Ileana Ros-Lehtinen y sus amigos del Congreso que han embolsado contribuciones de Robert Allen Stanford pueden dormir tranquilos: el jefe de seguridad de Stanford se encargo de destruir miles de documentos del banquero estafador cuando se descubrió la gigantesca estafa.
Según el Center for Responsive Politics, organismo independiente que fiscaliza las donaciones a políticos, Ros-Lehtinen y varios políticos de la Florida han aceptado el dinero del magnate, así como políticos implicados en escándalos de corrupción tales como Bob Ney, Jack Abramoff y Tom DeLay.
pocos días después de que agentes del gobierno cerraran el imperio bancario por un masivo caso de fraude.
La prensa de Miami acaba de anunciar que Tom Raffanello, el ex jefe de la oficina de Miami de la agencia antidroga DEA que se convirtió hace cinco años en jefe de la guardia personal de Stanford, está ahora inculpado por haber destruido miles de documentos del banquero.
Raffanello fue quién manejo el caso altamente político del presidente panameño Manuel Noriega. y también la investigación del jefe del Cartel de Medellín Fabio Ochoa. “Coincidencia”, el banco de Stanford en Antigua ha sido vinculado con las actividades de lavado de dinero de un rey mexicano del narcotráfico.
El ex canciller mexicano Jorge Castaneda puede también sentirse más cómodo, pues ha sido miembro del Consejo consultivo del Stanford Financial Group, el grupo conformado por el banquero estafador para ampliar las actividades internacionales de su organización.
The National Journal confirmó, cuando estalló el escándalo, como numerosos congresistas norteamericanos han disfrutado en el curso de los años de vacaciones gratuitas en islas del Caribe, regaladas por el financiero.
Stanford, su firma de inversión y el banco vendieron certificados bancarios por 8 000 millones de dólares, una actividad calificada por la SEC de “fraude masivo”. El fraude dejo miles de víctimas en numerosos países que, en muchos casos, perdieron en esta aventura los ahorros de toda una vida.
Los expedientes secretos de Stanford estaban almacenados en un búnker del banco situado al lado del Aeropuerto Internacional Fort Lauderdale-Hollywood.
Detalle significativo: en su afán de comprarse la complacencia de políticos, una práctica característica de la democracia norteamericana, Stanford ha también contribuido a engordar el fondo de campaña del hoy presidente Barack Obama con 31 750 dólares.
Con este mismo concepto de generosidad calculada: Stanford Financial Group ha regalado 2.4 millones a candidatos federales, partidos y comités a partir del 2000, 65 porciento a Demócratas.
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