El 13 de abril de 2009,
Barack Obama dio un primer paso constructivo hacia Cuba al anunciar
el levantamiento de algunas restricciones que afectan a los cubanos
que viven en Estados Unidos. En adelante, éstos podrán viajar a su
país de origen sin ningún obstáculo y mandar remesas ilimitadas a
sus familias. Así, el presidente estadounidense cumple su promesa electoral
y pone fin definitivamente a las sanciones económicas que su predecesor,
George W. Bush, impuso en mayo de 2004, las cuales limitaban drásticamente
las visitas de los emigrados cubanos a su país a 14 días cada tres
años y reducían la ayuda financiera a 100 dólares mensuales (1).
Se trata de un primer
gesto significativo de la política estadounidense hacia La Habana en
casi treinta años. En efecto, en septiembre de 1977, el presidente
James Carter había levantado las restricciones relativas a los viajes
para los cubano-estadounidenses. Pero en abril de 1982, su sucesor Ronald
Reagan las restableció. Así, por primera vez desde 1982, los emigrados
cubanos, como las demás minorías que residen en Estados Unidos, podrán
desplazarse sin restricciones, poniendo fin así a una situación cruel
que dividía a las familias y violaba los derechos de la comunidad cubana
(2).
Obama amplió también
la lista de artículos humanitarios que se pueden enviar a Cuba, ropa,
productos higiénicos, o material de pesca. Por otra parte, se autorizará
a las empresas de telecomunicaciones estadounidenses a prestar sus servicios
a los habitantes de la isla (3).
El anuncio de la Casa
Blanca aparece a pocos días de la Cumbre de las Américas, que tendrá
lugar del 17 al 19 de abril de 2009 en Trinidad, y sigue el movimiento
unánime de los presidentes latinoamericanos –de los cuales ocho visitaron
La Habana desde enero de 2009– a favor de una normalización de las
relaciones entre Cuba y Estados Unidos, actualmente el único país
del continente que no tiene relaciones con el gobierno de Raúl Castro
(4).
En efecto, Costa Rica
y El Salvador, que eran los únicos países latinoamericanos que no
tenían relaciones diplomáticas con Cuba, también se acercaron a la
isla. Óscar Arias anunció el 18 de marzo de 2009 el restablecimiento
de las relaciones entre San José y La Habana después de casi cincuenta
años de ruptura. “Si hemos podido pasar la página con regímenes
tan totalmente opuestos al nuestro como en su tiempo la Unión Soviética
y más recientemente con China, cómo no hacerlo con un país que es
geográfica y culturalmente más cercano, como Cuba”, declaró.
También lanzó un llamado a Washington a favor de una normalización
de las relaciones con La Habana: “Obama, en la pasada campaña,
dijo que quería de alguna manera conversar con Teherán sin ninguna
condición, sin ninguna restricción, pues pienso que con mayor razón
debería hacerlo con el régimen cubano”
(5).
El Salvador hizo lo
mismo. Una de las primeras decisiones del nuevo presidente Mauricio
Funes, quien asumirá sus funciones el 1 de junio de 2009, fue anunciar
el restablecimiento de las relaciones con Cuba, suspendidas desde 1959
(6). San Salvador no puede ser la única capital “de América Latina
que no mantiene relaciones diplomáticas con Cuba”, subrayó Funes
(7).
En marzo de 2009, el
Congreso y el Senado estadounidenses ya suspendieron temporalmente,
durante un año, las restricciones que impuso Bush (8). Obama las eliminó
definitivamente el 12 de marzo de 2009. Sin duda se trata de una medida
alentadora pero insuficiente.
En el Congreso, las
iniciativas a favor de una flexibilización de las sanciones económicas
se han multiplicado. El 26 de marzo de 2009, el representante republicano
Jerry Moran de Kansas presentó un proyecto legislativo, apoyado por
más de veinte congresistas demócratas y republicanos, destinado a
eliminar los obstáculos para la venta de productos agrícolas y permitir
las transacciones financieras directas con Cuba. “Con las dificultades
que impone a nuestros productores la actual situación económica,
éste es el momento oportuno para impulsar a Estados Unidos a hacer
cambios en su política comercial hacia Cuba”, subrayó Moran.
“Cuba es un importante mercado para la producción agrícola estadounidense,
así como para los productos manufacturados y los distribuidores de
alimentos”, añadió (9).
