Al mejor estilo de “El Mossad” israelí (me comentaba un muy estimado amigo y dirigente político de nuestra revolución), el ejército colombiano, por instrucciones de su gobierno, ha realizado una de las operaciones más arriesgadas hecha en los últimos tiempos para liberar a Ingrid Betancourt, ex candidata presidencial privada de libertad hace diez años, y otros compatriotas colombianos y tres estadounidenses, de los cuales, tanto Ingrid como los estadounidenses eran el objetivo, y los demás los ayudo la diosa fortuna, ya que lo que se quería y se consiguió fue el impacto mediático, que tenía como fin transformar al villano de América Latina en el perfecto héroe americano, por supuesto con el apoyo de los constructores de héroes, el gobierno de Bush.
En primer lugar, una operación tan riesgosa como esta tendría sentido si no se hubiesen presentado reales oportunidades para una liberación oportuna y negociada, lideradas por el presidente Hugo Chávez y la senadora Piedad Córdoba, con resultados concretos, lo que habla claramente sobre las intensiones “showseras” del gobierno de Uribe.
En segundo lugar, la estrategia, montada sobre la mentira, la infiltración y el engaño, método preferido por el gobierno colombiano, antes que la transparencia y pulcritud de las operaciones hechas por el gobierno venezolano, hablan claramente sobre dos formas de concebir y hacer la política, una con patrañas y miserias humanas, y otra con humanismo y transparencia.
En tercer lugar, la ahora demostrada capacidad de infiltración colombiana sólo habla de la potencialidad y segura acción de inteligencia que realiza el gobierno colombiano en los asuntos de su interés, además de demostrar una clara capacidad militar presente en esta operación y en la desarrollada en territorio ecuatoriano. Sobre este punto, nuestro gobierno puede tener por seguro que tiene al aparato de inteligencia colombiano totalmente instalado en nuestro país, y sin generar la más mínima sospecha.
En cuarto lugar, el evidente dominio del gobierno de Bush sobre la política latinoamericana a través de Colombia cada día más pretende acentuarse en una clara arremetida electoral por la situación interna de EUA, lo que impacta inmediatamente en cualquier pretensión revolucionaria en nuestro continente.
En quinto lugar, la previsible acción de nuestro presidente, basada en sus últimas declaraciones vinculadas a la FARC, hacen deducir que existiendo buenas fuentes de información, sin embargo se ha perdido incidencia en el tema, lo que implica una pérdida importante en el juego político internacional, por parte de nuestro gobierno.
Estos cinco y muchos otros elementos hacen presentar un oscuro panorama en América Latina en los venideros días. La inminente reunión con Álvaro Uribe, deberá convertirse en un punto de inflexión que calme el terreno en nuestra agenda internacional para así abocarnos a un asunto prioritario y decisivo para la continuidad del proceso revolucionario, las elecciones del 23 de noviembre y los cismas que han producido las elecciones por la base del PSUV, deberán ser puntos prioritarios de agenda del presidente Chávez.
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