A raíz de la caída de Lucio Gutiérrez en Ecuador escribimos una nota que decía entre otras cosas lo siguiente:
“Olvídense de que el nuevo Presidente, por su cuenta, exigirá a los Estados Unidos el fin de sus operaciones en la base militar de Malta o finalizará con el Tratado de Libre Comercio con ese país; mucho menos se sublevará contra el Fondo Monetario Internacional o se declarará antiimperialista. Él tendrá un discurso similar al que tuvo Lucio durante su campaña electoral, pero hasta allí.
Ahora, eso no significa que Ecuador tenga que caminar la misma senda que hasta ahora ha caminado; ese pueblo tiene años luchando por su futuro y está abrazado a sueños de libertad y justicia. No será Palacios el que logre calmar esas ansias, por lo que creo que la lucha habrá de continuar”
Los hechos demuestran que era cierto lo que afirmamos en aquel entonces. Hace apenas dos días el pueblo de Manuela Sáenz, liderado por Rafael Correa, decidió de manera aplastante darse una constituyente que intenta ser el inicio de refundación de la patria.
De nada sirvieron las amenazas gringas, ni las manipulaciones de la oligarquía y sus medios. Mucho menos las maniobras de políticos cipayos que pretendieron negarle al pueblo su derecho a decidir su propio destino.
El pueblo ecuatoriano, como escribí en aquel entonces, tiene su alma apostada a sueños de grandeza, y el ejemplo de la Revolución Bolivariana alimenta sus ilusiones y orienta sus pasos.
Esa situación que hoy se vive en Ecuador, sumada a los pasos que adelanta Bolivia y al retorno de los sandinistas en Nicaragua son, entre otras, las razones por las cuales al gobierno gringo le urge salir de Chávez, a cualquier precio.
Con cinismo descarado se definen preocupados por el destino de la democracia en Venezuela y con ellos coinciden algunos inocentes y mucho apátrida.
Incapaces son de dar respuesta a ¿Desde cuándo le interesa al gobierno norteamericano nuestras democracias? ¿desde cuándo se preocupan por los derechos humanos y la libertad de expresión? y ¿cuándo dejaron de hacerse los sordos y los ciegos ante la existencia de gobiernos criminales en nuestras fronteras?
La real preocupación gringa es la misma de siempre, es la misma de cualquier imperio. Les preocupa que exista un pueblo en este continente que tome sus propias decisiones; que decida con quien negocia sus recursos y la tecnología que necesita; que se plantee obtener por sus materias primas y sus productos un precio justo; que entienda que la integración con sus vecinos es la vía para hacerse fuertes; que comprenda que las recetas y las teorías neoliberales no son más que instrumentos de dominación.
Ellos saben perfectamente que un gobierno latinoamericano con esas características representa un grave peligro para sus intenciones de continuar explotándonos.
Están preocupados, claro que lo están, mas no por lo que exponen. Les preocupa es observar a un Chávez que convence a sus colegas de que se puede vivir sin los créditos del FMI y el BM, y que lo que más nos conviene es crear nuestro propio Banco del Sur.
Les angustia que el gobierno venezolano demuestre al mundo que sí se es firme en la defensa de los intereses de la nación, las empresas transnacionales pueden ser obligadas a pagar 30% de regalía por concepto de explotación petrolera, aunque acostumbradas estuvieran a pagar 1%.
Es mucho más que obvio que odian ver a un gobierno que incrementa el gasto social y obtiene al mismo tiempo excelentes resultados económicos. Se aterran de tener tan cerca a un presidente que demostró que más conveniente para los países productores de crudo, es una OPEP fuerte y unida en la defensa de los precios; y que para colmo de sus males promueva una organización similar para los países productores de gas.
Es la pregunta que recorre América ¿Por qué en Venezuela sí se puede? lo que mantiene preocupado, aterrado, angustiado y alocado al gobierno gringo.
¡Claro que es un mal ejemplo! Un mal ejemplo desde la concepción imperialista. Un mal ejemplo como lo fueron en su oportunidad para la sociedad esclavista, las propuestas de libertad para los esclavos.
Eso que ocurrió en Ecuador hace dos días es lo que no quieren que siga ocurriendo. De allí que los planes de magnicidio se aceleren.
Erróneamente creen en el norte que matando a Chávez lograrán frenar los sueños de nuestros pueblos, pero no porque estén equivocados debemos dejar de tomar las acciones preventivas.
Llegó la hora de hacer la lista de cuáles son las personas a las que hay buscar debajo de las piedras para someterlos a la justicia popular si al Presidente le ocurre algo. Que sepan que ellos y sus empresas se convierten, al primer segundo de un atentado contra Chávez, en objetivos de la justicia impartida por el pueblo mismo.