La prensa occidental ha sido prolija con respecto a los cambios ocurridos en Cuba después de la elección de Raúl Castro como presidente de la República y celebró una eventual liberalización de la economía de la isla (1). Pero esta realidad se trató, como siempre cuando se habla de Cuba, de manera superficial y errónea. Bien sea con respecto a la adquisición de aparatos eléctricos, a los hoteles o a los celulares, las restricciones que estaban vigentes hasta hace poco tenían explicaciones racionales, pero las multinacionales de la información no las han abordado. En realidad, se lanzó un intenso debate a principios del año 2008, poco antes de la decisión de Fidel Castro de no presentarse a la reelección, con el objetivo de mejorar el socialismo cubano. Dicho debate implicó al conjunto de la población y generó 1,3 millones de propuestas.
Los aparatos eléctricos
Los medios anunciaron a bombo y platillo que los cubanos ya eran libres para adquirir aparatos eléctricos y electrodomésticos, dando a entender que antes estaban completamente prohibidos a la venta (2). Ahora bien, la realidad es sensiblemente diferente. La venta de estos artículos jamás ha estado prohibida en Cuba, aparte de algunos productos informáticos y otros de gran consumo energético tales como las cocinas eléctricas o los microondas, en una época en que la producción energética de Cuba era insuficiente para cubrir las necesidades de la población.
En efecto, durante el período especial que empezó en 1991, después de la desintegración del bloque soviético, Cuba se quedó sola frente al mercado internacional y tuvo que hacer frente a la desaparición de más del 80% de su comercio exterior y, además, al recrudecimiento de la implacable agresión económica por parte de Estados Unidos. En este contexto sumamente difícil, la isla del Caribe fue golpeada por fuertes penurias, particularmente en cuanto a la energía, lo que ocasionaba largos apagones. En esa época las autoridades limitaron la venta de aparatos eléctricos devoradores de energía. Esas restricciones estaban totalmente justificadas. En efecto, hubiera sido irresponsable proceder de otro modo pues el sistema energético, fuertemente subvencionado, hubiera colapsado.
Gracias al ingenio de los cubanos, a los esfuerzos apoyados por la población y a las nuevas relaciones comerciales con países como Venezuela y China, Cuba dispone de una economía más fuerte y logró resolver su problema energético. Gracias a la «Revolución energética» lanzada en 2006, que consistió en remplazar los bombillos y los antiguos aparatos electrodomésticos como los televisores, refrigeradores, ventiladores y otros aparatos eléctricos, por productos más modernos y de menor consumo, millones de cubanos se han beneficiado de toda una gama de productos electrodomésticos nuevos con precios subvencionados por el Estado, o sea, por debajo del precio del mercado.
Ahora los ahorros de energía realizados permiten hacer frente a la demanda de la población, lo que explica la eliminación progresiva de las restricciones en cuanto a la adquisición de nuevos aparatos electrodomésticos, ordenadores y otros, como videos. Así, los cubanos tiene acceso a una selección más amplia de bienes de consumo. Por lo tanto, las limitaciones se explicaban sólo por un factor de orden económico, es decir una carencia de producción energética. La prensa occidental no se ha molestado en abordar estos elementos en el tratamiento del tema.
Los medios se apresuraron a subrayar, con razón, que muchos cubanos no podrían tener acceso a los artículos en venta al precio del mercado debido a su elevado coste con respecto al salario relativamente modesto vigente en Cuba. No obstante, esta realidad concierne a una inmensa parte de la población mundial, que vive en la pobreza, y cuyas principales preocupaciones no son adquirir un lector de Dvd o un microondas, sino comer tres veces al día y tener acceso a la salud y a la educación, angustias inexistentes en Cuba.
Así, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sobre la inseguridad alimentaria en el mundo, 854 millones de personas en todo el planeta, entre ellos 9 millones en los países industriales, sufren desnutrición (3). En el continente americano sólo tres países ya han alcanzado los objetivos de la Cumbre Mundial de la Alimentación 2015: Cuba, Guyana y Perú (4). Según la UNESCO, actualmente, un adulto de cada cinco en el mundo no está alfabetizado, o sea 774 millones de personas, y 74 millones de niños carecen de escuelas (5). Según la UNICEF, cada día más de 26.000 niños menores de cinco años mueren de hambre o enfermedades curables, o sea 9,7 millones cada año (6). Ningún cubano forma parte de estas listas.
Las multinacionales de la información siempre eluden el planteamiento de la realidad cubana con relación a la problemática latinoamericana y del Tercer Mundo pues es edificante y conduce inevitablemente a las comparaciones.
