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Preámbulo
En el marco del Plan Colombia –con o sin Bush- es que se inscribe la nueva fase de la injerencia militar norteamericana en América del Sur. La violación colombiana del espacio territorial y aéreo de Ecuador a los fines de “cazar” guerrilleros de las FARC cuando dormían en suelo ecuatoriano, no fue más que un “globo de ensayo” que dio sus resultados si entendemos entre otros, la poca capacidad de respuesta de la Comunidad en la Subregión.
Para muchos expertos que siguen con detenimiento los sucesos en la Patria Grande, desde hace tiempo el plan estaba preparado minuciosamente. Al respecto, expertos de la Universidad Autónoma, de la Sorbona de París, han destacado junto a activistas del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), sobre los proyectos de dominación e inherencia existentes, que solapados en el Plan Colombia sirven para concretar la ocupación militar de Estados Unidos en busca de las riquezas en el Continente. En ese sentido, ambos países y el resto de los que conforman la novel Unasur e incluso el Alba, por su colocación geográfica, se les considera estratégicamente vitales a los fines del control necesario en la región. Al respecto, el gobierno neogranadino hace lo indecible para ganarse nuevamente la confianza de la nueva administración gringa, ejecutando operaciones militares; entregando capos e inspeccionando cuevas al estilo de las que tendrían los talibanes en Afganistán y que estarían usando los insurgentes en su país, según el ministro de la Defensa Santos, quien para congraciarse con Obama estimula enemistad con Venezuela y Ecuador con el maligno propósito de que le restituyan el apoyo y recursos, temporalmente retenidos al Plan Colombia, para continuar la ‘francachela’ fascista que solo unos sigüines pitiyanquis, neofascista y narcotraficantes, saben y pueden hacer. Sus aspiraciones a ocupar Nariño, no las disimula.
Histórico
Como sabemos, para dominio el entorno hemisférico, los Estados Unidos crearon un Plan Especial con centro de operaciones en Bogotá, donde cuentan con el apoyo de la ultra derecha y un aparato militar prácticamente incondicional a través del cual (en el marco de la experiencia consolidada en Centro América y antes en Vietnam), fomentaron la creación de grupos paramilitares para enfrentar los movimientos sociales nacionalistas; grupos de izquierda e insurgentes que se han convertido en un estorbo para sus planes de dominación; para lo cual, la administración Uribe entrega a Colombia y ofrece su posición geográfica estratégica, desde la cual pueden trasladar su influencia político-ideológica y transportar sus fuerzas militares en caso de presentarse conflictos sociales en la zona; sobre todo, en la región andina.
Es por ello, que estados Unidos arma al ejército colombiano proveyéndolo del armamento más moderno (tecnología de primera línea), a la vez que introduce un alto número de “instructores” militares quienes junto a otros fuerzas militares de países aliados del imperialismo (cuya cantidad exacta es escondida para el público), que les permite consolidar espacios geográficos con base a una estrategia de consolidación de bases militares desde las cuales pueden incursionar, como en efecto lo hacen, hacia terceros países.
Nuevo derrotero
Con los triunfos de Hugo Chávez, en Venezuela, Evo Mortales, en Bolivia, Rafael Correa, en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y la histórica Cuba (todos ellos integrantes del ALBA), la situación tomó para el imperialismo un cariz muy comprometido. Obligó a Washington a redimensionar el Plan Colombia, actualmente enmascarado en la lucha antidrogas, hacia una segunda etapa (a juicio de expertos mucho más peligrosa) donde el objetivo inicial es desviado y dirigido hacia la lucha definitiva contra los movimientos populares que hacen peligrar los planes hegemónicos originales del imperio.
La reciente agresión a Ecuador por las fuerzas armadas de Colombia es un nuevo eslabón en la cadena estratégica concebida con la creación del Plan Colombia, detrás del cual se mueve la Casa Blanca; donde por cierto, sus misiones diplomáticas juegan un papel determinante por medio del rol de ingerencia que sus embajadores realizan cuando abiertamente se entrometen en los asuntos internos de todo nuestros países.
Un narco Estado dirigido por paramilitares
El narco paramilitarismo como política central del Estado colombiano no ha sido desmontado como mentirosamente se ufana Álvaro Uribe Vélez. Antes por el contrario, hoy están más vivas y asesinas que nunca, las hordas antropófagas quienes en sus filas mantienen asesinos descuartizadores de seres humanos fundamentalmente de las zonas pobres, marginadas y rurales de todo el país. El plan consiste en desterrar de tierra productivas a sectores campesinos e indígenas, que luego son ocupadas por empresas multinacionales o del paramilitarismo a objeto de impulsar proyectos “productivos” (lavado de dinero), que solo interesan los interés de esos grupos político-económicos protegidos por el Estado burgués.
