1. La izquierda radical siempre ha sido aguerrida, dispuesta a entregar su vida en la defensa de las causas del pueblo; pero casi siempre “peca” de bondadosa, confiada e ilusa. Muchas veces oye “el canto de las sirenas” y como nunca ha defendido el poder porque no lo ha tenido, suele pensar que los poderosos pueden algún día ser bondadosos. Por eso les hacen siempre trampas. Por eso hay que alertar a las FARC y repetirles: ninguna confianza en los explotadores, en la derecha, en los que “no tienen amigos, sólo intereses” y recordarles: ¿Puede olvidarse al feroz asesino Fujimori cuando en 1997 masacró a decenas de guerrilleros peruanos que ilusamente esperaban una negociación para liberar a sus rehenes? ¿Puede confiarse en la palabra de un gobierno derechista que mientras llegaba el día para negociar construía un túnel para que sus militares salieran en la casa y asesinaran a todos los guerrilleros, como sucedió?
2. La presencia de Hugo Chávez, ahora como representante negociador de las FARC, es indispensable. ¿Cómo puede confiar Manuel Marulanda (el guerrillero con más de 43 años poniendo en riesgo su vida por luchar por los colombianos explotados y oprimidos) en gobiernos derechistas, por naturaleza enemigos de los trabajadores? Se supone que los gobernantes de Francia, de México, la iglesia, etcétera, sólo pueden representar al gobierno derechista de Colombia. Ellos deben convencer a Uribe que libere a los guerrilleros presos, primero, para que luego las FALC, con un negociador de izquierda (Chávez, Castro) hagan lo propio con sus presos. Los guerrilleros no pueden permitir que el enemigo militar (armado hasta los dientes y entrenado en los EEUU y parte del Plan Colombia) se acerque a los campamentos y ubique bien los territorios. No puede confiar en la opinión pública mundial porque a ésta la manipulan con facilidad.
3. Marulanda debe demostrar ante el mundo que los asesinos del pueblo y los culpables de la existencia de la miseria, el descontento y la guerrilla, son los gobernantes colombianos. ¿Por qué permitir que se hable maravillas por los burgueses y militares presos, sobre todo por la Betancourt, y no se diga nada de las condiciones inhumanas en que viven los guerrilleros que están en las mazmorras del gobierno de Uribe? Para el pueblo colombiano los guerrilleros presos por el Estado (indígenas, campesinos, trabajadores) son cien veces superiores a los burgueses presos por la guerrilla. ¿Por qué tanto drama sobre la tragedia de las familias burguesas y el silencio de los más de 500 guerrilleros presos que sufren vejaciones? Ojalá que Marulanda no confíe siquiera en un golpe propagandístico de medios. Que no se olvide que los medios de información reciben órdenes de los EEUU y las agencias noticiosas son de grandes empresarios.
4. El poder siempre busca engañar al pueblo diciéndole que la violencia y el terrorismo de los izquierdistas son los culpables de su miseria; sin embargo la realidad es exactamente lo contrario: cuando el pueblo lucha es para reclamar y defenderse de la violencia que ejercen el gobierno y los empresarios sobre él al explotarlo, mal tratarlo, mantenerlo en la miseria y la desesperación. La población sólo se declara en resistencia cuando no tiene que comer o sus recursos son insuficientes para vivir. ¿Se espera acaso que las familias mueran de hambre en silencio, sin siquiera levantar la voz? ¿Se quiere acaso que los trabajadores no protesten, no se organices, no luchen para exigir un pago justo por su trabajo? ¿Hasta cuándo deben esperar los trabajadores que sus ruegos, sus súplicas, sus peticiones y, más tarde, sus exigencias tengan respuesta? El gobierno y los empresarios quieren respeto sin respetar, quieren diálogo sin dialogar. ¡No jodan!
5. La guerrilla es sólo una forma más de lucha, así como es la lucha electoral, la lucha de masas en las calles, el parlamentarismo, el boicot o la huelga general. Podría decirse que todas esas luchas de los trabajadores son defensivas y responden a sus necesidades muy concretas. No serían necesarias esas batallas si toda la población estuviera contenta por satisfacer sus necesidades materiales, intelectuales, de vida. ¿Quién seguiría una guerrilla o haría una huelga si no tiene porque pelear, si observa de que todos pueden vivir con satisfacción? Por el contrario, ¿qué sucede cuando un pequeño grupo de familias millonarias acumulan poder y riquezas mientras el 80 por ciento de la población apenas tiene ingresos para vivir y sobrevivir? ¿Qué pasa cuando una legislación (como la mexicana) protege con las instituciones de “justicia” y la fuerza pública la gran propiedad privada, los grandes monopolios de empresas y los negocios?
6. La guerrilla colombiana es poderosa; además de contar con más de 18 mil hombres y mujeres en armas tiene el control de extensos territorios liberados: quizá la mitad de las tierras de Colombia. Pero además un gran movimiento de lucha urbana, surgida por el descontento de la población explotada y miserable, lo apoya. Por eso los gobiernos yanquis instalaron el Plan Colombia que les sirve para enviar a miles de soldados del ejército, entrenados en EEUU, a combatir a las FARC; por eso también muchos militares hoy son presos canjeables de la guerrilla. Si el gobierno estadounidense le retirará el gran apoyo militar y económico al gobierno de ese país, seguramente se vendría abajo y la lucha de la región se fortalecería. Esa es la causa por la que EEUU ha invertido muchas fuerzas en Colombia: para apuntalar a gobiernos de derecha y para militarizar la región en previsión de evitar el fortalecimiento de Chávez, Evo y Correa.
7. La realidad es que hay que cuidar el proceso antiimperialista que en este momento va creciendo en América Latina, sobre todo en los países bolivarianos de Venezuela Colombia y Ecuador, así como de Bolivia. Las poderosas fuerzas del capital, asociadas con las fuerzas gringas, buscan con todas sus fuerzas impedir su consolidación. Los izquierdistas de América, como lo hicieron con Cuba en los años sesenta, deben cerrar filas para evitar que los yanquis caigan sobre los bolivarianos con todas sus fuerzas. Marulanda tiene en este momento una enorme presencia y debe saber aprovechar la oportunidad para que el mundo conozca la profundidad de su lucha. Hay que contrarrestar la campaña a favor de “los pobres secuestrados” por la guerrilla y demostrar que los humildes presos guerrilleros del régimen son mucho más valiosos. Hay que exigir que Chávez, Fidel o Raúl Castro jueguen su papel como negociadores.
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