Aporrea (06.02.2008) publicó con la firma de Antonio Morales Riveira, la entrevista de “Terra Magazine”, a Laura Restrepo, conocida escritora colombiana que ha cosechado merecidos laureles por sus novelas. Conocemos de sus luchas juveniles por propio relato. Como militante de izquierda: su destierro en Argentina, la discriminación por sus ideales y renuncia al origen burgués. Es el precio a pagar por asumir el bando de los explotados, de los excluidos, de los perseguidos por las oligarquías que son tan depredadoras, genocidas y apátridas en Bolivia, como en Colombia, Nicaragua, Venezuela o México.
El dominio de la oligarquía, unido a la explotación imperialista es lo que ha dado origen a las luchas armadas habidas durante el siglo XX y de las cuales, las FARC y el ELN, son la más genuina expresión y ejemplo para las muchedumbres de explotados y oprimidos que en todo el continente han dicho ¡Basta!
Nadie quiere la guerra. Lamentablemente ha sido la partera de la historia, con toda la horrible deshumanización que la caracteriza. Pero guerra es guerra. Y como decía Napoleón, “la argent c´est la guerre”. No hay guerras buenas y guerras malas. Todas son la expresión de la miseria del hombre por conseguir un fin. ¿Justo o injusto? ¿O depende del cristal con que se mire? ¡No! Depende del fiel de la balanza y considero que el fiel de la balanza es la justicia. Y la justicia jamás puede inclinarse del lado de los opresores. La justicia siempre debe estar del lado de los oprimidos. Lo otro puede ser legalidad, que nada tiene que ver con la justicia. La legalidad del opresor que legisla sus propias leyes para conseguir sus propios fines.
Toda guerra inventa su propia filosofía. Para rescatar los Santos Lugares y ganar indulgencias (unirse a Las Cruzadas y matar sarracenos). Para aplastar el movimiento herético, siglo XIII (el papado ordenó las masacres de Languedoc). Para justificar la invasión y conquista de América (salvación de los indios herejes, la encomienda). Para invadir a Vietnam (el hundimiento de la fragata en el golfo de Tonkin y contener el avance del comunismo). Para invadir y destruir a Afganistán (las torres gemelas y el supuesto terrorismo). Para invadir y destruir a Irak (las supuestas armas de destrucción masiva y el petróleo) Para amenazar a Irán o a Corea del Norte (el desarrollo de la energía nuclear) Para que la oligarquía colombiana se mantenga en el poder (la campaña mediática: terrorismo, secuestro, narcotráfico de las FARC y el ELN), pero, jamás se hace alusión de los crímenes de los verdaderos protagonistas: el presidente Uribe, su camarilla gobernante, las fuerzas armadas, sus generales y su ejército de paramilitares.
¿Por qué sólo se habla de las FARC y el ELN? ¿Y por qué se les atribuye todos los males que aquejan a la sociedad colombiana? Los verdaderos autores ¿dónde quedan? ¿Por qué se pretende ignorarlos?
“Pareciera que esas víctimas son inexistentes”, escribió Iván Cepeda Castro, presidente del MOVICE, en una carta al presidente Álvaro Uribe. “Ni los gremios empresariales, ni la Iglesia ni los alcaldes ni los gobernadores ni los grandes medios de comunicación convocan a marchas de rechazo ciudadano ante esos crímenes”, agregó, en referencia a la manifestación del pasado 4 de febrero. En la carta, Cepeda continúa: “¿Cuándo se pronunciará Usted (Uribe) sobre los crímenes contra la humanidad que siguen cometiendo los grupos paramilitares? ¿Cuándo hará una alocución solemne para condenar las desapariciones forzadas, masivas que han llevado a miles de compatriotas a fosas comunes y cementerios clandestinos?”. Lilia Solano, en declaración a Telesur, sintetizó la marcha del pasado 4 de febrero, “un millón grita ¡no más FARC! frente a 43 millones de colombianos que no marcharon.”