El 3 de abril de 2009,
siete importantes miembros del Congreso estadounidense fueron a La Habana,
para una visita de cinco días, con el fin de establecer un diálogo
sobre un eventual acercamiento entre los dos países. Bárbara Lee,
jefa del grupo de representantes, enfatizó que era “tiempo de
hablar de Cuba”. Fue recibida a la vez por Raúl y Fidel Castro
(10). “Salimos convencidos de que el presidente Castro ve que la
normalización de las relaciones y el fin del embargo beneficiaría
a los dos países'', añadió. Por su parte, el congresista demócrata
de Illinois Bobby Robson expresó la buena impresión que le causó
Fidel Castro. “Era lo opuesto a lo que los medios habían dicho
de él. Me sorprendieron su gran sentido del humor, su conocimiento
de la historia y su calidad como ser humano” (11).
Por su parte, el senador
republicano Richard G. Lugar exhortó a la administración Obama a que
nombrara un enviado especial para Cuba en una carta del 30 de marzo
de 2009, refiriéndose a “una política que no sólo ha fracasado
[…] sino que además perjudica nuestros más amplios intereses de
seguridad y política” (12).
Un grupo de doce militares
de alto rango retirados lanzó un llamado a Obama el 13 de abril de
2009 para que apoyara y firmara el proyecto de ley que presentó el
congresista demócrata Bill Delahunt, que permitiría a los ciudadanos
estadounidenses viajar a Cuba, retomando los argumentos del senador
Lugar. “El embargo ha provocado un significativo movimiento diplomático
contra la política estadounidense. Como militares profesionales, entendemos
que los intereses de Estados Unidos están mejor atendidos cuando el
país es capaz de atraer el apoyo de otras naciones hacia nuestra causa”,
expresaron. “En todo el mundo, los líderes están reclamando un
verdadero cambio político basado en las esperanzas que usted inspiró
con su campaña’, sostienen los militares. Cuba se ofrece como el
elemento más a mano para demostrar ese cambio y sería además una
maniobra que quedaría profundamente grabada en la mente de nuestros
socios y rivales en el mundo”, concluyeron (13).
Fidel Castro reiteró
la disposición de Cuba al diálogo. “No es necesario enfatizar
lo que Cuba ha dicho siempre: no tememos dialogar con Estados Unidos.
No necesitamos tampoco la confrontación para existir, como piensan
algunos tontos; existimos precisamente porque creemos en nuestras ideas
y nunca hemos temido dialogar con el adversario. Es la
única forma de procurar la amistad y la paz entre los pueblos”
(14).
El líder revolucionario
también quiso preservar al presidente estadounidense. “Nuestro
país […] no culpa a Obama de las atrocidades cometidas por otros
gobiernos de Estados Unidos. No cuestiona tampoco su sinceridad y sus
deseos de cambiar la política y la imagen de Estados Unidos. Comprende
que libró una batalla muy difícil para ser elegido a pesar de prejuicios
centenarios” (15)
El presidente Raúl
Castro hizo lo mismo declarando su “disposición a dialogar sobre
cualquier asunto, teniendo como únicas premisas la igualdad soberana
de los Estados y el absoluto respeto a la independencia nacional y al
derecho inalienable de cada pueblo a la autodeterminación” (16).
La secretaria de Estado
Hillary Clinton declaró que ahora le tocaba a Cuba hacer un gesto
“recíproco”. El País, importante diario español, retomó
inmediatamente la posición de Washington en un editorial: “Al
levantar las restricciones sobre las remesas y los viajes a la isla,
Obama ha colocado a Cuba y a los países hasta ahora más hostiles a
Estados Unidos en la necesidad de responder con un gesto que
también contribuya a la distensión”. Nada más lejos de la verdad.
En efecto, el presidente estadounidense sólo reparó una ínfima parte
de las numerosas injusticias que sus predecesores cometieron contra
el pueblo cubano. Cuba jamás se ha inmiscuido en los asuntos internos
de Estados Unidos, jamás lo ha agredido, jamás ha invadido militarmente
el territorio estadounidense, jamás ha buscado subvertir el orden establecido
o derrocar a su gobierno, jamás ha impuesto sanciones económicas,
jamás ha aplicado leyes extraterritoriales, jamás ha financiado a
una oposición interna, jamás ha cometido actos terroristas contra
el pueblo estadounidense, jamás ha protegido a terroristas en su territorio,
jamás ha fomentado la emigración ilegal, jamás ha ocupado mediante
la fuerza una parte de su territorio contra la voluntad soberana de
su pueblo y jamás ha difundido programas subversivos hacia Estados
Unidos (17).
