Leí un artículo diría que magistral de Pedro Medellín Torres (director de la Fundación Ortega y Gasset de Colombia) enfocado a la aviesa intención de la plutocracia de su país de criminalizar la política dentro de su ejemplarizante “democracia”.
No me explico cómo puede forzarse tanto, y de manera tan caradura un concepto, como para tener la desvergüenza de llegarse a afirmar que en Colombia hay una democracia, y, sobre todo, dentro de una sociedad liderada por una horda delincuencial que viste y se expresa muy bien, y que actúa además con un muy extravagante y cínico aplomo.
Nos dice Medellín Torres, que esa intención de criminalizar la política, por parte de Uribe y de todo su nauseabundo gobierno, es el “punto insospechado” de la crisis mediante una cadena de nunca acabar de asquerosos señalamientos recíprocos con “opositores”. Que la política y sus ejecutorias están anudadas, de manera gordiana, al crimen… (Dicho esto como a guisa de “promo” de la serie “Los intocables”). Que los partidos no son maquinarias de movilización política, sino más bien organizaciones que van sólo a la captura del botín (que él denomina, renta, como eufemismo generoso). Que el “hacer política” no es más que la gerencia de las organizaciones ilegales o la perpetración de delitos, y que, los que quieren diferenciarse, ya por eso están condenados entonces incluso hasta poder llegar a padecer de su día tenebroso de San Valentín…
Pero concluye Medellín Torres, en que lo peor no es eso, sino que la denominada sociedad civil continúa “moviendo las fronteras éticas y morales”, a los fines de justificar el accionar pernicioso de esa mafia política. Que los colombianos, fieles a una cultura del atajo por la sobrevivencia, vitorean tales comportamientos y no se levantan contra esa criminalización, permitiendo así, de manera cómplice, que se hundan más los principios morales y éticos de la acción política, lo que a su vez no permite que funcione ella dentro de un mínimo aceptable. Así pues que, Pedro Medellín Torres, con este memorable artículo, nos aclara de una vez por todas la maraña. Pero no hay que olvidar que ya Chávez había dicho que Uribe -y su combo- eran uno mafiosos, lo que le pareció un desatino a Globovisión y a RCTV Internacional.
Y veamos hasta dónde puede llegar pues una clase política en un proceso intencional de envilecimiento de su pueblo. Veámonos por tanto en ese espejo tan límpido y tan ponderado por Globovisión y RCTV Internacional, como sus fidelísimos compinches.
Y hoy la Revolución nos está salvando de lo que entre nosotros pudo ser similar bajo las influencias y predicas de la IV República. ¡Aleluya, y que cada quien coja la suya!.
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