¿Por qué guardar silencio ante esta realidad que forma la cotidianidad del pueblo colombiano? Nunca se habla de los horrores y masacres que la oligarquía ha cometido durante los últimos sesenta años para mantenerse en el poder. ¿Por qué no ubicar el conflicto en su justa naturaleza, modalidad o condición? ¿Por qué negarle al pueblo colombiano sus derechos y entre ellos, el más elemental: la lucha cívica? Todo colombiano que intente reunir a un grupo de compatriotas para ejercer el derecho elemental de la lucha cívica, es asesinado por orden de la oligarquía. No importa quien sea ni del bando que sea, si el propósito que persigue es disputarle el poder a la oligarquía. Pasó con Rafael Uribe Uribe. Pasó con Gaitán. Pasó con María Eugenia Rojas y el robo que Pastrana padre le hizo de las elecciones. Pasó con la Unión Patriótica (Pardo Leal, Bernardo Jaramillo). Pasó con el M-19 (Carlos Pizarro). Pasó con Álvaro Gómez Hurtado (a quien no le valió ser hijo de Laureano Gómez para ser asesinado por el delito de buscar la paz y ponerle fin a la guerra que comenzó su padre cuando fue presidente).
La oligarquía colombiana cuando ve amenazado el poder que detenta, no le importa el bando ni el personaje. Ya Carlos Gaviria, actual presidente del Polo Democrático Alternativo, recibe amenazas por sus inofensivas propuestas electorales de cambio. Pero, en medio de tanto horror, algo es algo. Para ejercer la oposición en Colombia se necesita ser muy “berraco”, le dije una vez a Bernardo Jaramillo, en una larga conversación que sostuvimos en San Cristóbal (Táchira), junto a Diego Montaña Cuellar.
Dígame una cosa, doña Laura Restrepo. En esta somera enumeración de crímenes ¿en algo figuran las FARC y el ELN? En todos estos horribles crímenes y magnicidios ¿figuran las FARC y el ELN? Todos han sido cometidos por la oligarquía colombiana para impedir el elemental derecho a la lucha cívica, esa misma que ahora se puede practicar en Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela, Cuba y allí donde los pueblos han decidido ser dueños de su propio destino, mientras el imperialismo respete la autodeterminación a elegir sus formas de gobierno en comicios democráticos y por abrumadora mayoría. De no ser así, entonces habrá que seguir el ejemplo de las FARC y el ELN: tomar las armas para ser libres y hacer efectivo el anuncio del Che Guevara, “abrir diez Vietnam, veinte Vietnam”.
¿No cree usted, señora Laura Restrepo, que el pueblo colombiano tiene el elemental derecho a la vida – no sólo por instinto de conservación – también en el caso que medie alguna ideología?
Pues ese elemental derecho a la vida fue lo que dio origen a las guerrillas liberales de 1948 frente a la arremetida criminal del gobierno de Laureano Gómez y sus “chulavitas”. Fueron los terribles años de la violencia (contra campesinos indefensos). Los liberales para no ser masacrados (corte de franela, corte de corbata) se fueron a la guerrilla y como carecían de ideología, bastó el golpe militar de Rojas Pinilla para que depusieran las armas y desistieran de la toma del poder, si es que alguna vez pasó por sus mentes (Guadalupe Salcedo, Cheíto Velásquez, Franco Izasa), que luchaban por “salvar el pellejo” y para devolverle el poder a los Lleras Camargo, a los Darío Echandía (el mismo que el 9 de abril dijo “el poder para qué”), a los López Michelsen, “gloriosos” jefes liberales oligarcas. ¡Que contrasentido!
Luego, esos campesinos indefensos, ante la nueva arremetida de la oligarquía latifundista, se agruparon y formaron lo que se conoció como las repúblicas independientes (Marquetalia, Guayabero, El Pato) en defensa de la vida. Contra ellos la oligarquía lanzó todo el poder militar a su alcance, bajo el mando del general Matallana (1962 -1964).
Es entonces cuando aquellos campesinos, con Manuel Marulanda a la cabeza, entienden que sin ideología (Jacobo Arenas), no puede haber la toma del poder y es así como en Marquetalia nacen las FARC hace 43 años y hoy son el Ejército del Pueblo, con un territorio, un Estado dentro del Estado, con redes de suministro indispensables para que la guerrilla sobreviva (según enseñan los textos de “Guerra de Guerrillas”), la base social que le permite moverse como “el pez en el agua”. Para alcanzar tal desarrollo y consolidarlo, se necesita de una inmensa y extensa base social, esa que todos los días es masacrada por el ejército, los paramilitares, los asesores gringos y forma el ejército de desplazados internos o hacia los países limítrofes.
En este momento las FARC y el ELN son la mejor esperanza de liberación nacional del pueblo colombiano, frente al TLC, frente a la invasión del ejército gringo, por cuanto el ejercito nacional está de rodillas al servicio del invasor, en flagrante traición a la patria. Ya la guerra en Colombia pasó de guerra civil a guerra contra el ejército invasor de los EE.UU.