Los celulares
El acceso al celular también se ha ampliado en Cuba por diversas razones (7). La primera es de orden económico y la segunda de orden tecnológico. El acceso al celular se ha masificado por todo el mundo occidental en los años 90.
En esa época, Cuba tenía otras prioridades diferentes a la de proporcionar acceso al teléfono celular a la población. Los retos concernían entonces la alimentación, el transporte y la vivienda. El problema alimentario actualmente está resuelto en Cuba. En lo que se refiere al transporte se está solucionando, especialmente gracias a la importación de numerosos autobuses chinos. En cuanto a la vivienda, se trata sin lugar a dudas de la principal dificultad a la que se enfrenta la población.
En este caso tampoco se trata de una especificidad cubana. La realidad es la misma en cualquier ciudad del primer mundo, como París, con una diferencia: en Cuba se trata de una carencia de viviendas debida a las sanciones económicas estadounidenses que impiden la construcción de 100.000 viviendas adicionales al año, mientras que los parisinos tienen que hacer frente a una absurda aberración. En efecto, más de 100.000 viviendas, propiedad de las clases acomodadas, están vacías en París mientras 100.000 familias están buscando un techo. A pesar de que existe una ley de requisa las autoridades nunca la aplican. En Cuba, los ciudadanos jamás aceptarían semejante escándalo (8).
En Francia, según el Ministerio de la Vivienda, 1,6 millones de personas viven en viviendas sin ducha o sin baño. Más de un millón de franceses están alojados en «situación de superpoblación acentuada», 550.000 personas viven en pensiones, entre ellas 50.000 niños, 146.000 en caravanas y 86.000 son «sin techo» y viven en la calle (9). Sin embargo, cerca de dos millones de viviendas están vacías en Francia, de ellas 136.554 en París. Otra aberración: sólo 32.000 viviendas en París pagan el impuesto sobre la vivienda vacía mientras que más de 136.000 tendrían que pagarlo. Pero las autoridades prefieren cerrar los ojos (10).
Volviendo al celular, el segundo obstáculo era de orden tecnológico (todavía es el caso para el acceso a Internet pues Washington impide que Cuba se conecte al cable de fibra óptica del Estrecho de Florida que le pertenece). Cuba dispone de una conexión satélite limitada que, además, es extremadamente costosa. Es la razón por la que el acceso al teléfono celular había sido restringido. Con la mejoría de la situación económica, la oferta se ha ampliado a toda la población, aunque las tarifas sigan siendo muy elevadas. En este caso también, aunque el celular está ampliamente difundido en Occidente, sigue siendo un lujo para muchos habitantes del planeta.
El acceso a los hoteles
En cuanto a los hoteles, los medios también dieron prueba de parcialidad. Hasta el 1 de abril de 2008, el acceso a los hoteles de lujo estaba no prohibido, como afirmó la prensa occidental, sino limitado. Aquí, la explicación es de orden social y económico.
En los años 90, el resurgimiento de un fenómeno que fue erradicado cuando triunfó la Revolución en 1959 preocupaba mucho a las autoridades: la prostitución. Para intentar encauzar este problema que surgió de las dificultades a las que tuvieron que hacer frente los cubanos, el gobierno de La Habana decidió limitar el acceso de la población a las infraestructuras turísticas. Gracias a la labor de los trabajadores sociales y a la mejora de la situación económica, este fenómeno social, si no ha desaparecido todavía, ha sido atenuado sustancialmente.
La segunda explicación es de orden económico. En efecto, con el desarrollo vertiginoso del turismo a partir de los años 90, la capacidad hotelera cubana se ha revelado insuficiente para acoger a la vez a los extranjeros y a los cubanos. Las autoridades privilegiaron la acogida de los extranjeros, sobre todo en temporada alta, partiendo de un razonamiento económico. Un turista cuyas demandas de veraneo no se pudieran satisfacer gastaría su dinero fuera del país, lo que generaría un lucro cesante significativo para la economía del país. En cambio, la pequeña categoría de cubanos que tiene los recursos necesarios para pagarse un hotel de lujo gastaría su dinero en otros sectores pero éste se quedaría en el país.
