La guerra con Colombia

En cierta oportunidad el escritor venezolano y copropietario de El Nacional, Miguel Otero Silva, hizo un pacto con el premio Nobel, orgullo de la literatura colombiana y universal, Gabriel García Márquez. De acuerdo a dicho compromiso, si acaso alguna vez alguien intentara provocar un conflicto entre nuestros dos países, cada uno de ellos se comprometía a salir a la plaza Bolívar de su respectiva capital, adonde el pleno centro de Bogotá el Gabo gritaría "¡Que viva Venezuela!" y Otero Silva haría lo propio en Caracas, exclamando a voz en cuello "¡Que viva Colombia!".

Por desgracia Miguel Otero Silva murió hace varios años y para colmo su heredero y homónimo, Miguel Enrique Otero, piensa de manera muy distinta a su padre. En cuanto al Gabo García Márquez, creo que está ausente de los avatares diarios de Colombia y que hasta vive en otro país, donde se siente menos amenazado por los secuestradores y por los agentes de los sectores que activan la guerra intestina en su patria.

A mi me encantaría presenciar una contienda entre los representantes de ambos países pero jamás en el terreno bélico, sino en lo tocante a concursos de mujeres bellas, con ritmos como la cumbia y el merengue interpretados por bailarinas que sepan mover el cuerpo, como Shakira y alguna contrincante barloventeña con fuego en las caderas.

En fin, creo que una guerra entre Colombia y Venezuela sería tan absurda como un pleito entre la mano derecha y la izquierda de una misma persona, pues, a fin de cuentas, América Latina constituye una sola humanidad, integrada por varias repúblicas que son como los órganos del cuerpo continental.
Demás está decir que en las guerras solo se mueren los pobres y los más pendejos, que es casi lo mismo. Como lo sabemos todos, los depauperados de ambos países son exactamente la misma gente, pues los pobres de Colombia emigran a Venezuela cuando el hambre aprieta por aquellos andurriales y los de aquí hacen lo mismo cuando nos toca una mala racha.

Lo ideal sería que ambos pueblos identificaran con toda exactitud a los factores, internos o externos, que promueven la guerra y los antagonismos y procedieran, cada uno por su cuenta, a mandarlos a la mierda.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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