1. Cuando la izquierda logre consolidar un gran movimiento de masas en las calles será cuando la poderosa clase explotadora, enriquecida con el saqueo de los recursos del país, tenga que consultar antes sobre políticas de gobierno. Mientras siga disperso y débil el movimiento de los pobres y explotados, seguirá siendo víctima de leyes y medidas represivas, de la explotación intensa e injusticias sociales. ¿Saben por qué la clase gobernante siempre consulta a poderosos empresarios e inversionistas? Porque éstos presionan con retirar sus capitales, con cerrar sus empresas y siempre ofrecen millones de pesos a los funcionarios para que las leyes les beneficien. Todo, absolutamente todo, se resuelve en beneficio de quien tiene la fuerza. Quien más fuerza tiene gana siempre la batalla. Por eso los trabajadores y sus organizaciones deben tener sus fuerzas en las calles, las fábricas, las escuelas, los barrios. El ejército del gobierno vale un carajo cuando el pueblo decide unirse y luchar. Por eso debemos trabajar de manera permanente en ello.
2. Aunque los trabajadores y sus familias, aparentemente se muestren sumisos frente a los amos del dinero y las amenazas y agresiones de las fuerzas policíacas y del ejército federal, la realidad es que no lo están. Les basta con un llamado o una lucha esperanzadora, que les muestre un camino más o menos claro para avanzar, para que decidan romper con una vida que les ha traído hambres y sufrimientos. Ellos saben que lo único que pueden perder son sus cadenas, pero cuando se les convence que tienen un mundo que ganar no lo piensan dos veces. El levantamiento del EZLN, las batallas de la APPO en Oaxaca, las guerrillas de los setenta de Jenaro y Lucio, las movilizaciones campesinas, etcétera, son muestras de que la gente tiene necesidad de luchar por sus derechos pero no tiene claras las posibilidades de avanzar. Por eso hay que hacer crecer los movimientos, extender su propaganda y enseñar sobre sus experiencias. No permitir que los movimientos de izquierda se quiebren para que las masas sigan firmes.
3. Andrés Manuel López Obrador, el famoso Peje o AMLO, está logrando abrir ese cochinero infestado de poderosos empresarios y conductores sumisos a sus amos (que le llaman medios de información) con la fuerza de sus luchas, sobre todo contra la privatización del petróleo. Durante año y medio lo han bloqueado de la manera más puerca y vil por los Azcárraga, los Salinas Pliego y por todas esas agencias de radio y TV al servicio de la derecha y del gobierno panista ilegítimo de Felipe Calderón. Pero en las varias entrevistas realizadas por López Dóriga, Loret de Mola y otros contratados con el mismo fin, la consigna es ridiculizarlo, interrumpirlo, no dejar que desarrolle un tema, exhibirlo. Sin embargo AMLO, en esto de las entrevistas, se sabe batir y siempre deja en ridículo a su entrevistador. Salen tan mal los medios y los entrevistadores que preferirían que El Peje desapareciera. Pero en tanto su fuerza de masas siga creciendo y las medidas de presión sigan organizándose la fracción que él representa en el PRD tendrá voz.
4. Cuando parecía que el movimiento opositor al gobierno ilegítimo de Felipe Calderón se debilitaba (por la campaña de calumnias de los medios electrónicos, sumada al bloqueo informativo sobre las actividades de López Obrador) surgió la lucha contra la privatización del petróleo encabezada por AMLO y parece que Calderón y la alianza PAN/PRI han comenzado a ir para atrás. Calderón, que usará al PAN para presentar su proyecto, ahora grita desesperadamente que “México ya no necesita líderes importantes ni dirigentes de multitudes, sino que cada hombre sea capaz de conducirse por sí mismo”; en clara referencia al perredista López Obrador, explicó que a través de estas palabras el literato jalisciense Juan José Arreola manifestaba su anhelo de “no ver en la patria actitudes paternalistas que buscan manipular conciencias y lucrar con las necesidades de las personas”. Parece evidente que la privatización de PEMEX no será aprobada por miedo a la gran movilización que crece en contra.
5. ¡Qué fácil para Calderón: “ya no se necesitan líderes importantes ni dirigentes de multitudes”, para eso estoy yo, diría, aunque se me estén cayendo los pantalones por la temblorina! Pues este miedo aterrador de la burguesía a las masas deben aprovecharlo los trabajadores y los explotados para demostrar quién tiene la fuerza real, quiénes son los que con su trabajo y sus luchas pueden construir un país equitativo y justo. Se sabe que la fuerza de las armas, de las amenazas, de la represión, del peligro de más encarcelamientos y más asesinatos es manipulado por la clase dominante, pero esto suele ser un “gigante con pies de barro”, un “tigre de papel” que las luchas de masas en las calles, cuando el pueblo se decide, fácilmente pueden derrotar. Si la burguesía tiene miedo a las masas y ha perdido la batalla por la privatización del petróleo, la lucha debe continuar con acciones de resistencia civil exigiendo la libertad inmediata de todos los presos políticos de Atenco, Oaxaca, zapatistas, la Parota, de las normales rurales.
6. En sus luchas los trabajadores deben ir al fondo, con todo y por todo. Así como la burguesía no se toca el corazón ni se detiene a pensar para reprimir o para aprobar leyes contra los explotados (tal como lo hacen la derecha, el panismo, los empresarios, el priísmo aprovechando la coyuntura privatizadora de Salinas, Zedillo, Fox y Calderón) así las luchas de los pobres no deben parar porque los dirigentes tengan miedo y manden a las masas a sus casas. Si los trabajadores lograran consolidar estas presiones masivas la burguesía tendría que pensar mil veces presentar medidas que lesionen los intereses de los trabajadores, tal como las reformas de pensiones, a la ley del trabajo, al IMSS, al ISSSTE, las privatizaciones, etcétera. El movimiento de masas, en la que participen todas las organizaciones sociales, debería tener un programa de demandas junto a un programa de movilizaciones. Y al mismo tiempo de mandar al diablo a las instituciones hay que hacer lo mismo con Televisa, TV Azteca, Radio Fórmula y demás.
7. La lucha contra la privatización no ha terminado, más bien, sólo comienza. Haya batallas pendientes a consolidar en diferentes frentes. ¿En qué terminó la lucha campesina y la revisión del TLC? Hace más de seis meses escribí en un artículo que ante la imposibilidad de los gobiernos del PRI y del PAN de privatizar la CFE y PEMEX, buscarán una política de abandono de estas empresas públicas mientras mediante leyes secundarias entregan parte por parte electricidad y petróleo a organismos privados y extranjeros. Ponía el ejemplo de las carreteras de cuota privatizadas y carreteras libres públicas abandonadas. Las batallas en las calles deben continuar mientras representantes de cientos de organizaciones de izquierda deben reunirse para discutir programas y acciones. Echemos a la basura los sectarismos que impiden luchas unitarias, pero al mismo tiempo ejerzamos la vigilancia para evitar el oportunismo que busca frenar el movimiento en beneficio del poder.