La prensa occidental también se detuvo en las tarifas relativamente prohibitivas para el cubano medio. Según Associated Press, son muy pocos los cubanos que pueden pagarse una habitación que cuesta 173 dólares por noche en el hotel «Ambos Mundos» (cuatro estrellas) de la Habana Vieja, uno de los establecimientos turísticos más prestigiosos de la capital, que era el preferido de Ernest Hemingway (11). Tiene razón. Pero se olvida, otra vez, de subrayar que el acceso a una habitación de hotel de renombre es un lujo para todos los habitantes del Tercer Mundo y para una amplia categoría de ciudadanos que viven en países desarrollados. A título de comparación, ¿cuántos franceses, por ejemplo, pueden pagarse una habitación de 730 euros (la más barata) en el Ritz (cinco estrellas) de París? (12)
¿Liberalización económica?
¿Acaso conducen estas reformas hacia cierta liberalización de la economía cubana? (13). Sería un error pensarlo. Hay que recordar que en los años 80 los cubanos tenían acceso con abundancia a los bienes de consumo. Se trata simplemente de la supresión de restricciones que ya no tienen razón de ser. Otras deberían seguir rápidamente. Así, el gobierno decidió alquilar tierras ociosas a pequeños productores privados con el fin de aumentar la producción agrícola, en el momento en que los precios de las materias primas han alcanzado cumbres (14).
Los verdaderos cambios en Cuba ocurrieron en 1959 y la isla se halla en evolución constante desde esa fecha. Allí la crítica es constante y basta con leer la prensa nacional para convencerse de ello, particularmente los diarios Juventud Rebelde y Trabajadores cuyo tono es sumamente incisivo y sin concesiones. Hay una voluntad política innegable, entre los altos dirigentes, de suscitar el debate. La propia hija de Raúl Castro, Mariela Castro, sexóloga que defiende los derechos de las minorías gay y lesbiana, abogó en favor del «socialismo, pero con menos prohibiciones» (15). Pero los medios fingen no percibir esta realidad. Contrariamente a lo que pretenden –y esperan– las multinacionales de la información, Washington y la Unión Europea, los cubanos no volverán a una economía de mercado, sino que continuarán esforzándose en la construcción de un socialismo moderno, más justo y más racional.
Revisado por Caty R.
Notas
(1) Will Weissert, «Raul’s Reforms May Strengthen Communism», 2 de abril de 2008.
(2) Will Weissert, «Castro Reforms: Dvd’s, Farms for Cubans», The Associated Press, 2 de abril de 2008.
(3) Organisation des Nations unies pour l’alimentation et l’agriculture, L’état de l’insécurité alimentaire dans le monde 2006 (Rome : FAO, 2006), p. 8.
(4) Ibid., p. 17.
(5) Institut de statistique de l’UNESCO, «Alphabétisme», 9 de abril de 2007. http://www.uis.unesco.org/ev.php?URL_ID=6401&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201 (sitio consultado el 15 de abril de 2008).
(6) UNICEF, La situation des enfants dans le monde 2008. La survie de l’enfant (New York, décembre 2007), p. 1.
(7) The Associated Press, «Cuban Restrictions Eased By Raul Castro», 2 de abril de 2008, Will Weissert, «Cubanos hacen largas filas para comprar celulares», The Associated Press/El Nuevo Herald, 15 de abril de 2008.
(8) Droit au Logement, «Le logement en chiffres: exclusions et inégalités», 2002. http://www.globenet.org/dal/index.php3?page=SOMMSITUCHIF (sitio consultado el 15 de abril de 2008).
(9) Ministère du Logement, de l'Equipement et des Transports, Questionnaire de la Commission de la Production et des Echanges. Projet de LFI pour 2001 & INSEE, enquête 2001 sur la population «fréquentant les services d'hébergement et les distributions de repas chauds», in Droit au Logement, op. cit.
(10) Droit au Logement, op. cit.
(11) Will Weissert, «Thanks Raul: Cubans Can Stay in Hotels», The Associated Press, 1 de abril de 2008.
(12) Hôtel Ritz Paris, «Tarifs».
http://www.ritzparis.com/jump_to.asp?id_target=1250&id_lang=1 (sitio consultado el 15 de abril de 2008).
(13) Reuters, «Les téléphones portables désormais autorisés à Cuba», 14 de abril de 2008.
(14) The Associated Press, «Cuba Lends private Farmers Unused Land», 1 de abril de 2008; Andrea Rodriguez & Will Weissert, «Communiste Cuban Solution: Private Farms», 5 de abril de 2008.
(15) Alessandra Coppola, «Socialismo, ma con meno proibizioni», Corriere della Sera, 27 de marzo de 2008.
Salim Lamrani es profesor, escritor y periodista francés especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006). Acaba de publicar Double Morale. Cuba, l’Union européenne et les droits de l’homme (Paris: Editions Estrella, 2008).
Contacto: lamranisalim@yahoo.fr
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la revisora y la fuente.