El histórico triunfo electoral del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, y la ascension a la presidencia, este lunes 1 de junio, de Maricio Funes, constituyen una demostración inequívoca de que la política es “ el arte de lo posible”.
La Guerra revolucionaria impulsada por el FMLN en los años 70’s y 80’s del siglo pasado, fue la continuación de la insurgencia campesina de 1932 liderizada por el dirigente campesino Farabundo Maartí, la cual fue brutalmente aplastada por el gobierno de la oligarquía cafetalera catracha, con el apoyo de sus congéneres de centroamerica y el gobierno de los Estados Unidos, quienes veian con pavor, el surgimiento de movimientos revolucionarios en centroamérica, bajo el ejemplo del “general de hombres libres”, Augusto Cesar Sandino, y teniendo la referencia la cercana de la revolución mexicana.
El FMLN, nació de la confluencia de diversas corrientes populares, dermocráticas y revolucionarias, quienes desafiaron el poder represivo de la vieja oligarquía cafetalera, teniendo como programa fundamental, la redistribucion de la tierra, la democratización del Estado y, un gobierno popular, democrático y soberano, que impulsara una nueva Constitución, en la que se consagraran los derechos civiles, políticos sociales, económicos y culturales del pueblo salvadoreño.
Fue una lucha titánica en donde, la perseverancia, la inteligencia y el heroismo de sus combatientes, milicianos y bases políticas de apoyo, pusieron en jaque a un aparato militar, policial y civil sanguinario, entrenado y equipado por el gobierno de los Estados Unidos, llevando la guerra desde Guazapa, Sansonete y Chalatenango, hasta la misma San Salvador, la capital, en su Ofensiva General de 1989, en la cual lograron trabar combate de posiciones con las tropas enemigas, controlar extensas zonas de su periferia y, atacar, la misma base aérea de Ilopango, de donde despagaban los aviones que saturaban con sus bombas y metralllas los campos y montañas que cobijaban al ejército del “Pulgarcito de América”, como una vez lo denominó, por su territorio y la valentía de su pueblo, el comandante Fidel Castro Ruz
El Acuerdo de Paz, bajo mediación internacional, que puso fin al conflicto armado, no fue una derrota militar en el campo de batalla, sino la conlusion dificil, pero inteligente de la dirección del FMLN, de que las condiciones políticas y militares habian cambiado y, que se hacía, casi imposible, alcanzar la victoria militar en el corto plazo, por lo que continuar la guerra supondría un enorme sacrificio para su martirizado pueblo y un riesgo de aniquilamiento para su valiente y experimentada dirección política.
Mientras la oligarquía se agotaba en su modelo cafetero exportador, fracasaba en su proyecto de convertir a El Salvador en una gran fábrica maquiladora al servicio del capital multinacional y, apenas se mantenía con las remesas enviadas por los cientos de miles de salvadoreños que emigraron a los Estados Unidos y otros paises; el FMLN, bajo la direccion del desaparecido comandante Shafit Handal, avanzaba en su estrategia de unir al pueblo, organizando el campesinado, a los trabajadores agrarios, industriales y públicos, a las mujeres, los jóvenes, los artesanos, etc; convirtiendo cada victoria electoral municipal, en una nueva base de apoyo y de aprendizaje para su furturo gobierno, levantado, básicamente, el mismo programa de los tiempos de la lucha armada.
No debe sorprender entonces, este formidable triunfo, construido en 20 años de perseverancia revolucionaria, ni que esta victoria electoral se alcance mediante una amplia alianza política y social de corrientes y personalidades socialdemócratas, democratacristianas, de la derecha nacionalista y sectores desprendidos de la vieja oligarquía, porque ella fue esencial, no solo para quebrar el bloque histórico oligarquico de poder, sino también., para darle sustentabilidad a un gobierno con pocos recursos financieros y una enorme deuda social – incluyendo los desmovilizados de la guerra – que deberá honrar, a risesgo de perder el favor de los trabajadores y el pueblo.
En favor del pueblo salvadoreño y la dirección revolucionaria del FMLN está la profunda crisis de los centros fundamentales del capitalismo global imperialista y la presencia de un nuevo cuadro político regional (! tan distinto al de 1979!), en donde el gobierno sandinista del comandante Daniel Ortega y los gobiernos populares de los presidentes Zelaya, de Honduras y, Colom de Guatemala, junto al apoyo solidario de los países que conforman la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, constituyen una base política de cooperación que ayudará a ese gobierno efemelenista a vencer todos los obstáculos y, avanzar hacia la construcción del El Salvador de la Libertad, la Justicia y el Bienestar que soñaron el campesino Farabundo Martí y el poeta Roque Dalton.
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