Frontera común
La frontera Venezolana con Colombia, a diferencia del Ecuador, tiene una extensión de más de 2 mil kilómetros, lo que implica la posibilidad cierta que fuerzas militares del vecino país pudieran ejecutar maniobras militares contraviniendo Convenios y Acuerdos Internacionales y lo que es peor, a espaldas del gobierno nacional. Venezuela al igual que Ecuador, es integrante de Unasur y en ese sentido, todos sus componentes hemos respondido al unísono frente a la violación de la soberanía nacional ecuatoriana que tropas colombianas inflingieron en contra del país hermano. Por ello, el gobierno legítimamente constituido y su líder, movilizó su Fuerza Armada a la frontera occidental. El mensaje al globo de ensayo fue claro. En Venezuela no harán lo que al hermano ecuatoriano le infringieron y si se arriesgaran hacerlo, seguro morderán el polvo de la derrota.
En ese sentido, negamos enfáticamente la versión colombiana según la cual la movilización de nuestras tropas con posterioridad a la violación del territorio ecuatoriano por fuerzas militares colombianas (como señalara una fuente de inteligencia colombiana), no obedecía al interés de proteger nuestra soberanía sino para proteger la estadía en nuestro país del para entonces jefe máximo de las FARC, Sr. Marulanda, alias, “Tiro Fijo”. Una vez más, la oligarquía de ese país, procura justificar y soportar sus agresiones para luego acusarnos de tales cuando la verdad son ellos quienes agreden.
Una nueva geopolítica para liberación.
La misma se encuentra inscrita dentro de la Tesis según la cual, cualquier cosa que afecte a uno de nuestros socios del ALBA o Unasur, automáticamente nos afecta a todos nosotros. No en balde todos nuestros socios e incluso, hermanos del Mercosur y otros en el Continente, desde la OEA y con base a los artículos 15, 19 21 de la Carta de la OEA, manifestaron su desacuerdo a la violación territorial de que fue objeto Ecuador.
Infelizmente, en Colombia y Perú (últimamente con relación a los indígenas), son muchos los ‘intelectuales’, beneficiarios, testaferros, instigadores, inductores, cómplices, por acción o por omisión, quienes son tan culpables como los Jefes Paramilitares y sicarios, por el genocidios más espantosos y horripilantes que se haya cometido en país alguno; sólo comparable con los crímenes ocurridos en Ruanda y Burundi, en África.
Conclusiones
La importancia de ambos países (y con ellos todos los del ALBA y Unasur), en el Nuevo Mapa Geopolítico se traducen en los siguientes elementos infra enumerados: ambos países poseen reservas estratégicas de importancia vital para la industria biotecnológica norteamericana y mundial; abundante reservorios de agua potable y la presunción sobre la existencia de minerales utilizables para la industria radioactiva poseen en abundancia, petróleo y gas que el sistema económico norteamericano requiere para mantener y poder sustentar sus niveles de consumo y sistema de vida hoy en crisis. desde el punto de vista geoeconómico, los movimientos sociales emergentes; la consolidación del estado nacional que ellos procuran desmantelar de cara a su visión neoliberal y la aparición de gobiernos contrarios a su punto de vista sobre el mundo y la vida, ponen en peligro la vieja tesis hegemónica de denominado (monroismo), enunciadas en las expresiones: “repúblicas bananeras”; “patio trasero”.
Geopolíticamente hablando, Venezuela es un punto clave para custodiar, como cabecera del continente, todo el caribe y observatorio hacia el Océano Atlántico, Centro América y las provincias que hacia sotavento y barlovento posee la unión europea en el norte caribeño.
Igualmente son vitales (por sus contenidos), la parte amazónica que compartimos con otras naciones hermanas. Por su parte, Ecuador, es estratégica por sus posesiones de ultra mar en su porción insular pacífica. Siendo que desde su parte peninsular, se puede controlar e influenciar a países hermanos como Perú y Colombia; pudiéndose desplazar tropas de intervención militar de manera equidistante a otros espacios continentales.
(*) Politólogo e Internacionalista venezolano, Magister en Seguridad y Defensa
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