Después de 11 años de estudio, la semana pasada el Juez James Robertson de la corte del Distrito Federal del Distrito de Columbia (Washington D.C.) dictaminó que el Departamento del Interior había “retardado de manera no razonable” su contabilidad sobre los billones de dólares que se le adeudan a los indígenas propietarios de tierras y que dicho Departamento no tiene recursos para “tapar el agujero”.
Desde finales del siglo 19 y hasta 1934, la política del gobierno usamericano fue liquidar las reservaciones y otras entidades indígenas. concediéndoles tierras cuyos títulos de propiedad conservaba el Estado con el derecho de arrendarlas a terceros para su explotación y el compromiso de cobrar, depositar en un fideicomiso (1) y distribuir entre los indígenas los beneficios de dichos arrendamientos. Un siglo después los indios no han recibido ni un centavo de ese dinero.
En 1996, una india Piesnegros llamada Elouise Cobell demandó al Ministerio del Interior “por haber administrado mal” miles de millones de dólares en petróleo, madera y otros recursos a su cargo como fiduciario de unos 500 mil indios. El Juez Robertson (y otros antes que él) declararon casi seguramente imposible establecer cuánto se les debe a los indios, sin mencionar el genocidio, los Wounded Knee y la infamia del Hollywood clásico.
BAILANDO CON JUECES
A la astucia de la demanda responde la astucia del sistema judicial que se pregunta si el gobierno es confiable para guardar dinero ajeno, o reflexiona sobre la imposibilidad real de contabilizar el daño irreparable que se ha hecho a la confianza fiduciaria, etc. El asunto aquí es, afirman voces indias, ¿cómo y cuándo nos van a pagar lo que nos deben por este fraude paternalista?
El raquítico Departamento (Ministerio) del Interior (minerales, parques nacionales, vida silvestre y asuntos indios…) se había tomado la molestia de crear un Grupo de Estudio sobre el tema, durante la administración del Secretario Gale Norton, pero el mismo fue desmantelado en 2001 después de 2 años de trabajo, y como ironiza un comentarista del NYT: “Hasta la justicia más elemental requiere esfuerzo sostenido”.
UN HOMBRE LLAMADO LLAMA
El problema es que ni con meticuloso descuido ni con cuidadoso desorden se logra ocultar que es algo peor que torpeza contable: una conspiración gubernamental continua y agravada para robar a medio millón de ciudadanos. No faltó ni la destrucción activa de datos ni negativas a responder órdenes de tribunal.
Poco importan la suma del daño patrimonial y las improbables decisiones compensatorias de los jueces en el caso, ante su costo político para el gobierno USAmericano en las etnias del continente y la opinión pública internacional. No es la deuda moral con negros, indios, latinos, chinos y otras víctimas colectivas, sino una deuda legal en los términos de sus propias leyes y su concepción caucásica judeocristiana burguesa del derecho constitucional y la justicia. Es otro ejemplo de la pérdida de legitimidad constitucional en el país más poderoso del mundo.
El discurso resultante es fácil: “Estados Unidos de Abu Ghraib sólo paga traidores, de él no podemos esperar sino miseria y muerte. La danza de la Malinche llega a su fin.
(1) El Fideicomiso es una relación jurídica por la cual una persona llamada fideicomitente transfiere uno o más bienes a otra persona llamada fiduciario, quien se obliga a utilizarlo en favor de aquél o de un tercero llamado beneficiario.