Lo máximo que puedan
hacer los cubanos es levantar acta de la rectificación que hizo la
Casa Blanca. Pero no pueden contentarse con ello. Si Washington quiere
demostrar al pueblo cubano y al mundo que desea sinceramente establecer
un modus vivendi con La Habana, imperativamente debe tomar las
siguientes tres decisiones:
1. Liberar inmediatamente
a los cinco presos políticos cubanos injustamente encarcelados desde
septiembre de 1998 por infiltrarse en los grupúsculos de extrema derecha
de Florida implicados en actos terroristas contra Cuba. Acusados de
“conspiración para cometer actos de espionaje”, Gerardo Hernández
Nordelo, Antonio Guerrero Rodríguez, Ramón Labañino Salazar, René
González Sehweret y Fernando González Llort fueron condenados a un
total de cuatro cadenas perpetuas más 77 años durante una parodia
de juicio que se celebró en Miami. Tres militares de alto rango, Eugene
Carroll, contraalmirante de la Marina de Guerra de Estados Unidos actualmente
retirado, Edward Breed Atkeson, General de División del Ejército de
Estados Unidos, y James R. Clapper, Teniente General de las Fuerzas
Aéreas de Estados Unidos, certificaron ante el Tribunal que los cinco
cubanos no habían realizado actividades de espionaje. El mismo fiscal
reconoció que “según las pruebas presentadas durante el proceso”,
probar la culpabilidad de Gerardo Hernández, acusado de asesinato,
“representa un obstáculo insuperable para Estados Unidos”.
A pesar de la confesión del fiscal, todos los miembros del jurado reconocieron
a Gerardo Hernández como culpable de homicidio voluntario con premeditación,
sin hacer una sola pregunta al acusado o a la fiscalía, sin exigir
la menor aclaración al respecto. La Corte de Apelación de Atlanta
también reconoció que no se trataba de un caso de espionaje, ni de
un atentado contra le seguridad nacional. El 30 de enero de 2009, la
defensa decidió apelar a la Corte Suprema. Al menos diez premios Nobel
–José Ramos-Horta, actual presidente de Timor Leste, premiado en
1996, Wole Soyinka, escritor nigeriano premiado en 1986, Adolfo Pérez
Esquivel, argentino, Premio Nobel de la Paz en 1980, Nadine Gordimer,
escritora surafricana premiada en 1991, Rigoberta Menchú, guatemalteca
y Premio Nobel de la Paz en 1992, José Saramago, escritor portugués
premiado por sus obras literarias en 1992, Zhores Alferov, Premio Nobel
de Física en 2000, Dario Fo, autor italiano premiado en 1997, Gunter
Grass, escritor alemán cuyos escritos le valieron el Premio Nobel de
Literatura en 1999 y Mairead Corrigan Maguire, irlandesa premio Nobel
de la Paz en 1976– presentaron una petición Amicus Curiae
ante la Corte Suprema estadounidense exigiendo un proceso justo y la
liberación de los cinco cubanos (18).
2. Juzgar o extraditar
a Venezuela, donde tiene una caso pendiente con la justicia, al terrorista
internacional Luis Posada Carriles, responsable de más de un centenar
de homicidios, por los crímenes que cometió a lo largo de su trayectoria
criminal de casi 40 años. Es, entre otros, el autor intelectual con
Orlando Bosh del sangriento atentado cometido el 6 de octubre de 1976
contra el avión comercial cubano 445 de Cubana de Aviación
que costó la vida a 73 personas en Barbados, incluido todo el equipo
juvenil de esgrima cubano que acababa de ganar los juegos panamericanos,
y responsable de la ola de atentados que ensangrentaron la industria
turística cubana entre abril y septiembre de 1997, que costó la vida
a un joven italiano. En noviembre de 2000, también colocó 45 kilos
de explosivos C-4 en el anfiteatro de la Universidad de Panamá, donde
se habían reunido 2.000 estudiantes para escuchar el discurso del presidente
Fidel Castro. Estuvo implicado en muchos otros actos criminales, incluidos
varios intentos de asesinato contra Fidel Castro, particularmente durante
su visita a Salvador Allende en 1971, durante su viaje a Venezuela en
1988 y durante la Segunda Cumbre iberoamericana de Madrid en 1992. También
es responsable de los asesinatos de varios funcionarios cubanos en Argentina
en agosto de 1976 y colaboró con los servicios secretos de Augusto
Pinochet en Chile en la desaparición de numerosos opositores políticos.