Señora Laura Restrepo, ¿Usted está de acuerdo con que su patria esté invadida? Es una realidad que nadie puede negar. En sus declaraciones a “Terra Magazine”, nada dice sobre este particular ni de las masacres de la oligarquía ni del narcotráfico que se apoderó de todos los estamentos del Estado colombiano ni de las masacres que realizan los generales y sus tropas, ni de los horrendos crímenes de los paramilitares (la motosierra que se utiliza para descuartizar cadáveres). A nada de esto hace usted mención en sus declaraciones a Terra Magazine.
Con el paso de los años surgen otros movimientos guerrilleros, el EPLN, el ELN, el M19, todos con la misma inquietud: conquistar un espacio político para la lucha cívica. En todos estos grupos armados vemos, como, colombianos de formación intelectual, Camilo Torres, Simón Trinidad, Carlos Pizarro y tantos más, hijos de la clase política, hijos de la burguesía (como usted, señora Laura Restrepo), renuncian a sus privilegios burgueses para incorporarse a la lucha por la justicia y para conquistar el espacio político que la oligarquía le niega a todo aquel que no defienda sus intereses de dominio y sumisión.
Para usted, señora Laura Restrepo, esa entrega, ese renunciamiento, ese sacrificio de sus vidas ¿no tiene ningún significado? Y que decir de los cientos de miles de campesinos y campesinas que conforman los ejércitos guerrilleros, que han renunciado a la comodidad de sus hogares, la vida en familia, las relaciones sociales, para llevar la vida de sacrificios de la guerrilla en pos de un ideal, la liberación del pueblo colombiano de las garras de la oligarquía, del saqueo imperialista y en pos de la soberanía nacional ante la invasión del ejercito de los EE.UU.
Por esos mismos ideales, el Che Guevara conquistó la gloria y Sandino y Farabundo Martí y Emiliano Zapata y Pancho Villa y tantos y tantos más que como dijo el poeta, “han hecho que esté más poblada la gloria que la tierra”.
Las FARC y el ELN ahora y siempre están movidas por los mismos ideales: justicia para las mayorías nacionales, tierra para los campesinos, derechos laborales para la clase trabajadora, libertad e igualdad de derechos para la mujer, salud y educación gratuitas. Estas son aspiraciones de ayer, de hoy y de siempre, mientras la oligarquía permanezca en el poder. De ahí la vigencia que mantiene la lucha de las FARC y el ELN. Son los mismos ideales que a usted, señora Laura Restrepo, la animaron en su juventud.
Pero usted, de sus ideales juveniles de izquierda según parece, sólo le queda el disfraz. El mismo que en su momento y mientras les convenía, se colocaron Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Regis Debray, Fernando Savater, André Malraux, para nombrar sólo algunos de la caterva. Revise sus declaraciones y verá que usted, señora Laura Restrepo, habla el mismo lenguaje que ellos cuando traicionaron sus ideales, o como decimos en Venezuela en lenguaje coloquial “saltaron la talanquera”.
Parece que conquistar el prestigio de escritor/a, tan sólo sirve para disparar por mampuesto contra los propios ideales que ennoblecieron la juventud, y seguir aparentando ser de izquierda.
Nadie, desde la comodidad de la vida burguesa puede opinar sobre la lucha que libran quienes se fueron a la montaña, se internaron en la selva y llevan la abnegada vida del guerrillero. Ellos :merecen el mayor respeto. Ni mucho menos unirse a la campaña mediática, como lo hace usted. señora Laura Restrepo, desde la comodidad de su apartamento y de su vida regalada que le da el prestigio de escritora laureada por la burguesía. Respete a quienes ofrendan la vida por la libertad de las mayorías colombianas, oprimidas por la más nefasta oligarquía apátrida y genocida, e invadida por el ejército de los EE.UU. Sus declaraciones muestran el mismo desenfreno de quienes marcharon el pasado 4 de febrero, víctimas de la desinformación y manipulación mediática. Actitud inaceptable en una escritora que como usted, militó en la izquierda, se supone está mejor informada y es más ecuánime.
Me duele tener que cambiar la admiración que le tenía, por la indignación que me producen sus declaraciones complacientes con la galería que la aplaude. El precio de la fama obnubila la mente.
leonmoraria@cantv.net
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