El convenio suscrito entre los dos
gobiernos, además de favorecer la economía y al pueblo colombiano,
buscaba frenar el contrabando en la frontera, pero la contraparte
colombiana jamás cumplió el trato en ningún aspecto. Por la frontera
transitaban unos 14 mil vehículos diarios, de los cuales, 70% se
dedican al contrabando de gasolina, la contraprestación del acuerdo era
atacar el grave problema del contrabando y de la venta de gasolina en
pimpinas por carretera y caminos verdes de la frontera con Colombia.
Pasaron los 60 días fijados para retirar los pimpineros de las calles y
trochas, y nada pasó. La pimpina (entre 20 y 24 litros) se ofrece en 30
mil pesos, es decir, BsF 100, en cambio, el litro de gasolina de 91
octanos que venden las bombas pertenecientes al Servicio de
Abastecimiento Fronterizo de Combustible, Safec, surtidas por el
Menpet, está en BsF 1.
Aparte de todo, el combustible barato
tampoco se reflejó en beneficios sociales pues los empresarios del
transporte nunca trasladaron una tarifa económica y por el contrario se
dedicaron a llenar los bolsillos con gasolina de muy bajo precio.
Actualmente el galón de combustible en Colombia tiene un precio de Bs.F
25 , pero el trasladado con subsidio desde Venezuela y vendido en la
frontera colombiana roza los Bs.F11,60, es decir, el valor es
sensiblemente menor.
Colombia nunca cumplió debido a la falta
de compromiso serio del gobierno de Uribe, lo cual se tradujo en una
ausencia total de control de los organismos de seguridad colombianos
para disminuir ese contrabando, por lo que jamás se vio acción alguna.
A esto se añade que los máximos jefes del contrabando de combustible
son los paramilitares colombianos, aliados domésticos de Uribe, quienes
controlan el negocio en plena frontera, cobrando peaje a los caleteros
que llevan las pimpinas. La fuga ilegal de derivados del petróleo
persistió y creció porque las cisternas ilegales se unieron a las
legales previstas en el convenio, a tal punto que ya se manejan
cantidades que se acercan a los 40 millones de litros de gasolina,
constituyéndose en un desangre fiscal para el Estado venezolano, de
manera que la traición de Uribe tiene varias aristas ya que no solo ha
traído consecuencias políticas, han sido también de tipo económico las
cuales se añaden a las ya conocidas razones explicadas por el
Comandante Presidente Hugo Chávez respecto al acuerdo de Uribe con
EE.UU, para instalar 7 bases militares en Colombia, cuyo fin es
controlar la reserva patrolífera mas grande del mundo.
Lamentablemente la historia se repite.
Alvaro Uribe, el descendiente de Santander, autor intelectual del
intento de asesinato a Bolívar, finalmente perdonado por El Libertador,
y de los demagogos de Bogotá, los generales Flores y Obando quienes
comandaron al grupo de matones que asesinaron al Mariscal Sucre para
evitar la sucesión, hoy en día como en aquella época, sirve de
instrumento al imperio, a la oligarquía y a los poderosos empresarios
colombianos que se mueven tras las bambalinas para explotar a su pueblo.
No debe haber vuelta atrás, la
magnanimidad de Sucre y Bolívar no aplica en el siglo XXI, un perdón a
la traición de Uribe y su gobierno por aceptar bases militares
norteamericanas en las tierras de nuestros libertadores, no sería nunca
comprendido por la historia ni por la Revolución Bolivariana.
Patria, Socialismo o Muerte, ¡Venceremos!