Actualmente se encuentra en Miami pues Washington se niega a juzgarlo
por los crímenes que cometió cuando era agente de la CIA (19).
3. Abolir la ley
de Ajuste Cubano que votó el Congreso el 1 de noviembre de 1966. Única
en el mundo, tiene como objetivo estimular la emigración ilegal y el
robo de cerebros y politizar la problemática migratoria en la guerra
ideológica contra La Habana. Permite a cualquier cubano que emigra
legal o ilegalmente, pacíficamente o mediante la violencia, a Estados
Unidos, conseguir automáticamente al cabo de un año la residencia
permanente y muchas otras ventajas. Al mismo tiempo, Estados Unidos
se niega a otorgar visas a los cubanos que desean emigrar legalmente,
alentando así la emigración clandestina y los golpes de fuerza. El
carácter criminal de esta ley es evidente. Al limitar el número de
visas otorgadas, Washington promueve la emigración peligrosa que cuesta
la vida a muchos cubanos cada año. Esta legislación singular también
lleva a los delincuentes y criminales a cometer lo irreparable para
abandonar el país, como fue el caso el 3 de mayo de 2007 durante un
secuestro en el aeropuerto de La Habana que costó la vida al teniente
coronel Víctor Ivo Acuña Velásquez (20).
Si Obama adopta estas
tres medidas, ganará en parte la confianza de La Habana, elemento indispensable
para una eventual normalización de las relaciones. Entonces el gobierno
revolucionario responderá positivamente al pedido de Washington del
18 de marzo de 2009 de liberar a “los presos políticos”,
en referencia a las personas arrestadas y condenadas en 2003 por aceptar
los emolumentos de Washington, violando así la ley cubana (21).
Washington no tiene
la intención de levantar inmediatamente el estado de sitio contra Cuba,
el cual impide incluso que la isla adquiera aparatos médicos de primera
necesidad. El vicepresidente Joseph Biden lo confirmó el 28 de marzo
de 2009 durante su visita a Chile (22). No obstante, reconoció la necesidad
de un cambio en la política exterior de Estados Unidos hacia La Habana
(23).
Sin embargo, salvo
ocho congresistas, incapaces de aceptar el curso de la historia y que
defienden los intereses más retrógrados, que se pronuncian a favor
del statu quo actual –a saber, los representantes republicanos
Ileana Ros Lehtinen (Florida), Mario Díaz Balart (Florida), Lincoln
Díaz Balart (Florida) y los demócratas Kendrick Meek (Florida), Debbie
Wasserman-Schultz (Florida), Albio Sire (New Jersey) así como los senadores
Bob Menéndez (demócrata / New Jersey) y Mel Martínez (republicano
/ Florida)–, la inmensa mayoría de los actores de la sociedad estadounidense,
empezando por la opinión pública, está a favor de una normalización
de las relaciones con Cuba. Según un sondeo de la cadena estadounidense
CNN del 10 de abril de 2009, el 71% de los ciudadanos estadounidenses
están a favor de un restablecimiento de las relaciones diplomáticas
(24). Otra encuesta que realizó la organización World Public Opinion
el 15 de abril de 2009 demuestra que el 70% es partidario del levantamiento
de las prohibiciones de viajar a la isla para los estadounidenses (25).
Una cosa es segura:
Barack Obama, que dispone de una oportunidad histórica para poner fin
a medio siglo de conflicto insensato, no puede condicionar la normalización
de las relaciones con Cuba a un cambio de la estructura política, económica
y social del país, pues los cubanos no aceptarán ningún atentado
contra su soberanía ni cederán al lenguaje de la fuerza. Por otra
parte, Washington normalizó sus relaciones con China, Vietnam, y en
parte con Corea del Norte, sin expresar semejante exigencia. Demostrar
una discriminación hacia La Habana al respecto, además de ser una
táctica condenada al fracaso, socavaría especialmente la credibilidad
de la Casa Blanca en su voluntad de limar las asperezas entre las dos
naciones.
