comprar siempre es barato pues se recupera en oro

1. En el periódico del presidente AMLO leí: que un tal político Hugo Lobo y alguien más, encabezando a 65 mil perredistas votantes- abandonaron el PRD. Esas son las campañas políticas compra votos en México: quien maneja el dinero –se le llama pueblo- determina a quién se compra y con quien se intercambia. López Obrador puede comprar lo que quiera y como quiera: arrodilló a Ebrard, a Monreal, a las "corcholatas", al partido Morena, con los miles de millones que tiene en las manos y con los cientos de cargos que puede ofrecer y entregar. AMLO siempre pregunta: ¿Quieres una embajada? ¿una, dos, tres senadurías, cinco diputaciones plurinominales, dinero contante y sonante? ¿Entonces el pueblo no tiene que votar?, le preguntan ¡Entiende, mi voz es la del pueblo!

2. Por ello los zapatistas de EZLN tienen razón cuanto hablan de "mochar la pirámide" de mando porque de arriba llegan las órdenes. Pero yo diría que la pirámide hay que extirparla, desde la raíz, porque si solo es mochada vuelve a crecer, como los árboles. Lo que sucede es que la funesta pirámide comienza a construirse desde el vientre materno, por los padres que la pulen desde los primeros meses, por la escuela y la iglesia, los medios de información, sobre todo las leyes y las costumbres que enseñan que hay que respetar el poder y la propiedad. ¿Puede olvidarse que eso que se llama pirámide es la propiedad capitalista que es un gigante, que debe destruirse a golpes, a mazazos, con dinamita, para que no se burlen de nosotros?

3. Esa pirámide que denuncian correctamente los zapatistas, que se encuentra en todos lados, tiene en su base el dinero que todo lo compra o lo alquila, incluso esa cosa abstracta, muy disfrazada, que llaman amor. Pero también encuentras en su cúpula a políticos, altos funcionarios de gobierno, a empresarios, que pelean estar allí por la cantidad de órdenes que dan. El capitalismo enseña a mandar, enseña a ocupar cargos de jefes, de jerarcas, de capataces, para tener la satisfacción de ordenar sobre el mayor número de obedientes, de disciplinados, ordenados, siempre dispuestos a someterse, a veces con la simple mirada del amo. Por ello los zapatistas insisten en lo terriblemente negativo que es la pirámide de mando.

4. Espero que los zapatistas no piensen que mochar la pirámide es sólo acabar el mando de arriba en algunas instituciones, tal como hace el presidente Obrador al favorecer siempre a sus amigos políticos y repudiar a sus enemigos. Extirpar la pirámide significa acabar con todo tipo de mando porque todos nacemos libres y no estamos dispuestos a someternos a ningún poder, a no ser que nosotros mismos nos comprometamos a trabajar, a producir en grupo, en equipo, en conjunto colectivo, para lograr lo que necesitamos. Es lo contrario de la pirámide capitalista que obliga a obedecer, que impone las cosas sin antes analizarla y discutirla; que compra todo lo que está en venta y hasta lo que no está. Imagine comprar 65 mil votos en un jalón; pero el gobierno compra 95 millones en una carretada.



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Pedro Echeverría


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