Hay un dicho que dice que, ‘cuando se acerca el momento de la destrucción se pierde el buen sentido’… ¿Veamos por qué es verdad y por qué ocurre?
Es bien triste, doloroso y no deseable, lo que actualmente ocurre en la decadente sociedad estadounidense, y es más doloroso aún lo que anunciaron las usinas noticiosas norteamericanas en el día de ayer 14 de agosto, sobre la inaudita decisión de otorgarle el visto bueno a los escolares, para que porten armas de fuego en las escuelas de ese país. ¡Horror de horrores!!
Hay un dicho popular de vieja data, por que sin ser ducho en la sabiduría de los pueblos sabemos que encierra desde su acepción toda una sentencia inequívoca y condenatoria. Y es la que se dice con tanto acierto que, “el que siembra vientos, cosecha tempestades…” Y es precisamente eso lo que se le viene encima al más poderoso país de la tierra, al que no le queda otro remedio que cosechar –con sobradas razones— lo que ha sembrado con envidia, desamor, odio e inicuos métodos de sometimiento, opresión, crueldad, crimen, subyugación y satánica hegemonía.
Habría que preguntarse desde un sano juicio o desde el buen sentido de la crítica, qué es lo que ha fallado en esa sociedad y por qué sus ciudadanos, la familia, sus representantes, sus líderes y gobernantes, vienen fracasando con denuedo y en apurada decadencia moral. Y, lo triste y doloroso, repito, es que no han cumplido a cabalidad con las expectativas trazadas desde su sociedad y desde su forma y filosofía de vida…
Hay todo un revoltillo —valga la expresión criolla— de mala conducción social, malos ejemplos y desviación total de su verdadero rol socio educativo, que de una u otra forma han ido mellando sin ambages, el buen ejemplo de lo que fue en el pasado la otrora virtuosa sociedad norteamericana. Sociedad en la que tuvieron destacada actuación con su ejemplo y rectitud, políticos y humanistas de la talla de Abrahán Lincoln, George Washington, Tomás Jefferson, y tantos otros destacados ciudadanos de recios valores e inobjetables principios, quienes con su recto proceder dejaron para la posteridad un precioso legado de dignidad y respeto.
Hoy vemos con pena ajena, porque somos y estamos hechos con la misma fibra y con la misma reciedumbre divina del Creador, el derrumbamiento de una sociedad que con tanta abundancia y tantas bendiciones, no supo administrar lo que se le dio con fruición y sabiduría, y no supo asumir con honradez, solidaridad y obediencia, el rol de buen vecino o de buen hermano o el de buen ejemplo a seguir. Sobre todo, hacia aquellos pueblos y naciones medianas o pequeñas, que por débiles o por no haber sido favorecidas por la madre naturaleza, son como son, sin que por ello dejen de ser dignas, soberanas y respetadas. No, los EU se obnubilo desde su prepotente condición de sajones hombres blancos, creyendo que la bonanza y el creciente desarrollo tecnológico de sus industrias y fábricas de guerra y manufactura, representaban la panacea o el último eslabón de la escala de antivalores que, de hecho, los haría respetados, todopoderosos e invencibles, en el contexto de las naciones del primer mundo.
Se preguntaran muchos de los sesudos o disociados de oficio, que nosotros los chavistas, los que somos mayoría en este pedazo de tierra que nos prodigo el Creador, seamos unos inconcientes o unos envidiosos del modelo que propugna dizque la sociedad más encumbrada del planeta (EEUU). Pero no, no es así, porque no estamos ni estaremos en contra del pueblo estadounidense, sino que estamos y estaremos en contra de un modelo o filosofía de vida pueril, nefasto, fracasado. Estamos en contra de las elites gobernantes y de los grandes grupos económicos, que con sus métodos, voracidad y peculiar manera de penetrar o expandir mercados (oferta y demanda), no tienen paz con la miseria ni tienen el más mínimo respeto por la dignidad humana.
Sí, hermanos norteamericanos, estamos en contra de esa elite gobernante el cual viene en franca decadencia desde hace aproximadamente 150 años; en contra de esa elite que tuvo una destacada actuación en la II Guerra Mundial, pero con el agravante de que puso la torta al final de la guerra (el pájaro se conoce por la cagada: por que sino la pone en la entrada la pone en la salida), ya que unos días antes de que estos lanzaran la primera bomba nuclear sobre Hiroshima, el Imperio Japonés había revelado en privado a EU su disposición de dar por terminada la guerra antes de que se lanzara la bomba... Ellos no conformes con haber lanzado la primera bomba y sabiendo de antemano la rendición del Imperio Japonés antes de lanzarse la primera, lanzaron la segunda bomba contra Nagasaki… Esa demencial actitud, los hace ante el mundo y ante los pueblos de la tierra, como los más grandes criminales de guerra y los más grandes genocidas de la historia contemporánea.
¿Cual sería el material y cual sería el tema a discutir por un profesor de Ciencias Sociales de esa nación, cuando se tenga que plantear desde la mentira lo que ha sido y servido de ejemplo los EU para sus jóvenes y ciudadanos? Este velado comportamiento de los gobernantes de los EU, los hace ante su pueblo y sus familias como los verdaderos causantes del descalabro social que impera en esa decadente sociedad. Es decir, gobernantes ciegos y sordos guiando a otros ciegos y sordos…
Y para poner la gran torta, después de haberla puesto en la II Guerra Mundial, el colectivo estadounidense –es decir el olvidadizo pueblo norteamericano— elige en elecciones fraudulentas a un megalómano drogadicto, que se ha empeñado en hundir cada vez mas a lo que es o lo que queda de esa decadente nación, que para mas ñapa y desafuero (¡horror de horrores!!) se propone darle el visto bueno a los escolares –óigase bien, a los menores de edad de ese país…— para que porten, sin ton ni son, armas de fuego en las escuelas (¡!) Creo que de verdad verdad, y con el dolor que nos embarga por lo que ocurre en ese país, no me queda otro recurso que terminar este escrito con la misma expresión que lo comencé: ‘cuando se acerca el momento de la destrucción se pierde el buen sentido…’ En esa nación, para que se restituya otra vez su brillo y esplendor, hay dar AMOR, AMOR y CULTIVAR MUCHO, MUCHO AMOR…