Revisado por Caty R.
Notas
(1) Jennifer Loven,
«Obama Allowing Travel, Money Transfers to Cuba», The Associated
Press, 13 de abril de 2009.
(2) Ibid.
(3) John Dorschner
& Monica Hatcher, «Liberan a los viajes a Cuba», El Nuevo Herald,
13 de abril de 2009.
(4) Ibid.
(5) Marianela Jiménez,
«Costa Rica restablece relaciones con Cuba», The Associated Press,
18 de marzo de 2009.
(6) EFE, «Funes
anuncia que en su futuro Gobierno restablecerá relaciones con Cuba»,
18 de marzo de 2009; Marianela Jiménez, «Costa Rica, El Salvador Promise
Ties With Cuba», The Associated Press, 18 de marzo de 2009.
(7) El Nuevo Herald,
«Costa Rica y El Salvador reanudan lazos con Cuba», 19 de marzo de
2009.
(8) Anne Flaherty,
«Congress Vote to Ease Travel Restrictions», The Associated Press,
10 de marzo de 2009; Lesley Clark & Frances Robles, «Senado suaviza
controles sobre los viajes a Cuba», The Miami Herald, 11 de
marzo de 2009.
(9) Wilfredo Cancio
Isla, «Presentan legislación para facilitar las ventas agrícolas
a Cuba», El Nuevo Herald, 27 de marzo de 2009.
(19) EFE, «Congresistas
de EEUU se reúnen con funcionarios cubanos en La Habana», 4 de abril
de 2009.
(11) Andrea Rodríguez,
«Fidel Castro recibe a congresistas de EEUU», The Associated Press,
7 de abril de 2009.
(12) Wilfredo Cancio
Isla, «Congresistas demócratas viajan a Cuba a abrir diálogo»,
El Nuevo Herald, 2 de abril de 2009.
(13) Fidel Castro Ruz,
«Militares con criterios acertados», Cubadebate, 15 de abril
de 2009.
(14) Fidel Castro Ruz,
«Con los pies sobre la tierra», Cubadebate, 5 de abril de 2009.
(15) Fidel Castro Ruz,
«Del bloqueo no se dijo una palabra», Cubadebate, 13 de abril
de 2009.
(16) Andrea Rodríguez,
«Fidel Castro recibe a congresistas de EEUU», op. cit.
(17) The Associated
Press, «Clinton: US Waiting for Cuba’s Next Move», 16 de abril
de 2009; El País, «La hora de Cuba», 14 de abril de 2009.
(18) Salim Lamrani,
Cuba. Ce que les médias ne vous diront jamais (Paris: Editions
Estrella, 2009).
(19) Ibid.
(20) Ibid.
(21) EFE, «EEUU
insta a Cuba a liberar presos políticos y mejorar en derechos humanos»,
18 de marzo de 2009.
(22) EFE, «Biden
rechaza que Estados Unidos vaya a levantar el bloqueo sobre Cuba»,
28 de marzo de 2009; Agence France Presse, «Biden: pas de levée
de l’embargo contre Cuba, mais une politique différente», 29 de
marzo de 2009.
(23) Agence France
Presse, «EEUU espera compromiso de Cuba en derechos humanos»,
31 de marzo de 2009.
(24) CNN, «Poll:
Three-quarters favor relations with Cuba», 10 de abril de 2009.
(25) Agence France
Presse, «Mayoría de estadounidenses quiere viajar libremente a
Cuba, según sondeo», 15 de abril de 2009.
Salim Lamrani es profesor encargado de cursos en la Universidad Paris Descartes y en la Universidad Paris-Est Marne-la-Vallée y periodista francés, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado, entre otros, Doble Moral. Cuba, la Unión Europea y los derechos humanos (Hondarriaba: Editorial Hiru, 2008). Su nuevo libro se titula Cuba. Ce que les médias ne vous diront jamais (París: Editions Estrella, 2009) con un prólogo de Nelson Mandela.
Contacto: lamranisalim@yahoo.fr ; salim.lamrani@parisdescartes.fr